Usted está aquí: martes 9 de septiembre de 2008 Opinión Despenalización del aborto: Un balance preliminar

Javier Flores

Despenalización del aborto: Un balance preliminar

El veredicto de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que declaró constitucionales las reformas en el Distrito Federal que despenalizan el aborto por decisión de las mujeres antes de las 12 semanas de gestación, tiene importancia histórica y representa un parteaguas en al menos tres aspectos: a) encara un problema que afecta la salud y la vida a miles de mujeres y abre el camino para un desarrollo del país en el que se atienden y respetan sus derechos; b) es expresión de la división entre poderes, pues el fallo marca una clara distancia con el Ejecutivo federal, y c) es una definición, un mensaje claro de los ministros que no quieren dejar dudas sobre la naturaleza laica del Estado mexicano. Es muy importante hacer un reconocimiento al trabajo realizado por la SCJN.

Hay dos preguntas que es necesario responder para hacer una evaluación, así sea preliminar, de lo que ha ocurrido. La primera es cómo se llegó hasta aquí. La segunda es cuáles son los efectos de esta decisión. En mi opinión, lo que ocurrió fue la expresión de un fenómeno social como no se había vivido en mucho tiempo. Tiene como origen y eje la lucha desarrollada por las mujeres a lo largo de varias décadas. Con prisa y sin pausa, el pensamiento feminista en México, ignorado al principio, comenzó a ganar presencia en todos los espacios de la vida intelectual del país. En el centro, la defensa de los derechos de las mujeres, pero no sólo eso, sino además, aportando una visión distinta en todos los órdenes, como en los campos científico, filosófico y cultural. Apareció un nuevo enfoque que alcanzó luego a diferentes sectores de nuestra sociedad, y cuya expresión final, en este caso, puede evaluarse en los contenidos de las ponencias de algunos de los ministros de la SCJN, que se pronunciaron –con un discurso que hace algunos años hubiera parecido inconcebible–, por la defensa de los derechos de las mujeres y, en consecuencia, por la constitucionalidad de la despenalización del aborto.

Es necesario referirse a algunos aspectos de coyuntura. Menciono algunos: la Iglesia católica vive uno de los momentos de mayor descrédito, por su reiterada presencia en casos de abuso infantil y el desdén de la jerarquía vaticana, que ha eludido acompañar a sus colegas mexicanos en diversas iniciativas. Además, el número de seguidores de esta religión va en descenso en México, y la mayoría de las mujeres que deciden abortar son católicas. Por otra parte, es de considerar la agonía en Estados Unidos de uno de los gobiernos más conservadores (aliado natural del Vaticano en los foros internacionales), que si bien puede reditarse en las elecciones de noviembre en ese país, creó un vacío que pudo ser aprovechado para actuar sin presiones significativas, de un modo independiente.

Los recursos de inconstitucionalidad provinieron del actual gobierno panista, que previamente se había pronunciado en contra de la despenalización por medio del mismo Felipe Calderón y su esposa. Obedeciendo a su propia ideología y a las presiones de la Iglesia católica, se expresaron por conducto de la Procuraduría General de la República (PGR) y de un organismo supuestamente autónomo: la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Pero salvo José Luis Soberanes, quien muy probablemente será recordado como el peor ombudsman en la historia de nuestro país, Calderón no empujó más allá esta iniciativa, como lo muestra la inercia por la que optó el titular de la PGR, quizá por considerar que había sido suficiente con entregar previamente al clero y a Provida la Secretaría de Salud. En el fondo, estaban las elecciones intermedias de 2009. Como sea, la decisión de la SCJN puede considerarse un acto de independencia entre poderes.

Los efectos de esta decisión colocan a la ciudad de México como un territorio de avanzada –equiparable con las naciones más desarrolladas del planeta–, en el reconocimiento y protección de los derechos de las mujeres. En el resto de la República, es cosa de tiempo. Las mentes más brillantes y progresistas en todos los rincones de nuestra patria darán la batalla, y más temprano que tarde se alcanzará la igualdad de derechos, contando ahora con un respaldo constitucional. Además, los debates realizados en México son examinados cuidadosamente por todas las naciones latinoamericanas.

Lo que ha ocurrido en México rompe la hegemonía del pensamiento conservador en el continente. Es el golpe más devastador que ha recibido el bloque neoscurantista mundial en América Latina en lo que va del siglo XXI. De este tamaño es la importancia de la decisión que tomaron los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

 
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