Usted está aquí: viernes 10 de octubre de 2008 Cultura Monsiváis llama a incorporar la gesta del 68 como parte esencial de nuestra historia

■ La clase política sigue siendo altanera, muy creyente en la impunidad e incompetente, afirma

Monsiváis llama a incorporar la gesta del 68 como parte esencial de nuestra historia

■ “La defensa de los derechos humanos, jamás ha sido una causa para el Partido Acción Nacional”

Mónica Mateos-Vega

A cuatro décadas de la represión a los estudiantes del 68, si bien se ha develado la mentira con la que el gobierno pretendió cubrir los hechos relacionados con la matanza de Tlatelolco, quedan materias pendientes.

“Falta que se acepte lo acontecido como parte sustancial en la historia del siglo XX en México, que llegue a los libros de texto, que se sepa que los causantes no pueden ya ser el motivo de orgullo nacional en ningún nivel, y por eso, me parece estupendo que le quiten el nombre de Gustavo Díaz Ordaz a una calle de la ciudad”, señala Carlos Monsiváis.

A propósito de la aparición de su libro El 68: la tradición de la resistencia (Ediciones Era), en el que hace una revisión de los materiales disponibles, antiguos y de acceso reciente, el autor puntualiza en entrevista con La Jornada que el clima de miedo que se vivió hace 40 años no se compara con el sentimiento de inseguridad que permea al país en la actualidad.

“El narcotráfico es un terror que no tiene ya el antiguo referente de matanzas entre bandas o cárteles. Lo que pasó el 15 de septiembre en Morelia y el asesinato de los albañiles cuyos cadáveres fueron arrojados en La Marquesa es una demostración.

“Han asesinado a muchísmos policías y ahora hay una cierta persecución de jefes policiacos que uno ya tiene que atribuir a un terror diseminado, por un lado impune y por el otro absolutamente indiscriminado.

“Digo impune, pues así detengan a 20 o 30 zetas no han tocados sus estructuras de poder ni han logrado acercarse a sus cómplices, así como en la clase política y el empresariado. Lo del 68 fue una represión muy localizada contra estudiantes y contra quienes los apoyaban. Esto es una matanza generalizada, no encuentro comparaciones. En el 68 se dio un hecho muy localizado. Ahora no sabemos en qué va a terminar.”

No obstante, Monsiváis reconoce que la clase política sigue siendo la misma: “altanera, muy creyente en la impunidad y profundamente incompetente. A la distancia se ve que Díaz Ordaz y Luis Echeverría eran muy incompetentes, y lo de ahora es una prueba suprema de ineficacia.

“Cuando el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, habla de que hay que tener paciencia, no sabe que lo que está diciendo es que hay que aprender a morirse de hambre, a enloquecer en el desempleo, a ver las ruinas de los negocios. A eso le llama tener paciencia.

“Del mismo modo que en el 68 se decía que habían sido los subversivos, cambia el discurso, pero permanecen las bases: la creencia de que se están dirigiendo a una colectividad de impotentes y de idiotas.”

El PRI, sin autocrítica

El autor de Días de guardar (1971) –donde también aborda el 68– recuerda que en aquel año el gobierno “secuestró material fílmico, fotografías e impuso el terror en las imprentas”, ahora, al ponerse esos testimonios ante la opinión pública, añade, “el Partido Revolucionario Institucional (PRI) demuestra que no tiene capacidad de autocrítica, de lo contrario tendría ya un programa o un proyecto.

“Es una coalición de grupos semifeudales cuya razón de ser es defender lo que han sido, por eso protegen a Díaz Ordaz y a Echeverría. De ellos (los priístas) no ha partido la mínima crítica hacia esos dos personajes truculentos de su pasado. No han sido capaces de examinar el 68, y todavía un senador del PRI en un acto de insolencia dijo que ya era tiempo de dejarnos de eso, y que recordar el 68 era oponerse al progreso y a la felicidad del pueblo mexicano.

“Eso es muy claro en cuanto a la necesidad que tiene el PRI de no aceptar nunca la crítica, ni la autocrítica, y vivir sólo atenido a los tiempos que le depara la inercia, el clientelismo y la feudalización de los estados.

“Por otra parte, al Partido Acción Nacional nunca le importó el 68. Su causa no ha sido jamás la defensa de los derechos humanos. Y la izquierda partidaria, que debía haber insistido en la conmemoración del 68, por sus divisiones, ha tenido una presencia mínima, salvo el discurso de Andrés Manuel López Obrador.

“En ese sentido, creo que la clase política –si así queremos llamar a ese ejercicio tan fallido del poder– lo que hace es marginarse una vez más del verdadero examen de lo ocurrido y niega la posibilidad de entender.

“El presidente Felipe Calderón, cuando habla del registro histórico, con tristeza, del 68, debía añadir que para que ese registro no se quede en un sentimiento anual o en una mera sensación conmemorativa, debía darse ya el ingreso claro y lo más detallado posible del 68 en los libros de texto de primaria, secundaria y preparatoria”, concluyó el escritor.

 
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