Usted está aquí: jueves 4 de septiembre de 2008 Opinión McCain: arranque accidentado

Editorial

McCain: arranque accidentado

La convención del Partido Republicano, que arrancó este lunes en Saint Paul, Minnesota, y concluye hoy con la confirmación de la candidatura de John McCain a la presidencia de Estados Unidos, se ha visto marcada por sucesos que no resultan favorables para la causa electoral del senador por Arizona.

En primer lugar, el huracán Gustav en la costa atlántica estadunidense ha planteado un doble dolor de cabeza para el equipo de campaña republicano: por un lado, el meteoro provocó la cancelación de varias actividades anunciadas el pasado lunes en el contexto de la convención de ese instituto político –acto organizado desde hace más de un año y que tuvo un costo de más de 60 millones de dólares–; por el otro, Gustav es un recordatorio para los estadunidenses de uno de los mayores fracasos del gobierno de George W. Bush y que, por extensión, atañe al Partido Republicano: la irresponsabilidad, la insensibilidad y la corrupción exhibidas por la Casa Blanca ante la devastación causada por el huracán Katrina, que dejó miles de muertos.

Por otra parte, en el contexto del cónclave republicano se han ido revelado aspectos de la biografía de la gobernadora de Alaska, Sarah Palin, que la hacen poco presentable como candidata a la vicepresidencia destinada a seducir a los sectores más derechistas, conservadores y patrioteros de la sociedad estadunidense. El sorpresivo nombramiento de Palin como compañera de fórmula de McCain, si bien logró contener el impacto mediático de la unción oficial de Barack Obama como aspirante demócrata a la Casa Blanca, y fue visto como una estrategia interesante para granjearse las simpatías del electorado favorable a Hillary Clinton, ha empezado a tener implicaciones contraproducentes para la causa republicana: en días recientes la gobernadora ha sufrido severos cuestionamientos por su vínculo con el Partido de la Independencia de Alaska, por su cercanía con las drogas ilícitas en sus tiempos de estudiante y hasta por el embarazo de su hija Bristol, de 17 años. Esta última circunstancia, que debiera carecer de implicaciones políticas e institucionales por tratarse de un asunto estrictamente personal, o familiar en todo caso, adquiere relevancia en un entorno en el que impera una inaceptable falta de discernimiento social entre la esfera pública y la vida privada de los servidores públicos, y que, paradójicamente, ha sido sistemáticamente explotada con fines políticos por los republicanos. Asimismo, Palin ha recibido críticas por su participación en la remoción ilegal de un jefe policial en el estado que gobierna.

Por añadidura, el perfil ultraconservador de la gobernadora –férrea opositora del aborto y los matrimonios homosexuales, y pretendida defensora de los “valores familiares”– merma sus posibilidades de obtener el sufragio de los simpatizantes de Clinton, y su juventud –44 años–, aunada a su corta trayectoria política –cuenta apenas con 20 meses al frente de la gubernatura de Alaska–, ha desactivado ante la opinión pública una de las mayores críticas en contra de Obama: su inexperiencia política.

Pero acaso el mayor lastre al que se ha enfrentado la campaña de McCain durante esta convención sea la imposibilidad de desmarcar al senador por Arizona de la figura de George W. Bush, el presidente más impopular en la historia de Estados Unidos. En repetidas ocasiones McCain ha intentado tomar distancia en relación con el político texano y se ha descrito como un candidato “moderado”, “autónomo” y hasta “disidente”. De manera significativa, la participación de Bush en la convención de su propio partido se limitó a un mensaje de apoyo a McCain, de escasos minutos y transmitido vía satélite desde Washington. Sin embargo, por más que se insista en distinguir al gobernante saliente del aspirante republicano, las similitudes entre ambos en temas tan cruciales como la política económica y militar estadunidense saltan a la vista, y las cifras en torno al desempeño de McCain como legislador reflejan un constante alineamiento de su parte con la administración Bush: en el actual periodo del Senado McCain votó, con la mayoría de su partido, en más de 90 por ciento de las veces, a favor de las iniciativas de la Casa Blanca.

En suma, en contraste con el aparente fortalecimiento que su contraparte demócrata obtuvo tras la convención celebrada en Denver la semana pasada, el inicio formal de la campaña de McCain ha sido accidentado, y es de suponer que esto afectará la recuperación en las preferencias electorales que el aspirante republicano había alcanzado en semanas recientes.

 
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