Usted está aquí: viernes 26 de septiembre de 2008 Opinión Embarazos en adolescentes: complejidad y desatención

Editorial

Embarazos en adolescentes: complejidad y desatención

Hoy se conmemora el Día de la Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes, y la situación actual en México con respecto a ese fenómeno resulta sumamente preocupante: según un estudio elaborado por la organización Salud Integral para la Mujer, la tasa de embarazos en gestantes entre 12 y 19 años en el país es de 79 por cada mil, en tanto que, de acuerdo con los datos disponibles para 2005 de la Secretaría de Salud, cerca de 21 por ciento de los partos registrados en instituciones públicas correspondieron a mujeres menores de 20 años. El hecho de que una alta proporción de estos embarazos no sean deseados da cuenta la insuficiencia de las políticas actuales en materia de salud sexual y reproductiva, así como de las deficiencias en el acceso de este grupo poblacional a la información necesaria y a los métodos anticonceptivos adecuados.

Además de la problemática que plantea en términos de salud pública –las complicaciones durante los procesos de gestación en jóvenes constituyen una de las principales causas de muerte en ese sector de la población–, este tipo de embarazos tiende a acentuar el ciclo de la pobreza, por cuanto se acompañan, en muchas ocasiones, de un truncamiento en los estudios de adolescentes y profundizan las dificultades para su inserción en el mercado laboral.

Ante esta circunstancia, prevenir el embarazo adolescente y reducir la tasa de fecundidad entre las menores de edad debieran ser propósitos prioritarios en las acciones y programas de gobierno. En México, sin embargo, tal perspectiva se ve obstaculizada por inercias históricas de las instituciones de salud –que han acusado un sesgo hacia las tareas de prescripción y curación, no de prevención–, así como por la ausencia de acciones orientadas a revertir los añejos rezagos sociales en el país –se estima que más de un tercio de los embarazos en adolescentes se da en los estratos socioeconómicos más bajos–, y de programas que, lejos de considerar a los adolescentes como una masa homogénea, tomen en cuenta las divergencias económicas, sociales y culturales que se manifiestan en ese sector de la población.

Por lo demás, la persistencia de este fenómeno es indicador contundente de las deficiencias del gobierno en materia de educación pública, que debiera fungir como el principal vehículo para difundir información sobre salud sexual y reproductiva. Ese rubro, sin embargo, acusa desde hace décadas un severo abandono presupuestario por parte de las sucesivas administraciones. Un informe reciente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) coloca a México en la última posición de los países miembros de este organismo en el renglón de inversión promedio anual por alumno: 2 mil 405 dólares. En ese mismo sentido, es de destacar el reclamo lanzado por el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Narro Robles, quien ayer solicitó a la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados un incremento de 950 millones de pesos en el gasto de la máxima casa de estudios para el año entrante, dado el recorte de 4 por ciento que el gobierno de Felipe Calderón, por conducto de la SEP, plantea en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2009. En cambio, en el mismo paquete presupuestario, la administración calderonista pretende asignarse mil 723 millones de pesos para gastos de comunicación social y publicidad, cifra superior en mil 52 millones de pesos a los recursos que Vicente Fox Quesada incluyó en el gasto de su último año de gobierno. Tal circunstancia evidencia el carácter marginal que la enseñanza pública tiene en las prioridades del presente gobierno federal, por más que en el discurso se empeñe en afirmar lo contrario.

El embarazo entre adolescentes, y en general el cúmulo de problemáticas relacionadas con la salud sexual y reproductiva, requiere para su atención que se transmita en la sociedad la información adecuada y oportuna. En este, como en muchos otros ámbitos, es urgente que el gobierno reoriente sus prioridades en concordancia con las necesidades del país.

 
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