Usted está aquí: lunes 29 de septiembre de 2008 Sociedad y Justicia Los porros deben su existencia a padrinos que los cobijan, financian y utilizan

■ En la UNAM hay informes que demuestran que esos protectores fomentan la impunidad

Los porros deben su existencia a padrinos que los cobijan, financian y utilizan

Emir Olivares Alonso

Se les llama “padrinos”. Protegen, financian y usan a los porros para sus intereses; los premian por sus “trabajitos” con fiestas, cartones de cerveza, dinero en efectivo, contactos e impunidad.

A los “padrinos” se les ubica en cargos públicos o cercanos a dirigentes y personalidades políticas. Gracias al padrinazgo, los integrantes de los grupos de choque rara vez son consignados ante las autoridades competentes por sus actos vandálicos. Menos aún pisan la cárcel.

Informes en poder de las autoridades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de estudiantes demuestran que el amparo de sus protectores es la principal razón por la que los porros, en especial sus líderes, permanecen impunes.

Aunque desde hace años hay un sinnúmero de denuncias penales en su contra, las causas judiciales sospechosamente se estancan, y así lo evidencia su permanente presencia en los planteles que han convertido en escenario de sus operaciones violentas.

“La autoridad universitaria cumple con expulsarlos de la institución y denunciarlos penalmente. El resto corresponde a las autoridades ministeriales. Y si además ellos delinquen fuera de nuestras instalaciones, obviamente, eso excede nuestras funciones”, señala un alto funcionario de la UNAM.

Los estudiantes consideran que no basta con expulsar a estos personajes para erradicar el problema.

Colectivos universitarios, entre ellos el Grupo de Acción Revolucionaria (GAR) y estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Sur, denuncian incluso que algunos funcionarios universitarios, en particular el director general de los CCH, Rito Terán, y el director de la Facultad de Ingeniería, Gonzalo Guerrero, veladamente los auspician. Ante estos señalamientos, el primero da la cara, lo niega y reta a quienes así lo creen y esparcen la versión a presentar las pruebas de sus dichos.

Un ejemplo emblemático de la impunidad que desde siempre han gozado los porros es Rogelio Izaguirre Meza, El Bujandras, líder del Grupo de Estudiantes del Sur (GES) que opera en ese CCH. Fue expulsado de la UNAM en 2004, cuando se presentó la primera demanda formal, de las tres que existen en su contra, por actos de porrismo, pero ninguna autoridad judicial le ha fincado responsabilidad. Hay señalamientos que lo ligan a una corriente perredista en el Distrito Federal.

Izaguirre fue identificado por la UNAM como uno de los participantes en los actos violentos del pasado 12 de septiembre en Ciudad Universitaria durante la “quema del burro”. Lo paradójico es que el lunes 22 el aludido publicó una carta en la página electrónica de un diario capitalino, en la cual se queja de “persecución” y de ser víctima de un “bombardeo mediático” para destruir su “reputación”.

El GAR, formado por estudiantes de diferentes escuelas y cuya base está en la Facultad de Ingeniería, señala que Alfredo Margarito Benítez González, El He-Man, es empleado del Partido Socialdemócrata y uno de los líderes de la Federación de Estudiantes del Sur, agrupación de porros que opera en los planteles universitarios de esa zona de la capital. Documentos en poder La Jornada confirman que Benítez está acreditado por ese partido, donde está en nómina, ante el Registro Federal de Electores.

Su trayectoria lo persigue: El He-Man fue señalado como uno de quienes “reventó de manera violenta” la asamblea del PSD en el Distrito Federal en marzo pasado, en la que se eligió dirigente local. En estas acciones participó junto con Efrén Sánchez, El Nana, dirigente del Frente de Estudiantes Politécnicos, grupo porril que actúa en el IPN.

Alumnos y autoridades –que pidieron mantener el anonimato– identifican a Gustavo Vargas, encargado de otorgar permisos y licencias en los mercados de la delegación Xochimilco, como “padrino” de Los Lagartos, de Prepa 5, y del GES, de CCH Sur, comandados por El Bujandras y Mario Fernando Penagos Pérez, El Uva. “Les organiza fiestas en la palapa del deportivo Xochimilco y pone camiones a su disposición”, refieren los activistas.

Ligado a ello, el director de CCH Sur asegura que las autoridades universitarias “cuentan con evidencias de que desde 2003 empleados de esa delegación mantienen nexos con grupos porriles”.

Otro caso, refiere, es que el perredista Octavio Flores Millán tuvo colaboradores que “eran porros” cuando fue delegado en Gustavo A. Madero (2003-2006).

Uno de ellos es Sergio Cedillo López, El Demon, quien se dio a conocer políticamente en grupos juveniles priístas y fue cercano a Roberto Madrazo. Posteriormente pasó al PRD y diversos informes lo ubican como líder del Grupo Pedro de Alba, que opera en Prepa 9.

En su libro Génesis: desarrollo y consolidación de los grupos estudiantiles de choque en la UNAM (1930-1990), Hugo Sánchez Gudiño asegura que esas bandas son financiadas por personajes ligados a los priístas Beatriz Paredes y Roberto Madrazo y a los panistas Diego Fernández de Cevallos y Luis Pazos.

Padrino mayor

En entrevista, el académico de la FES Aragón menciona que “el padrino mayor” es el priísta Brígido Navarrete, ex director de Protección a la Comunidad, quien construyó en la década de los 70 gran parte de los grupos porriles en la UNAM y al que se le relacionó con el ex secretario de Gobernación Fernando Gutiérrez Barrios.

Ante ese entramado de complicidades, Terán asegura que las autoridades universitarias acopian información para presentar las denuncias correspondientes: “estamos en un proceso de investigación y la UNAM irá dando datos fidedignos de individuos que están en este trabajo muy perverso”.

Reclama a las autoridades capitalinas y del estado de México atender “con prontitud” las denuncias contra integrantes de esos grupos vandálicos, pues, “sin firmeza, éstos vuelven a las andadas”.

Recientemente directivos universitarios se han reunido con funcionarios de ambas administraciones a fin de diseñar estrategias para erradicar ese problema de los planteles universitarios.

Adelanta que una de las propuestas fundamentales es que la Asamblea Legislativa del Distrito Federal impulse una ley en la que los actos de porrismo sean considerados delitos graves.

 
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