Usted está aquí: miércoles 17 de septiembre de 2008 Economía El toro de Wall Street está herido; no se detiene la incertidumbre

■ Detrás del jaque de AIG se prevén más bancos de inversiones en riesgo de desmoronarse

El toro de Wall Street está herido; no se detiene la incertidumbre

■ La bolsa de valores de NY se desplomó más de 500 puntos el lunes y se esfumaron 700 mil mdd

■ Intervenciones y rescates financieros del gobierno no logran frenar la avalancha financiera

David Brooks (Corresponsal)

Ampliar la imagen El secretario del Tesoro estadunidense, Henry Paulson, responde las preguntas de reporteros en la Casa Blanca El secretario del Tesoro estadunidense, Henry Paulson, responde las preguntas de reporteros en la Casa Blanca Foto: Ap

Nueva York, 16 de septiembre. La crisis financiera, que ya aniquiló o acorraló a algunas de las instituciones más emblemáticas y poderosas de Wall Street, no ha sido domada a pesar de tanta sangre y las intervenciones del gobierno de George W. Bush, en una coyuntura que podría marcar el principio del fin del dominio estadunidense del mundo financiero.

El toro de Wall Street está gravemente herido.

Ahora está en jaque una de las mayores aseguradoras del mundo, cuya quiebra tendría un impacto severo sobre el sistema financiero internacional. Detrás de ella hay más bancos de inversiones en peligro de caer y sufrir daños severos, ante lo que algunos han caracterizado como un “tsunami” financiero.

Por segundo día consecutivo, y a pesar de reuniones de emergencia entre jefes financieros y el gobierno federal, y un intento del presidente Bush para tranquilizar al mercado, no se logró detener el deterioro de la confianza en el sistema financiero. La bolsa de valores de Nueva York se desplomó más de 500 puntos el lunes, la peor caída desde el 11-S en 2001. Unos 700 mil millones de dólares en el valor de los accionistas se esfumó en un solo día, según el Washington Post.

Aunque hoy pareció estabilizarse la bolsa aquí, eso parece responder a rumores de que el gobierno intervendrá de nuevo para evitar el fin de la aseguradora amenazada, a lo cual se sumó la decisión de la Reserva Federal de no cambiar la tasa de interés. Por ahora, todos los inversionistas están intentando hacer lo mismo que las empresas financieras, o sea, “reducir su riesgo” ante la incertidumbre que inunda a Wall Street.

Fue un fin de semana mortal para dos de los símbolos de Wall Street, con Lehman Brothers, el cuarto banco de inversiones más grande del país, declarándose en bancarrota (la cual sería, por el valor de sus activos de 639 mil millones, la quiebra más grande de la historia estadunidense), y Merrill Lynch, el banco de inversiones más grande del país, que acepta desaparecer como entidad independiente al optar por salvarse del huracán financiero vendiéndose al Bank of America. O sea, dos bancos de inversiones que sobrevivieron el crack de 1929 y la Gran Depresión, pero no lograron sobrevivir la crisis de 2008.

Lejos de tocar fondo

Y esto está lejos de tocar fondo pues hay pronósticos de más víctimas: la aseguradora más grande del país, American Internacional Group (AIG), está tambaleando y requiere una infusión hasta de 75 mil millones de dólares, mientras la institución de ahorro y crédito más grande del país Washington Mutual (WaMu) también está al borde de un colapso.

“Todos estamos atemorizados”, confiesa un corredor en una de las empresas principales de Wall Street a La Jornada, “y casi todos creemos que esto aun está lejos de tocar fondo”.

“Y nadie sabe qué ocurrirá ahora”, advierte el economista Paul Krugman de la Universidad de Princeton y columnista del New York Times.

Ahora toda la atención está sobre AIG, firma que tiene relaciones de negocio con casi todas las principales empresas financieras del mundo. Lo que empezó con el desplome de precios de vivienda, generando problemas en el mercado de hipotecas e instrumentos de deuda vinculadas a ellas, y contagió a casi todo Wall Street, amenaza ahora la sobrevivencia de una de las aseguradoras más grandes del mundo.

Sólo el lunes, el valor de las acciones de AIG se desplomaron 61 por ciento. Como reporta The Wall Street Journal, la empresa es “una jugadora tan grande en asegurar riesgo para instituciones del mundo, que su fracaso podría hacer temblar el sistema financiero global”.

El lenguaje que se emplea entre banqueros, analistas y funcionarios está repleto de palabras como “riesgo grave”, “pánico”, “inédito” y hasta la “peor crisis financiera desde la Gran Depresión”. Tal vez más alarmante es que nadie sabe hasta dónde llegará esta crisis, ya que una serie de intervenciones y rescates de empresas por el gobierno en los mercados financieros en los últimos meses no han logrado cumplir con su objetivo de detener la avalancha financiera.

La gravedad de la situación se confirmó cuando este pasado fin de semana los principales capitanes del sistema financiero más poderoso del mundo fueron convocados por Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, y el secretario del Tesoro, Henry Paulson, para reunirse en las oficinas de la Reserva Federal en Nueva York y negociar cómo enfrentar la crisis que podría amenazarlos a todos.

Ahí se decidió abandonar a Lehman Brothers y sellar el fin de una de las empresas de mayor prestigio en el mundo financiero después de 158 años de vida, así como el de sus 25 mil empleados. Fue ahí donde de pronto, frente a la posibilidad de que las olas provocadas por ese fracaso y un año de turbulencia, Merrill Lynch –tal vez la firma más emblemática de Wall Street– decidió venderse por 50 mil millones a Bank of America.

Como resultado, de los cinco grandes bancos de inversiones independientes en Wall Street que existían hace unos meses, hoy sólo permanecen dos: Goldman Sachs y Morgan Stanley.

Todo esto poco después de la muerte de otra de las cinco principales casas de Wall Street, cuando Bear Stearns fue vendida a JP Morgan Chase, con el respaldo de 29 mil millones del gobierno federal.

De hecho, lo notable ahora es que el fin de Lehman fue sellado justo cuando el gobierno federal se negó a respaldar el riesgo financiero para un comprador de esa empresa, contrario al caso de Bear Stearns, un giro dramático en el comportamiento del Departamento del Tesoro al regir hasta ahora su papel como “prestador de último recurso”.

Al parecer, el gobierno deseaba evitar que continuara el precedente de que respaldaría a toda empresa de importancia cuando fracasa, como hizo con Bear Stearns hace unos meses, y de nuevo hace una semana al rescatar a las dos mayores hipotecarias del país, Freddie Mac y Fannie Mae y nacionalizarlas. Pero algunos sugieren que esto fue una movida más política, y que en el caso de Lehman el sistema financiero podía aguantar su fracaso, ya que no fue sorpresa sino un deterioro de meses, y por lo tanto apuestan a que el gobierno se vería obligado a intervenir si esta crisis amenaza la vida de empresas como AIG y algunos bancos.

Más programas de la Fed

De hecho, la Reserva Federal ha ampliado sus programas de préstamos de emergencia para los bancos de Wall Street, después de ofrecer casi 30 mil millones en garantías para Bear Stearns, mientras el Departamento del Tesoro se ha comprometido a respaldar billones de dólares en obligaciones de Fannie Mae y Freddie Mac. Muchos dicen que no será el fin de esta generosidad del dinero del pueblo para enfrentar los errores de los banqueros. Pero el hecho es que el sector financiero estadunidense está debilitado.

Todo esto podría implicar no sólo un cambio dramático en el panorama de Wall Street, sino el comienzo de su fin como centro financiero mundial. “La posición de Nueva York como el centro financiero preeminente en el mundo está en juego”, advirtió Sebastián Mallaby, experto en economía internacional del Council on Foreign Relations, en teleconferencia con medios.

El toro, cuya estatua está al comienzo de Broadway cerca de Wall Street, y que significa “optimismo” y “auge” en el lenguaje del mundo financiero, y que también es el logotipo de Merrill Lynch, está herido. Nadie puede asegurar si es o no una herida mortal.

 
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