Usted está aquí: domingo 12 de octubre de 2008 Opinión El derecho de huelga en la burocracia

Néstor de Buen

El derecho de huelga en la burocracia

En estos días los que están de moda son los maestros que prestan sus servicios en el estado de Morelos, y que forman, por lo visto, parte de alguna o algunas secciones del SNTE que muestran sus simpatías por la coordinadora (CNTE). Han decretado una huelga de hecho que, manifestada al principio enfrente del palacio de gobierno ante la negativa reiterada del gobernador de recibir a una comisión, trasladaron sus acciones a Cuernavaca, en su conjunto, y ahora, en esta misma semana, a diversas carreteras.

Dicho sea de paso, el martes nos tocó a la licenciada Silvia Pérez y a mí, que regresábamos de Cuernavaca, donde visitamos a un juez, un alto inesperado en Tres Marías, a donde llegamos alrededor de la una de la tarde, que duró un poquito: siete horas durante las cuales la inmensa caravana que formábamos los automóviles detenidos hicimos la felicidad de las fondas. En una de ellas pudimos consumir unas sabrosísimas quesadillas.

Nos encontrábamos, casi, al principio del problema. A poco más de 200 metros antes del puente que atraviesa la carretera, constituíamos en cierto modo la avanzada del feroz embotellamiento. Un poquito más adelante, la gran masa de los paristas y una inquietante hoguera, que más tarde pudimos comprobar que se formaba con el incendio aparatoso de muchas llantas. Atrás de la hoguera, a cierta distancia, se apreciaban los cascos de los granaderos que, por cierto, no intervenían.

Pasaban helicópteros dando vueltas y revueltas. Con el mejor de los ánimos me aproximé al grupo de paristas. En términos amables me dijeron que como muy temprano habían detenido a dos de sus compañeros y supuestamente los habían llevado a Cuernavaca, no se moverían de allí si no los regresaban.

Uno piensa que las autoridades podían haber sido más enérgicas por los evidentes daños que causaba el paro, pero el misterio me lo aclararon al advertir que en el primer lugar de la fila estaba detenido un camión transportador de tanques de gas y al lado una camioneta cargada de tanques de oxígeno y alguna otra cosa, instrumentos defensivos de los paristas que inspiraban un respeto total.

El asunto se resolvió a partir de las ocho de la noche en que pudimos iniciar el descenso hacia la capital entre una fila ominosa de granaderos o policías locales, no lo sé bien.

¿Qué hay detrás de todo esto?

Es bien sabido que para la burocracia, de acuerdo con la poco respetable Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado (LFTSE), el ejercicio del derecho de huelga es casi imposible. El artículo 123 constitucional, apartado B, fracción X, exige como causal que se hayan violado de manera general y sistemática los derechos que consagra el propio artículo 123, y la ley burocrática supedita ese ejercicio a que el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje declare que se ha producido esa violación. Eso no ha ocurrido nunca.

Por otra parte, la misma ley burocrática prohíbe la pluralidad sindical, aunque la Suprema Corte ya declaró que es inconstitucional esa regla (artículo 68 de la LFTSE), pero en todo caso el ejercicio del derecho de huelga presume la existencia de un sindicato. En el caso el titular es el SNTE que evidentemente no está de acuerdo con los paristas. Una sección sindical no puede ejercer, por sí misma, el derecho de huelga.

Hay, por otra parte, la noticia no muy confirmada de que los paristas defienden un discutible derecho para ceder a terceros sus plazas, obviamente con compensaciones económicas o, por lo menos, agradecimientos familiares. Ese supuesto derecho no tiene fundamento alguno y roza la inmoralidad.

Creo que el gobernador ha hecho mal en no recibir a los paristas. En estas materias, el diálogo es un elemento esencial, y si se sustituye por la represión, las consecuencias son fatales. Las víctimas de todo son los estudiantes que no estudian y con eso el país va de cabeza.

Me parece que rechazar el ejercicio del derecho de huelga de los burócratas es un error monumental. Hay que reformar la ley.

 
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