Usted está aquí: domingo 12 de octubre de 2008 Cultura Implacable operativo en el Cervantino: hasta ositos de peluche son esculcados

Cultura y arte a raudales

■ Los niños son revisados de manera exhaustiva antes de entrar a los espectáculos

Implacable operativo en el Cervantino: hasta ositos de peluche son esculcados

■ “Están paranoicos”, “es una agresión”, “arbitrarios”, entre las quejas que se escucharon

Pablo Espinosa, Fabiola Palapa y Ana Mónica Rodríguez (Enviados)

Guanajuato, 12 de octubre. Desde el gobierno estatal de Vicente Fox, la policía se ha convertido en actor, parte del paisaje y del paisanaje, factor de polémica, escozor y sorpresas en el Festival Internacional Cervantino. A partir de la tragedia ocurrida en la concentración pública del 15 de septiembre en Morelia, la ocasión permite ahora recrudecimiento de la presencia policiaca en la fiesta cultural cervantina. Todas las entradas a los recintos están poblados por policías. Para ingresar, sin excepción los asistentes son esculcados. Lo más nuevo y divertido ocurre en las funciones diarias en el futuro denominado Pastitos. La carpa de los niños, donde también campean las revisiones policiacas antes de entrar a disfrutar las obras de arte.

Basta ubicarse junto a los arcos detectores de metales para observar las siguientes escenas: un niño de la fila de plano levanta las manos frente al feroz policía que lo recibe; una niña logra pasar la revisión con éxito, pero celosa del deber le muestra al policía su osito de peluche que llevaba bajo el brazo y no había sido sometido al escrutinio. El policía no entiende la finísima ironía y también esculca al osito de peluche: pasa sus gruesos, oscuros dedos por el peluche, desde las axilas del osito hasta las patitas mulliditas.

El papá de dos niñas de plano se quitó el cinturón, como si estuviera en un aeropuerto; al pasar por el arco detector contiene la respiración, cierra los ojos y, alivio, no sonó la alarma, que en realidad no deja de sonar, porque los policías entran y salen, celosos de su deber, y sus armas las hacen activar continuamente.

Una niña pone ojos de susto: el policía pasa sus manazas alrededor de la mochila que la inocente carga en su espalda: una mochilita de colores rosa y azul con vivos infantiles. Un joven indignado ironiza al policía: “no vaya a traer adentro una pistola ¿verdad?”, a lo que el policía responde de inmediato: “todo puede suceder; una niña traía una navaja en la función anterior”.

Hallar algo, la consigna

La calma llega dentro de la carpa, en cuanto comienza la función del grupo japonés Kawasemi-za, con sus marionetas que despiertan la música más bella en el planeta: la risa de los niños.

Afuera sigue la revisión. Un padre de familia bautiza con sorna: “ahora sí, el gobierno ya tiene su 11-S michoacano”.

Para la presentación del espectáculo Aluminum, en la explanada de la Alhóndiga de Granaditas, los policías intimidaron al público al hacer una revisión exhaustiva de bolsas de mano y ropa.

Algunos hombres comentaron que después de pasar por los detectores de metales fueron manoseados por todas partes de su cuerpo y se sintieron “violados”, porque los elementos de seguridad forzozamente querían encontrar algo.

Esta situación provocó descontento entre las personas que tuvieron que hacer largas filas para entrar al espectáculo. “Nos revisan de pe a pa; están paranoicos. Esto es una agresión”, comentó un hombre.

Otras personas señalaron que el operativo de seguridad era arbitrario, porque había quienes entraban por otro lado y no les revisaban nada.

Las mujeres tuvieron mejor suerte que los varones para ingresar a la Alhóndiga: pasaban por el detector de metales y su revisión era rápida.

Debido el fuerte dispositivo de seguridad con 868 elementos de la policía ministerial, federal y Ejército, los guanajuatenses –desde que inició el Festival Internacional Cervantino– en las calles, las tiendas y en los mercados han expresado temor ante un posible atentado con bomba como el ocurrido en Morelia.

 
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