Usted está aquí: martes 30 de septiembre de 2008 Mundo Navíos de Rusia y EU vigilan frente a costas de Somalia un buque secuestrado

■ Piratas piden 20 millones de dólares para liberar al Faina, que transporta un arsenal

Navíos de Rusia y EU vigilan frente a costas de Somalia un buque secuestrado

■ Se ignora la nacionalidad de la nave, cuál es su destino y si el cargamento de armas es legal

Afp, Dpa y Reuters

Ampliar la imagen El buque Faina que transporta tanques, armas y municiones, permanece desde el pasado jueves frente a costas de Somalia secuestrado por piratas (en las lanchas de la parte inferior) que exigen un rescate millonario. Los gobiernos de Kenia y Ucrania dicen que el arsenal es para el ejército keniano, pero hay versiones de que su destino eran las milicias de Sudán. Tampoco está claro si el pabellón del carguero es de Belice o de Ucrania El buque Faina que transporta tanques, armas y municiones, permanece desde el pasado jueves frente a costas de Somalia secuestrado por piratas (en las lanchas de la parte inferior) que exigen un rescate millonario. Los gobiernos de Kenia y Ucrania dicen que el arsenal es para el ejército keniano, pero hay versiones de que su destino eran las milicias de Sudán. Tampoco está claro si el pabellón del carguero es de Belice o de Ucrania Foto: Reuters

Mogadiscio, 29 de septiembre. Secuestrado desde el pasado jueves frente a costas de Somalia por un grupo de piratas, el buque Faina, que transporta una carga de tanques y otras armas y municiones, era vigilado este lunes muy de cerca por navíos de guerra de Estados Unidos y Rusia, en momentos en que crecen las especulaciones sobre el destino del arsenal, presuntamente dirigido a milicias del convulsionado Sudán.

El teniente Nathan Christensen, vocero de la quinta flota estadunidense, con base en Bahrein, informó que al menos tres de sus naves, entre ellas el destructor USS Howard, intensificaron la vigilancia del barco secuestrado, que lleva una carga de 33 tanques de fabricación soviética.

A los barcos estadunidenses se han sumado al menos uno de la armada rusa y otro de origen desconocido, pero hasta el cierre de esta edición no se habían planteado operaciones de rescate que pudieran significar un riesgo para la seguridad de la tripulación del Faina, operado por una empresa de armas ucraniana.

No ha quedado claro de qué país es el pabellón del Faina; la agencia de prensa francesa Afp lo identificó como de Belice, mientras la agencia alemana Dpa y BBC indicaron por separado que la bandera del buque cautivo es ucraniana.

Christensen puso el dedo en la llaga al señalar que el barco y su cargamento de armas se dirigían en realidad a Sudán –país sometido a embargo por la Organización de Naciones Unidas–, y no hacia Kenia, aunque prefirió “no hacer especulaciones” sobre el verdadero comprador del arsenal.

Los gobiernos de Kenia y Ucrania afirmaron tener todos los documentos para comprobar que el cargamento es legal y se dirigía a las fuerzas armadas kenianas, pero analistas citados por la agencia Afp señalaron que entre los potenciales destinatarios se encontraría el gobierno del presidente sudanés Omar el Bechir, la guerrilla del Movimiento de Liberación Popular de Sudán o cualquiera de los múltiples grupos armados que operan en la occidental provincia de Darfur, donde se vive una guerra civil que ha dejado más de 400 mil muertos desde 2003.

Uno de los piratas somalíes advirtió que cualquier intento de rescatar la embarcación por la fuerza podría terminar en una matanza.

“Tenemos suficientes provisiones y todos los miembros de la tripulación están bien. Si cualquier barco de guerra ataca, no quedaría nadie vivo: o sobrevivimos todos o morimos todos”, dijo un hombre identificado como Sugale Alí, quien admitió que el capitán del Faina, el ruso Vladimir Kolobkov, falleció por una crisis de hipertensión.

Los secuestradores pidieron inicialmente un rescate de 35 millones de dólares, que bajaron el domingo a cinco millones, pero hoy volvieron a subir el monto de sus exigencias a 20 millones de dólares.

En medio de esta atmósfera de tensión, fue que surgió la controversia sobre el destino de las armas transportadas por el barco.

Dos diplomáticos occidentales en Nairobi, citados por el diario New York Times, afirmaron bajo condición de anonimato que había un pacto secreto para que el arsenal llegara al puerto keniano de Mombasa, y de ahí ser transportado hacia otro país, que no identificaron.

Este tipo de operaciones secretas, de acuerdo con oficiales de inteligencia estadunidenses, se han vuelto muy comunes en los años recientes, y de hecho ni siquiera hay un impedimento legal para que Kenia venda armas a las milicias del sur de Sudán.

El coordinador del Programa de Asistencia Marítima en Kenia, Andrew Mwangura, quien se dedica a documentar los recientes ataques de piratas, consideró que los tanques a bordo del Faina “eran para Sudán, y el gobierno de Kenia no lo quiere admitir a causa del embargo” impuesto por Naciones Unidas sobre el gobierno de Jartum.

A partir de la guerra civil de 1991, el litoral de Somalia –con casi 3 mil kilómetros de extensión– se ha vuelto una de las zonas más peligrosas para los más de 30 mil barcos cargueros que deben pasar por ahí cada año, enlazando el océano Índico y el mar Mediterráneo.

La Oficina Marítima Internacional calcula que al menos 55 navíos han sido atacados en esa zona por piratas en lo que va del año, lo que ha obligado a los países industrializados a movilizar efectivos militares para proteger sus intereses.

De hecho, el gobierno de Francia presentó esta semana un nuevo proyecto de resolución al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para constituir una fuerza marítima multinacional que frene la piratería. China, Libia y Vietnam ya aceptaron, bajo la condición de que ese organismo de seguridad sólo actué en Somalia, y no en Filipinas y Malasia, donde también hay frecuentes asaltos contra los barcos.

La actuación de los piratas en Somalia, que se mueven en lanchas rápidas y no pueden ser detenidos por las autoridades locales, también afecta la entrega de ayuda humanitaria, de la cual dependen unos 3 millones de personas.

A todo esto, las fuerzas de seguridad de Egipto confirmaron la liberación de los 19 turistas –11 de ellos europeos– que habían sido secuestrados hace diez días en la frontera con Chad, así como la muerte de la mitad de los criminales en un tiroteo.

 
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