Usted está aquí: viernes 3 de octubre de 2008 Cultura Penultimátum

Penultimátum

■ Laicismo vs Islam en Francia

Si el primer fallo, a finales de junio, causó enorme malestar en Francia, una declaración del tribunal que revisa el caso puso de nuevo en la mesa de debates la igualdad que la ley establece entre el hombre y la mujer. Un poco de historia: en abril pasado, una juez de la ciudad de Lille anuló el matrimonio civil contraído hace dos años por una pareja de franceses de religión musulmana. El argumento: la esposa no era virgen. Por tal motivo la repudió el marido, cuyo padre, a su vez, devolvió a la mujer, de 20 años, a la casa paterna. El hombre actuó como si se hubiera casado en un país islamita y no en uno con larga tradición laica.

El marido, de 40 años, demandó entonces la nulidad del matrimonio. La juez que estudió el caso acordó que procedía, pues la mujer había mentido al asegurar que era virgen. Inicialmente, la ministra de Justicia defendió a la juez por ser lo mejor para la esposa y porque era una forma de protegerla ante la posible violencia del marido y las familias implicadas. Pronto se arrepintió de su ligereza declarativa y rectificó.

Parlamentarios, integrantes del Poder Judicial y grupos defensores de los derechos humanos y la igualdad de la mujer y el hombre, y hasta Valérie Létard, secretaria de Estado para los derechos de las mujeres, calificaron la decisión de la juez como un retroceso en la interpretación de la ley. El gobierno pidió entonces que el caso fuera revisado por una instancia judicial superior. Algunos de sus integrantes adelantaron recientemente su opinión, que es contraria a lo argumentado por la juez.

Lo que en el fondo está en la mesa de discusión es la esencia misma de la nación francesa, de mayoría cristiana, pero en la que los asuntos religiosos están en otro sitio. En el caso mencionado, la juez de Lille aceptó que el proceso de anulación era válido por ser los contrayentes musulmanes y en esa religión la mujer es repudiada por el marido si no es virgen al llegar al matrimonio. En algunos países es asesinada por el esposo “ofendido” o su familia; o la de de la propia mujer, pues considera el repudio una vergüenza, una afrenta. En cambio, el hombre puede tener varias esposas a la vez. Calificados juristas agregan que la nulidad procede porque los contrayentes nunca han vivido juntos.

Todo indica que el tribunal colegiado que dirá la última palabra sobre este asunto el 17 de noviembre, será muy claro al reafirmar la tesis de que la falta de virginidad de la mujer no puede ser causal de nulidad de un matrimonio. A lo más, de divorcio. En Francia se efectúan al año unos cuantos juicios de nulidad, en cambio, los divorcios suman 170 mil.

Triunfará finalmente, no la ley islámica, sino la esencia del Estado laico y el principio de igualdad entre el hombre y la mujer, orgullo de la Francia de Voltaire y Rousseau.

 
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