Usted está aquí: martes 30 de septiembre de 2008 Capital Buscan artistas del Metro reconocimiento del STC y regularización de su actividad

■ Demandan acabar con el acoso de guardias de seguridad; “nos tratan como ambulantes”

Buscan artistas del Metro reconocimiento del STC y regularización de su actividad

■ El colectivo Arte Bajo la Ciudad realizará hoy un festival musical en el primer vagón de alguna línea

Rocío González Alvarado

Ampliar la imagen Un joven del colectivo Arte Bajo la Ciudad toca el saxofón en las estaciones de la Línea 3 del Metro Un joven del colectivo Arte Bajo la Ciudad toca el saxofón en las estaciones de la Línea 3 del Metro Foto: Roberto García Ortiz

Artistas urbanos, estudiantes de música, teatro o literatura, pero también de química o medicina, e inclusive amas de casa, la mayoría de ellos jóvenes que han hecho de los vagones del Metro su fuente de trabajo y el escaparate para compartir su arte, buscan el reconocimiento y la regularización de sus actividades por parte de las autoridades del Sistema de Transporte Colectivo, y con ello acabar con el acoso de los guardias de seguridad.

“Desde que se construyó el Metro se han realizado actividades culturales, pero jamás hemos sido reconocidos como artistas; desde siempre, la autoridad nos ha relacionado con el comercio informal y como tal nos trata”, dice Efraín Caballero, representante del colectivo Arte Bajo la Ciudad, cuyos integrantes realizarán este martes un festival musical en el primer vagón de una de las líneas del sistema.

Las remisiones al juzgado cívico –agrega– están a la orden del día. “Ya no importa si te agarren infraganti, con el simple hecho de cruzar el torniquete y te vean con algún instrumento musical, o te reconozcan, te llevan”, refiere, al señalar que las sanciones por trabajar furtivamente en el transporte subterráneo van en aumento.

Desde 2004, a partir de las reformas a la Ley de Cultura Cívica, actividades como cantar, recitar alguna poesía o tocar algún instrumento musical en algún vagón o pasillo son entendidas como una agresión contra la seguridad ciudadana. Las multas, que van de 1 a 11 días de salario mínimo, dependen del criterio del juez, sin contar que son sometidos a un registro dactilar y fotográfico, para crear una supuesta red de prevención del delito. “Nos fichan para detectar reincidentes, y con reincidencia automáticamente son de tres a 24 horas de arresto”, apunta.

Acompañado de Cinthia, estudiante de preparatoria que desde hace un año recorre los vagones recitando poesía, y de Francisco, recién egresado de una escuela de teatro, Efraín precisa que, en su caso, le ha tocado pisar las delegaciones hasta tres veces en una semana, aunque todo depende de la temporada. “Hay operativos intensos y en todas las líneas cuando se avecinan las elecciones o cuando estrenan un nuevo programa”, refiere.

Pero esquivar a los guardias de seguridad entre los ríos humanos que diariamente abordan el Metro no es el único problema que sortean. Líneas como la 1, la 4 y la B están vedadas para los denominados artistas urbanos, líricos o profesionales, por los límites que imponen las agrupaciones del comercio informal.

“Actúan como mafias, se han adueñados de los vagones”, señala, al explicar que ante ello, las líneas 2 y 3, son las que primordialmente se han convertido en corredores culturales, donde los usuarios pueden escuchar en su trayecto desde música clásica, latinoamericana, trova o boleros, de todos de los niveles. “Ahí encuentras desde el aprendiz, el aficionado, hasta el más profesional”, precisa.

Nunca, asegura, han sido factor de riesgo ni de incidentes, por lo que aunque reconoce que no pueden aspirar a estar organizados como en sistemas similares en Europa, por las características arquitectónicas del Metro de la ciudad, considera que se puede lograr una regularización que les permita en ciertas líneas y en ciertos horarios dar un espectáculo de calidad.

De hecho, ya presentaron una propuesta a las autoridades, luego de que anunciaran la regularización de los vagoneros, de la cual no han obtenido ninguna respuesta, pero “vamos a insistir, porque estamos seguros que, como sucede en otros países, se puede lograr que el Metro de la ciudad de México se convierta en un espacio para la expresión artística”.

 
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