Usted está aquí: domingo 21 de septiembre de 2008 Opinión Foro Mundial de las Migraciones

Matteo Dean

Foro Mundial de las Migraciones

Se realizó la tercera edición del Foro Social Mundial de las Migraciones, en el sur de la capital del Estado español. En la periférica localidad de Vaciamadrid, cientos de organizaciones y más de 2mil personas se han reunidos durante tres días para intercambiar visiones, opiniones, análisis, experiencias y pláticas acerca del fenómeno migratorio. Un momento importante, según los organizadores, que confirmaría la necesidad de este tipo de encuentros.

Y sin embargo el foro pareció respetar y rendirle honor al nombre de la localidad que lo hospedó. Si Rivas estaba pensada para vaciar literalmente a la repentinamente sobrepoblada capital española, el foro al cual asistimos entre el 11 y el 13 de septiembre fue ocupado por el vacío. Un vacío complejo, pero que no deja de comunicar nada. En medio de 74 entre seminarios, talleres, cursos, conferencias y charlas de toda índole y color, la voz del foro se oyó vacía de propuestas y puntos de vista nuevos. No cabe la menor duda acerca de la eficacia de ciertas aportaciones, como fueron las de Francois Houtart, el investigador belga que explicó el concepto de migrantes climáticos y migrantes ambientales; las aportaciones de Rodolfo García Zamora, el mexicano de la Red de Migración y Desarrollo que rompió el mito de las remesas como elemento de desarrollo en las naciones de origen; inclusive la presencia de Jorge Bustamante resultó positiva en el cuadro de un foro que se había fijado cual objetivo encontrar un espacio de incidencia política y que al menos recogió el odio atento del relator especial de la ONU. No obstante esto y aún faltando mencionar a muchos más, los límites de los análisis así como los límites entre la variedad de los participantes se dejaron ver ampliamente.

Antes que todo los límites impuestos por la presencia entre los patrocinadores de sujetos institucionales que en un ambiente de crítica –como debería ser este tipo de espacios– definitivamente no encajan. El Ministerio del Trabajo y de Inmigración que resulta entre los primeros de la lista de los patrocinadores, no tenía que estar en este espacio que justamente se pone como objetivo criticar las políticas públicas, más hoy y más aquí en la España de Rodríguez Zapatero. Y pareció burla –o increíble distracción– que justamente el titular del mencionado ministerio declarara dos días antes de la inauguración del foro que para enfrentar la severa crisis de empleo que atraviesa España en los últimos meses habrá que impedir las regularizaciones de los trabajadores temporales inmigrados. Habrá sido casual, pues al día siguiente la segunda al mando tras Rodríguez Zapatero desmintió al ministro. Y sin embargo ahí está la visión de estos responsables de gobierno que por un lado reprimen y por el otro parecen quererse ganar la simpatía del conjunto de organizaciones sociales metidas en los temas migratorios. Una simpatía que duele decirlo tiene sus interlocutores entre quienes organizaron esta edición del foro: organizaciones cercanas al PSOE, el partido de gobierno, que si bien arremeten en contra de la llamada directiva de la vergüenza acerca de las expulsiones europeas, que si bien critican el modelo neoliberal cual causa suprema de las migraciones, que si bien reclaman una lejana y utópica ciudadanía global, no se atreven a pronunciar palabra acerca de los efectos concretos y cotidianos de la política migratoria del gobierno de Rodríguez Zapatero.

Y esa misma presencia que causa quizás el otro gran límite de este foro: la ausencia prácticamente absoluta de migrantes. Alguna organización participó, claro. Y sin embargo son las mismas de siempre, las que el gobierno reconoce y que el PSOE controla. Y se comprende que así sea, pues aquí están los patrocinios de los mismos que encierran migrantes en los llamados CIE –Centros de Internamiento y Expulsión– y están los portavoces de las visiones reformistas que hablan de derechos humanos migrantes ciertamente, pero al interior de las rutas neoliberales de la migración contemporánea. En fin, la situación es ésta y no es ninguna novedad. La sociedad civil sigue siendo la misma. Es decir, sociedad que se podrá presentar a sí misma como multiétnica pero no es capaz de ser plurinacional; y que se podrá definir civil, pero debería comenzar con definirse militante, porque estos como otros problemas nunca se resolverán sin cambios radicales en las esferas del poder.

El foro se llevó en paz y las palabras que ahí se gastaron fueron buenas. Pero eso fueron: puras palabras. Y los hechos, en cambio, los lleva a cabo el gobierno nacional y la Unión Europea en su conjunto –para quedarnos en el viejo continente. Quizás a esta altura de las cosas, las conclusiones del Foro Social Mundial de las Migraciones podrían resumirse subrayando dos aspectos. Por un lado, que efectivamente la sociología de la migración –de la que hubo muchos exponentes en Madrid– sólo existirá realmente el día en que haya sociólogos migrantes y que haya entonces un salto de paradigma: ya no sean los otros los que midan nuestras vidas migrantes, sino que seamos los migrantes en adquirir ese protagonismo que hasta ahora aún valientemente se ha gastado solamente en la movilización. Por el otro, el mucho palabrerío acerca de los derechos migrantes arriesga con encontrar un límite fundamental o, dicho de otra forma, arriesga con esconder el problema principal del fenómeno. Y es que si aun mañana se aprobara la mejor de las leyes migratorias, se cayeran las fronteras y se realizara el sueño que muchos tenemos, queda por resolver un problema crucial: ¿Cómo convivimos?

 
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