Usted está aquí: sábado 6 de septiembre de 2008 Opinión Ni fu ni fa

Gustavo Gordillo
http://gustavogordillo.blogspot.com/

Ni fu ni fa

La extinta ceremonia del Informe presidencial es simbólica de la parálisis de la clase política mexicana. De una celebración monárquica devino en campo de lucha libre plebeya. La opción no era desaparecerla sino introducir un esquema republicano que favoreciera el diálogo y la coordinación entre poderes. En vez de eso tiran el agua sucia de la bañera con el niño adentro. Esto mismo ha sucedido con todas las llamadas reformas: pensiones, fiscal, electoral, judicial. Como están en una lógica de la confrontación, como suponen que en la siguientes elecciones apabullarán a los demás contrincantes, se agazapan y velan armas.

Tres manifestaciones recientes dan cuenta de la insatisfacción de la ciudadanía y de los temas donde su enojo es mayor. Una, centrada en la inseguridad pública. Otra alrededor de la defensa del petróleo y de su régimen de propiedad. La tercera en contra de la carestía y de los bajos salarios. Está claro que las manifestaciones que no desembocan en formas organizativas que mantengan el nivel de presión y exigencia, terminan siendo cantos del cisne. De ahí que las iniciativas ciudadanas deben tomar eso como su punto central de reflexión y acción.

Hay desde luego un tema unificador: La impunidad y la necesidad de rendición de cuentas de todas las autoridades. Pero esta demanda lleva implícita otra. Se requiere no menos Estado sino un Estado más fuerte y más eficaz en al menos tres áreas claves: seguridad, bienestar social y crecimiento, y manejo de los recursos naturales.

Todas las medidas de fondo para atender estos graves problemas se llevarán meses, cuando no años. Pero la ciudadanía movilizada y la opinión pública no están planteando imposibles. Se demandan metas precisas en fechas determinadas y mecanismos con participación ciudadana de monitoreo y evaluación de resultados. Empero todo esto transcurre en un ambiente tremendamente cargado de suspicacias, rumores, autopromociones y desconfianza.

Se necesitan por tanto, acciones ejemplares que desaten procesos de construcción de confianza.

Desde el gobierno federal se requiere una restructuración del gabinete presidencial que reconozca tres cuestiones. El partido ganador en 2006 lo hizo no sólo con un exiguo margen sino con una fuerte impugnación a su legitimidad. Los tres partidos principales gobiernan con un voto sumado que es muy precario ante el universo total de ciudadanos. Se requiere una vasta operación de reconstrucción institucional que exige una base social de apoyo muy amplia y una legitimidad sólida.

En los gobiernos estatales se requiere avanzar aún más en temas como la revocación de mandato. El desorden político ha llevado a la emergencia de poderes regionales sin deliberación pública ni fiscalización social.

Desde la sociedad se requiere promover e impulsar más y más formas de organización desde grupos por causas específicas hasta organizaciones con perspectivas más amplias. Se requiere mantener un alto grado de movilizaciones. Sobre todo aquellas que buscan la reconstrucción de instituciones. Movilización social como medio de producción de instituciones, es decir de nuevas reglas del juego. No se trata sólo de demandas y exigencias, sino de propuestas de cambio en las reglas del juego que permitan facilitar la resolución de esas demandas.

La demanda planteada por el señor Martí y coreada con insistencia en la marcha del sábado –que renuncien si no pueden– debe ser atendida con un auténtico espíritu republicano. La revocación de mandato es la vía institucional para encauzar la rabia social.

Desde el regreso de las democracias en América Latina, 14 presidentes constitucionales han sido depuestos sin que hayan regresado ni gobiernos militares o autoritarios. No estamos en ese punto aquí y es indispensable que impulsemos iniciativas que lo eviten, como las propuestas aquí. Pero atender esa demanda es un paso en la dirección de construir confianza.

 
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