Usted está aquí: jueves 18 de septiembre de 2008 Espectáculos Busca Arturo Sotto las entrañas de Cuba y halla historias que superan al surrealismo

■ El documental Bretón es un bebé es un “trabajo de amor a la isla”, explicó el cineasta

Busca Arturo Sotto las entrañas de Cuba y halla historias que superan al surrealismo

■ Para su realización convocaron a los habitantes a narrar sucesos o costumbres extrañas

Gerardo Arreola (Corresponsal)

Ampliar la imagen Un hombre que conserva una momia en su casa; el Santo Sepulcro de Camagüey, testimonio de una leyenda pueblerina que sigue viva; un rito vudú, o una ceremonia de animistas cristianos, parte de las historias que narra Sotto. Arriba, instante de la vida cotidiana en Batabano tras el paso del ciclón Ike por la isla Un hombre que conserva una momia en su casa; el Santo Sepulcro de Camagüey, testimonio de una leyenda pueblerina que sigue viva; un rito vudú, o una ceremonia de animistas cristianos, parte de las historias que narra Sotto. Arriba, instante de la vida cotidiana en Batabano tras el paso del ciclón Ike por la isla Foto: Ap

La Habana, 17 de septiembre. ¿Cómo son los cubanos? “Es imposible responder eso en 50 minutos”, dice Arturo Sotto (La Habana, 1967), quien estrena esta semana su documental Bretón es un bebé, una mirada a los habitantes de la isla a través de la lente del surrealismo... o del realismo mágico.

Un chivo disecado que es venerado en un museo como “comprometido con su época” porque murió apaleado por la policía de los años 40; un hombre que conserva una momia en su casa; una fiesta popular que culmina simulando un entierro. Éstas son algunas de las historias que Sotto, el fotógrafo Ernesto Granado y el equipo de filmación buscaron por todo el país las entrañas de la isla.

Pero el realizador advierte que no quiso “definir la nacionalidad cubana”. Llegó a grabar listo para llevarse una sorpresa, sin asumir una visión crítica. “Nos entregamos a lo que vimos”, recuerda. Fue “una experiencia única y un trabajo de amor a Cuba”.

El documental, coproducido por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos y la brasileña Televisora de América Latina, es parte de una serie de 10 filmes sobre los habitantes de otros tantos países de la región, que se exhibirá en Brasil este fin de año.

Setenta horas de filmación

Para el capítulo cubano, Sotto pidió por radio y televisión a todo aquel que tuviera una historia muy especial que narrara episodios o costumbres y los aportaran a la filmación. “Llamó muchísima gente”, dice el cineasta. “Sentimos cómo mostraban el amor por su tierra”.

El reflejo de esas historias, señala el director, hacen ver como bebé a André Bretón, fundador del surrealismo. Fueron 70 horas de filmación que se apretaron en 50 minutos. Al final están casos como el de hombres y mujeres que invirtieron años en hacerse especialistas de una nucleoeléctrica, pero quedaron atrapados cuando el proyecto fracasó, al derrumbarse la Unión Soviética. Ahora, varios de ellos forjan tabaco y uno más ordeña vacas.

También están el joven que llevó la electricidad a un caserío de la montaña desde la caída de un arroyo; el Santo Sepulcro de Camagüey, testimonio de una leyenda pueblerina que sigue viva; un rito vudú; una ceremonia de animistas cristianos, o una curandera que quiere remediar la anemia de un hombre al que se le saltan los huesos. Todo, en Cuba, en 2008.

 
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