Usted está aquí: martes 30 de septiembre de 2008 Cultura Itacate

Itacate

Cristina Barros y Marco Buenrostro
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■ Alfombra de semillas

En el mes que se iniciaba el 12 de julio, llamado Tlaxuchimaco, cuando la lluvia había revitalizado la tierra y los campos estaban cubiertos de flores, “toda la gente se derramaba por los campos y maizales a buscar flores, de todas maneras de flores, ansí silvestres como campesinas”. (Historia general de las cosas de Nueva España.)

La flor de ayocote, la de jaguar, la de cuervo o cacalosúchil, el cempasúchil, la nixtamalsóchil o lluvia de oro, entre otras, se depositaban en el templo. Al día siguiente, antes de la salida del sol, se ensartaban con hilos y mecates delgados formando unas sogas floridas que tendían en el patio como ofrenda al dios Huitzilopochtli.

Este antecedente facilitó que después de la conquista se formaran tapetes de pétalos de flores al paso de las imágenes católicas. Refiere Bartolomé de las Casas que en la festividad de Corpus Christi, en Tlaxcala, el camino de la procesión se cubría “de juncia y de espadañas y flores, y de nuevo había quien siempre iba echando rosas y clavellinas, y siete u ocho maneras y diferencias de danzas que regocijaban mucho la procesión”.

Antonio García Cubas narra que en la ciudad de México, a mediados del siglo XIX, en la base de los altares de Dolores se formaba “un tapete con salvado extendido, sobre el que, por medio de patrones de papel, se hacían alrededor complicadas labores con pétalos de flores, polvo de café y obleas desmenuzadas, y en el centro el anagrama de la Virgen”.

Esta tradición se conserva con gran vitalidad en la ciudad de Huamantla, Tlaxcala. Las alfombras y tapetes más frecuentes se hacen con flores; otra técnica muy usual es formar las figuras con aserrín teñido de distintos colores.

Don José Lira optó hace unos años, por utilizar productos del campo para hacer este trabajo artesanal. Su hijo Alejando ha continuado con este legado. El pasado sábado 27, con sus familiares y amigos, se montó una alfombra con la imagen de la virgen de la Caridad, que estará expuesta en el Museo Nacional de Culturas Populares durante algunas semanas.

Está rodeada por una greca hecha con caña fresca de maíz púrpura, tunas y manzanas. La imagen central es de semillas de maíz rojo, amarillo, cacahuacintle y negro con punta roja. También hay habas con cáscara y peladas, huesos de capulín de tonalidades rosa, alverjón, frijol negro y lenteja. Las tonalidades son naturales, salvo en el caso de algunos pliegues del manto que están formados con maíz cacahuazentli teñido de azul.

En esta obra colectiva, nadie espera ser reconocido ni remunerado; la satisfacción estriba en la ofrenda del trabajo y en el bello resultado final.

 
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