Usted está aquí: lunes 1 de septiembre de 2008 Opinión Lluvia, basura y tiraderos

Iván Restrepo

Lluvia, basura y tiraderos

En Zacatecas tienen problemas por las lluvias que azotan la entidad y evidencian la falta de una política para cuidar las cuencas hidrográficas y los embalses de las presas, azolvadas por la erosión. También los tienen con la basura. Su hermosa ciudad capital no cuenta con un sitio adecuado para depositar las 250 toneladas de basura que diariamente generan los hogares, más las de poblaciones vecinas como Guadalupe, Morelos y Valle Grande. Se tiran a cielo abierto. Se espera que en un par de años más esté listo un confinamiento que no cause problemas a la salud pública y al ambiente.

También en la zona metropolitana de la ciudad de México se busca la forma de enviar a otros sitios las 12 mil toneladas que diariamente van a dar al Bordo Poniente. Según las autoridades federales del ambiente, tan dadas a cambiar de opinión en este asunto, dicho lugar debe estar cerrado definitivamente en enero próximo. Don Alfonso Navarrete, encargado de los asuntos metropolitanos del estado de México, aseguró que la mitad de las 12 mil toneladas irá a tiraderos de dicha entidad, que, por otra parte, envía diariamente al Bordo 3 mil toneladas. El cierre del mayor depósito de basura de América Latina no está exento de tintes políticos: el partido que despacha en Los Pinos presiona al gobierno de la ciudad de México para que construya el nuevo confinamiento en plazos imposibles de cumplir. Hacerlo correctamente significa escoger el sitio adecuado, utilizar la tecnología más avanzada, contar con los recursos indispensables y proteger a las más de 10 mil familias que viven de la “pepena”. El gobernante citadino señaló que forzar fechas en este campo es como “obligar a parir a una mujer con cuatro meses de embarazo” en vez de los nueve acostumbrados.

En el municipio de Huixquilucan, estado de México, trabajan a marchas forzadas para terminar de retirar la mitad de las 20 mil toneladas de basura depositadas en el tiradero de Yacuitlalpan, causante de problemas ambientales y de salud. El ayuntamiento de dicha ciudad fue sancionado por la autoridad federal por seguir tirando basura en el margen de un río: el Borracho. Además le ordenó desazolvarlo y analizar los lixiviados procedentes de la basura, pues son un peligro para los mantos freáticos y la población.

Y cuando se cierran unos tiraderos obsoletos y peligrosos se intentan abrir otros que desatan oposición ciudadana. El caso más publicitado es el que las autoridades de Cuernavaca construyen en Loma de Mejía, zona altamente permeable por lo que pondría en riesgo el acuífero que alimenta de líquido a esa ciudad, además de crear alteraciones a la biodiversidad local.

El gobierno panista de Cuernavaca ignora la opinión de numerosos especialistas que demuestran la necesidad de construir el confinamiento en otra parte. Además de que se viola la legislación vigente sobre la materia (concretamente la Norma 083) que prohíbe tal tipo de obras en áreas hidrogeológicas vulnerables, como la citada. En cuanto a la Manifestación de Impacto Ambiental que se exige para construcciones de ese tipo, tal parece que fue hecha a gusto del cliente. Pese a todo lo anterior, se iniciaron los trabajos en Loma de Mejía. La semana pasada hubo un ayuno de tres días frente al Congreso de Morelos para exigir un foro de discusión donde se presenten los pros y los contras en torno a dicho relleno.

En tanto, pobladores de Tultitlán, estado de México, denunciaron las irregularidades que acompañan el saneamiento del tiradero municipal, que funcionó 20 años a cielo abierto y en el que hay 3 y medio millones de toneladas de desechos de todo tipo. Los quejosos informan que del tiradero sale un río de lixiviados que cruza por tres colonias populares. El basurero tiene cerca de 7 hectáreas y ha sido por años fuente de enfermedades, contaminación y malos olores.

Por falta de espacio apenas podemos mencionar otros dos casos críticos de basura que está en donde no debe: las ciudades turísticas por excelencia: Cancún y Playa del Carmen, en Quintana Roo, donde tiran sus desechos a cielo abierto. No disponen de confinamientos modernos que protejan el acuífero del que se surte de agua la región. El sexenio sigue avanzando con promesas incumplidas.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.