Usted está aquí: viernes 29 de agosto de 2008 Opinión EZLN: 24 años después

Jaime Martínez Veloz/ II

EZLN: 24 años después

Durante toda su existencia, los zapatistas han tenido que sortear momentos y circunstancias difíciles. Hasta ahora han podido lograrlo gracias a la conjugación de una serie de factores, ligados principalmente con su disciplina y vocación hacia el trabajo de organización interna y análisis prospectivos de la realidad nacional.

Un momento complicado que tuvieron que remontar, previo a la creación de las juntas de buen gobierno, fue el desconocimiento de facto que hizo el gobierno federal de los acuerdos de San Andrés Larráinzar, firmados por él mismo y el EZLN.

Habíamos llegado a esa etapa después de haber sorteado un conjunto de dificultades y provocaciones promovidas desde algunas esferas gubernamentales o de núcleos de poder económico y político del país.

La situación interna no era sencilla, dado que la dirección zapatista había caminado por el sendero de la política, como una apuesta para lograr sus reivindicaciones, y ésta había fallado por la frivolidad, el cortoplacismo o la mezquindad del gobierno.

El aliento de esperanza que representaban los acuerdos de San Andrés fue borrado por la negativa gubernamental para cumplir lo pactado por sus representantes.

La carga de descalificaciones contra los acuerdos pactados y la iniciativa de ley derivada de los mismos, se ponían en batería y se usaron todos los medios al alcance del Estado mexicano para generar una percepción ciudadana contraria al espíritu y contenido de lo acordado en San Andrés, entre el gobierno federal y el EZLN.

Los argumentos en contra de la iniciativa de ley, elaborada por la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa), rayaban en lo ridículo, pero sobraban patiños que se alquilaban para justificar el incumplimiento gubernamental.

Entre otras cosas, decían que “la Cocopa se prestó al juego del EZLN para balcanizar al país”, que los zapatistas “quieren crear un anticonstitucional cuarto nivel de gobierno” y “pretenden imponer a todos los usos y costumbres indígenas, cuando éstos son violatorios de los derechos humanos”, que “la iniciativa Cocopa carece de técnica jurídica”... La retahíla de sandeces se repetía sin parar por todos los medios habidos y por haber. Los intelectuales “inorgánicos” del régimen repetían una y otra vez el guión elaborado por Gobernación.

La iniciativa Cocopa transcribe textualmente los términos y las palabras que dan forma a cada uno de los compromisos contraídos. Por ejemplo, los acuerdos de San Andrés reconocen que “las comunidades indígenas serán reconocidas como entidades de derecho público” y el traslado literal de este texto al cuerpo de la iniciativa de ley indígena, motivó serios y majaderos reclamos del gobierno federal. A fuerza de calificativos y distorsiones mediáticas, el gobierno intentaba persuadir de que no había firmado lo que firmó. Paralelamente a su irresponsable actitud, prohijó y fomentó una estrategia de contrainsurgencia para golpear a las bases zapatistas,

El diseño del proceso de negociación y la agenda pactada por las partes del conflicto contemplaba las principales preocupaciones nacionales. Estaba la mesa puesta para una profunda reflexión nacional sobre los temas que hoy gravitan en el imaginario colectivo: recursos naturales, reforma política, medios de comunicación, derechos sociales, justicia, bienestar social, derechos de la mujer, entre otros, son temas que quedaron pendientes de discutir en San Andrés y hoy son parte consustancial del debate nacional.

Frente a los hechos que han aparecido y que padece la sociedad mexicana, se confirma que los zapatistas tenían y tienen una percepción del desenvolvimiento de los sucesos nacionales.

Por ello, con la discreción que caracteriza al EZLN, se puso a construir una forma organizacional que les permitiera, a partir de su propia realidad, mantener la cohesión interna y la atención de sus comunidades, mediante un ejercicio de gobierno del que mucho tenemos que aprender los mexicanos. Con pocos recursos y mucho ingenio, diseñaron un esquema táctico que les ha permitido sobrevivir durante el tiempo transcurrido después del desconocimiento de los acuerdos de San Andrés, logrando importantes éxitos en materia de salud, educación y consolidación interna. Su presencia y solidez ha sido un factor esencial en un estado cuya historia contemporánea está ligada al zapatismo.

 
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