Usted está aquí: domingo 12 de octubre de 2008 Cultura La insistencia mediática debilita las religiones, no las fortalece: Monsiváis

■ El escritor cerró las jornadas del congreso internacional ¿Es verdad que Dios ha muerto?

La insistencia mediática debilita las religiones, no las fortalece: Monsiváis

Arturo Jiménez

Lejos de representar el fortalecimiento de las religiones, por ejemplo, de las provenientes del cristianismo, la cada vez más fuerte presencia de las mismas en los medios de comunicación electrónicos refleja –más bien– “el debilitamiento de la experiencia religiosa”, dijo el escritor Carlos Monsiváis, durante una conferencia en la Universidad del Claustro de Sor Juana.

Con la ponencia Danos hoy nuestra teología cotidiana, Monsiváis participó el viernes en la última jornada del congreso internacional ¿Es verdad que Dios ha muerto?, en el que durante cinco días intervinieron especialistas de nueve países.

El escritor, quien hizo un amplio recorrido histórico para explorar el tema de “las visiones y las divulgaciones de la religión que las mayorías adoptan”, ante los asistentes congregados en el patio del claustro apuntó: “La ‘privatización de la teología’ a cargo de los especialistas. ¿Cuántos están al tanto de lo que quiere decir ‘ataraxia’?, ideal supremo de felicidad que alcanza el alma después de calibrarse por la moderación en los placeres del cuerpo y el espíritu; ¿cuántos entienden el latín, mientras dura como lenguaje de las misas?;  ¿cuántos saben de la dulía y la hiperdulía?, formas de culto por encima de todo; ¿cuántos lograrían definir el monofisismo?, doctrina según la cual todos los humanos provienen del matrimonio de Adán y Eva. La teología muy especializada nada puede contra un grabado de Doré”.

Para Monsiváis, la “teología popular, término muy favorecido por la izquierda religiosa, era hasta hace poco una colección de relatos del asombro, mezclada con ventas de reliquias, exhibición de los rosarios del turismo religioso bendecidos por el Papa, o incluso empuñados con propósitos milagrosos ante la televisión en cualquiera de las visitas papales”.

Nulo diálogo teológico

Lo otro, agregó, “la teología para deleite exclusivo de los teólogos –por lo menos de unos cuantos– pasa inadvertida; no hay libros de teología que aporten ideas y visiones filosóficas de conjunto que dialoguen con la comunidad de creyentes. Véase los libros más leídos de un largo periodo: El Catecismo del padre Jerónimo, de Ripalda; Imitación de Cristo, de Tomás de Kempis, hasta llegar a la Historia de la Iglesia, del padre Bravo Ugarte, y el enjambre de opúsculos, en especial los folletos todavía hoy repartidos por la jerarquía católica, que corresponden a la colección E.V.C. (El Verdadero Católico), escrita en su totalidad por Pedro Vázquez Cisneros, con el sinónimo de Pedro Sembrador. Estos opúsculos son –a su modo– apasionantes: A mi hija en edad de contraer matrimonio (“Mil veces muerta antes que casada con un divorciado; diez mil veces muerta antes que casada con un masón”) o Las mentiras del protestantismo, que repite la frase de Bossuet: ‘Varías, luego mientes’”.

Monsiváis dijo que la tradición, tan reverenciada como es, expresa siempre un cambio incesante. “Una prueba: la distancia entre el origen y la forma actual de las grandes religiones, con todo y la diversificación de burocracias, rituales, sermones a modo de ponencias, encíclicas y costumbres más bien recientes adjudicadas a ‘la noche de los tiempos’.

“Así por ejemplo, en el cristianismo de hoy es muy vigoroso el componente mediático, que en buena medida ha normado la respuesta sentimental y devocional a la muerte del Papa. La sensación de pérdida de los creyentes es innegable, pero la repetición de imágenes y comentarios (esa ‘nueva versión’ del rosario, aún más pertinaz y obsesiva), notifica el debilitamiento de la experiencia religiosa, que iba de templo en templo y de peregrinación en peregrinación, y que ya, por razones de la masificación y las megalópolis, necesita navegar por la red o, con modestia de recursos, acudir al zapping. Si la fe no se presenta ante el Home Computer o la pantalla chica, la experiencia de la fe se vuelve un tanto anacrónica.”

Planteó que el futuro de la religión varía geográficamente. “En 2025, de acuerdo con diversas estimativas, las comunidades cristianas más grandes se hallarán en Estados Unidos, Brasil, México, Filipinas, Nigeria, Zaire y Etiopía (en ese orden). En este siglo, las masas serán la sustancia de la realidad, y la demografía el criterio básico en el manejo del ritual.

El descenso de la fe

“Por motivos, al parecer contradictorios, se marca el descenso de la asistencia a los templos y de las vocaciones religiosas, sobre todo en los casos donde la obligación del celibato o aleja de la Iglesia o lleva a la hipocresía y, con alguna frecuencia, a los juicios penales. Pero en el nivel burocrático de las religiones –ocho millones de personas en el caso de la Iglesia Católica, las ‘divisiones’ del Papa que tan mal calculó Stalin–, la demografía y la política resultan fundamentales.”

En torno al llamado “descenso de la fe” a escala mundial, el escritor ponderó: “¿Cómo se evalúan estas alzas y bajas? Si se atiende a un fenómeno internacional, la conversión de la Semana Santa en época vacacional, entonces la fe está a la baja, pero si se observa a las muchedumbres musulmanas o guadalupanas, la religión sigue al alza.

“Y la efervescencia de religiones –cerca de 3 mil cultos registrados en México– indica la persistencia del ánimo devocional. También, y entre miles de ejemplos, el fin o la agonía de la censura eclesiástica ratifica algo drástico: la tecnología evade todas las prohibiciones y la efervescencia religiosa se mueve siempre en ámbitos seculares.”

 
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