Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 12 de octubre de 2008 Num: 710

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Balzac: malos negocios y buenas novelas
ALEJANDRO MICHELENA

Ven pues entre la destrucción
Anestis Evánguelou

Dos poetas

El espacio de la transgresión
ADRIANA CORTÉS entrevista con MÓNICA LAVÍN

Carlos Montemayor: entre la palabra y el punto
HERLINDA FLORES

Pasto verde: cuarenta años de irreverencia
QUETZALCOATL G. FONTANOT

Las profundas simplicidades de Julio Torri
RAÚL OLVERA MIJARES

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Enrique López Aguilar
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Descubrimientos

No me atrevo a suponer lo obvio: abandono el empirismo para alcanzar mejores propuestas. Afirma Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana o española (1611) que descubrir implica, en primera acepción, “manifestar lo que estaba oculto”; y, descubrimiento, “hallar cosas nuevas o tierras antes no conocidas”. El Diccionario de Autoridades (1732), piensa que descubrir es “quitar la cubierta de alguna cosa, destaparla, ponerla de manifiesto”; y descubrimiento, “hallazgo, encuentro, manifestación de lo que estaba oculto, escondido y secreto”. Para segunda acepción, el mismo Diccionario acepta que es “el hallazgo ò encuentro de alguna tierra o País ignorado, ò no conocido hasta allí”. Así que si se piensa en los galeones colombinos, Colón descubrió América pero, en ese mismo momento, los caribeños no descubrieron Europa sino una de sus manifestaciones: a un aventurero rapaz que traería consigo a otros aventureros rapaces –desde allende el mar– para conquistar un continente que estaba “oculto” y ahora “se manifestaba” entre el final del siglo xv y los comienzos del XVI.

No diré ninguna novedad: América y Europa se encontraban mutuamente “encubiertas, ocultas y disfrazadas” la una para la otra. Desde la final formación geológica de los continentes, América tendió a estar donde siempre se ha encontrado, igual que el resto de sus colegas continentales. Para efectos científicos, valdría decir lo mismo: todas las cosas siempre han estado ahí, sólo ha hecho falta que el ser humano se esforzara en descifrarlas, lo cual es algo que se puede decir del código del dna y del planetoide bautizado como Plutón. No obstante las connotaciones retóricas de la palabra, sería más afortunado afirmar que el ser humano se ha encontrado con América, Europa, Plutón y la cadena desoxirribonucléica, y ha tratado de entender sus misterios.


El Descubrimiento de América por Dalí. Fragmento

Cuando decimos que un niño va descubriendo el mundo, se ejerce una mentira metafórica. No lo está “descubriendo”: descifra paulatinamente un enigma que siempre se encontró expuesto ante sus percepciones intelectivas y sensoriales (dudo que a un niño normal se le oculten evidencias como las de aire, agua, tierra y fuego). Cada niño ha mirado el mundo y sus alrededores: sólo le hacía falta que la maduración de su cerebro estuviera completa para terminar de entenderlo, así fuera empíricamente. Luego llegarán la escuela y los postgrados.

Un niño querrá saber por qué los insectos caminan por sí mismos, como si fueran juguetes; algún día descubrirá que no son juguetes y que los seres vivos son semovientes: en ese momento, si es “normal”, dejará de matarlos y abrirlos, como si fueran relojes, para “descifrar” su mecanismo. Digámoslo de otra manera: si yo nunca hubiera visto un Volkswagen Sedán (de esos fósiles automovilísticos que inventaron los nazis y se perpetuaron hasta el final del siglo XX, y los mexicanos conocemos como vochitos) y alguien me lo presentara o lo encontrara en la calle, ¿qué debo decir que me pasó?: ¿lo descubrí?, ¿lo conocí?, ¿me lo encontré? Imagino el ridículo que yo protagonizaría en una fiesta donde gritara: “¡Acabo de descubrir un Volkswagen Sedán!” (aunque para mí eso hubiera sido algo oculto e irrevelado).

Voy barruntando que la palabra descubrimiento tiene algo que ver con la incompetencia o la ignorancia o el prejuicio del descubridor. Los quechuas, los mayas, los nahuas, los caribes, los guaraníes y todos los grupos amerindios pudieron haber gritado, como los corrosivos Les Luthiers: “¡Nos descubrieron, nos descubrieron!” América siempre ha estado aquí y nunca se ocultó de nadie, de la misma manera en que la penicilina siempre estuvo “oculta” o “manifiesta” en la cáscara de los cítricos (¿por qué sería que los marineros masticaban limones crudos desde el siglo xvii para combatir el escorbuto antes del “descubrimiento” de la penicilina?).

Carlos Fuentes imaginó un reverso de la Conquista : América “descubre” Europa y conquista España; los nahuas derrotan a la Corona y destruyen las iglesias madrileñas para fundar adoratorios; los quechuas emboscan a la realeza en la Plaza Mayor de Madrid para masacrarla; los caribes cazan españoles por diversión; el mestizaje se ejerce en princesas españolas; la Dolores es regalada por Moctezuma a Cuitláhuac, a Cuahtémoc y a los soldados hasta que desaparece, como la Malinche ; luego se organiza la República de Indios para resguardar los derechos de los españoles sobrevivientes.

Europa “descubrió” indios y negros; hoy se queja de quienes ambicionan euros. ¿Todos serán descubrimientos?