Usted está aquí: martes 7 de octubre de 2008 Opinión Drogas: la hora del Senado

Javier Flores

Drogas: la hora del Senado

Escuché por la radio al secretario de Salud decir que estaba en contra de la legalización de las drogas. Habló sobre los daños que acarrean el consumo de cocaína y otras sustancias. Eso fue hace dos semanas. Pero algo cambió repentinamente. El 2 de octubre, el Ejecutivo envío al Senado una iniciativa de ley en la que se legaliza la posesión de pequeñas cantidades de sustancias consideradas hoy ilícitas, con lo que se haría una diferenciación, que es clave, entre el consumo y el tráfico ilegal.

Como se recordará, el Congreso, en su última sesión durante el gobierno del presidente Vicente Fox, votó en favor de una ley que permitía la posesión de drogas y establecía las cantidades que una persona podía portar para su consumo. Todos los partidos estuvieron de acuerdo. Pero finalmente Fox vetó esta ley. Ahora nos enteramos de que la decisión de dar marcha atrás obedeció a las presiones ejercidas por el gobierno de Estados Unidos, de acuerdo con la nota de Ciro Pérez y Víctor Ballinas aparecida en este diario el pasado viernes.

Es muy importante hacer la diferenciación entre el consumo y el comercio de las drogas. Una persona que consume mariguana, cocaína, drogas sintéticas o alucinógenos no puede ser considerada criminal. La iniciativa es, en este sentido, correcta, pero tal como está redactada termina siendo absurda. Tiene como punto de referencia una tabla de sustancias y cantidades permitidas, a partir de la cual, los que la excedan serán criminales y quienes se encuentren por debajo, adictos, que serán remitidos para su tratamiento a centros de rehabilitación… una especie de fichaje.

Las dosis personales permitidas son absurdas; por ejemplo: opio, 2 gramos; heroína, 50 miligramos (que son las drogas de uso menos frecuente en nuestro país). La mariguana, 2 gramos, es decir, menos de un cigarro; cocaína, medio gramo; éxtasis, 40 miligramos (cuando una pastilla tiene al menos 100), y metanfetaminas, 40 miligramos. Es decir, se “permiten” cantidades que son irreales para el consumo personal.

Además, quienes se encuentren en posesión de estas dosis no tienen escape. Se les remitirá a las instituciones correspondientes para su rehabilitación o si tienen un microgramo más, a la cárcel (me imagino a los policías portando, además de su rifle, una balanza analítica). En caso de reincidencia, por tercera ocasión, serán llevados a la cárcel aun tratándose de las dosis permitidas. ¿Así es como se pretende curar a los adictos? Señores senadores, se requiere de una visión racional y por tanto de una corrección a este desatino.

Ésta podría ser una buena ley que evitara los abusos policiacos en contra de quienes consuman estas sustancias, especialmente los jóvenes, pues podría orientarse exclusivamente al combate del narcotráfico, pero tal como está planteada es francamente absurda, pues los consumidores siguen siendo, de algún modo, señalados y perseguidos. Podría establecerse, en cambio, un registro voluntario para el tratamiento de las adicciones.

La humanidad desde sus orígenes consume drogas. ¿Para qué? Para sentirse bien, para tener placer. Como esto es algo inherente a la naturaleza humana, se ha creado un negocio alrededor. Es lo mismo que ocurre con el sexo, lo mismo que ocurrió con la prohibición del alcohol. La persecución del consumo crea una industria, porque la prohibición del placer es económicamente redituable: la demanda es colosal… La prohibición es un mecanismo de control y un gran negocio.

El Ejecutivo manda una iniciativa que está orientada a liberalizar tímidamente el consumo de drogas y a combatir el narcomenudeo. Al hacerlo, coloca el tema en el territorio del Poder Legislativo, concretamente en el Senado. Éste tiene la oportunidad de modificar la propuesta. Si los legisladores deciden modificar la tabla de dosis para el consumo personal e inmediato, estarán dando uno de los pasos más importantes para diferenciar el consumo del tráfico de estupefacientes, y cambiarán por completo, con ese simple hecho, la realidad de este país… Está en sus manos.

Olvidaba decir que la morbilidad y mortalidad por el consumo de drogas ilícitas en nuestro país es poco significativa, frente a las patologías originadas por el consumo de alcohol y tabaco (drogas legales), y especialmente ante las ocasionadas por la desnutrición.

 
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