Usted está aquí: sábado 30 de agosto de 2008 Cultura La música del aleteo de mariposas

Disquero

La música del aleteo de mariposas

Pablo Espinosa ([email protected])

En la lógica de la nueva cultura de masas, el tema China fue la nota del día durante semanas anteriores, y bajo esa misma óptica ya no existe, pues para muchos lo que no sale en la tele es virtual, cuando sucede lo contrario y cuando en realidad la cultura de aquel país es una presencia insospechada en el planeta entero desde siempre.

Es posible que en atención a los Juegos Olímpicos chinos hubiese ocurrido un concierto tácito, pero en realidad es un milagro de la vida y sus misterios: en los anaqueles de novedades discográficas coinciden álbumes con ese tema, la cultura china.

El mensaje más claro está en la portada de uno de ellos: un par de mariposas en vuelo (de acuerdo con el pensamiento filosófico budista, al morir se rompe el capullo y el alma vuela liberada en forma de mariposa) que iluminan el cielo sobre un violín, el de Gil Shaham, que es una de las mayores autoridades en ese instrumento sobre la tierra, quien después de 15 años de convivir con un hermoso concierto chino para violín y orquesta, titulado The Butterfly Lovers, decidió liberar el alma de ese concierto y darle una existencia diferente: en un disco compacto, es decir al alcance de todos los oídos del mundo.

El título de esta partitura es el mismo de una de las historias más preciadas de la cultura milenaria china, que cuenta una historia de amor que no termina con la muerte. Las mariposas en vuelo reflejan la metáfora budista y el concierto es sumamente interesante. En primer lugar, su capacidad de conservar el gesto, la actitud, el summun, la esencia, el concepto, la gracia y el misterio, virtudes todas estas que competen a ese gran arte que es la ópera china, tan milenaria como profunda.

El factor directo es que la historia de los amantes de las mariposas es uno de los grandes temas del repertorio operístico tradicional chino, y después de eso, de inúmeros filmes, telenovelas, fotonovelas, comics, obras de teatro, et al, que han surtido esta leyenda.

Se trata de una partitura escrita con todas las de la ley, es decir que cumple la ortodoxia del formato occidental del género concierto (un instrumento solista, una orquesta, tres o cuatro movimientos en lógica de continuidad) pero que al mismo tiempo respira y hace respirar la historia de la trascendencia del alma en su intensa vastedad. La escribieron a cuatro manos dos estudiantes chinos en 1959, Chen Gang y He Zhanhao.

En la grabación que hoy sale a la luz, acompaña a Gil Shaham la Singapore Symphony Orchestra que dirige un chino, Lan Shui. El disco (Canary Classics) completa su atractivo con el Concierto para violín, de Chaikovski. Como no existen las coincidencias, es precisamente una frase, una cita, de Chaikovski la que abre el concierto chino.

Y en los mismos anaqueles descubrimos una maravilla bajo el sello infalible Telarc: Dim Sum, el nuevo disco del Ying Quartet, compuesto por cuatro hermanos de apellido Ying que radican en Estados Unidos y que reúnen partituras harto interesantes y estupendas de compositores chinos contemporáneos que viven en Gringolandia, lo cual amplía el panorama musical de lo que se conoce en el mundo de la música de China más allá del maestro de maestros Tan Dun.

Por último, pero no a lo último, y obedeciendo a una lógica natural, dos novedades de música budista: Enlightenment, una recopilación new age del músico alemán Karunesh y Dhama Suna, que reúne esas dos formas vertebrales de la música tibetana: la tradición secular y la sagrada.

 
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