Usted está aquí: martes 14 de octubre de 2008 Opinión ¿Cómo enfrentar las adicciones?

Javier Flores

¿Cómo enfrentar las adicciones?

Entre quienes se oponen a que se permita la posesión, para consumo personal, de pequeñas cantidades de sustancias que hoy son consideradas prohibidas existe la idea de que una medida así conducirá inevitablemente al incremento de las adicciones. Curiosamente esta noción es compartida por algunas personas liberales, quienes piensan que legalizar el consumo de drogas puede ser un arma de doble filo, pues podría conducir al aumento del número de adictos, lo que constituye un grave problema familiar y de salud pública. Pero, ¿es cierto?

En primer término es indispensable observar que las modificaciones legales que recientemente ha enviado el Poder Ejecutivo al Senado de la República, en las que se estipulan cantidades permitidas de algunas sustancias para el consumo personal e inmediato, están muy lejos de significar la “legalización de las drogas”. Lo que se pretende es establecer una diferenciación entre el consumo y el narcotráfico, en particular el narcomenudeo.

Pensemos en las fiestas a las que acuden los jóvenes, en las cuales, si llegan a ser sorprendidos con un cigarro de mariguana o una pastilla de éxtasis, son extorsionados, humillados, golpeados y tratados por las policías peor que criminales. Pero esta ley, que ya había sido aprobada y luego vetada por el entonces presidente Vicente Fox, en realidad no busca proteger de esos abusos a los consumidores, sino sólo diferenciarlos, para vejarlos ahora de otra manera al situarlos en la categoría de adictos, algo así como leprosos.

Las adicciones son mal comprendidas. Por ejemplo, en el caso del alcohol (una droga legal) se puede pensar en los extremos: imaginemos a una persona en el más alto grado de intoxicación, sufriendo luego un ataque de delirium tremens, lo cual es una tragedia a nivel familiar y social. Ahora vayamos al otro extremo: en una fiesta, tras un examen de doctorado, los asistentes pueden beber dos whiskies para celebrar… bueno, tres o más, y no pasa nada. Es evidente que en el primer caso se requiere de tratamiento médico urgente y en el segundo no, y es probable que en los dos ejemplos pudiera encontrarse que hay una adicción. Resulta importante reflexionar que el consumo de drogas, sean legales o no, se mueve entre estos extremos. Entonces la conducta social ante este hecho debe ser disuasiva en todos los casos, sí, pero principalmente racional y, por tanto, diferenciada.

También es importante establecer la distinción entre los tipos de sustancias ilegales. No es lo mismo el daño que produce la administración intravenosa de heroína callejera (compuesta en más de la mitad por basura) que fumar mariguana, la cual incluso es motivo de debate en el medio científico por su potencialidad terapéutica, y es un hecho indiscutible que resulta menos nociva desde el punto de vista de la salud pública que el alcohol. Entonces la conducta ante las adicciones no puede ser la misma para cada sustancia.

Lo mismo puede decirse de las edades. Es un drama social que un niño o una niña de 12 o 14 años se encuentren intoxicados por alcohol, tabaco o cualquier tipo de droga. En estos casos debe haber una tratamiento urgente. En países pobres, como el nuestro, es muy triste ver a los niños de la calle inhalando solventes (ni siquiera la mariguana o la cocaína que tanto espantan). La intervención debe ser inmediata y la primera medida debe ser… darles de comer. A los adultos hay que tratarlos como tales. Hay personas y familias que buscarán ayuda y atención para las adicciones, y otras que no, pero que aceptarían inscribirse en un registro, y otras que no hacen ningún daño a nadie, creativas y productivas, para las que consumir drogas es una decisión y quisieran simplemente que no las estén molestando.

Pero volviendo a la pregunta inicial. Los seres humanos han consumido drogas a lo largo de la historia, estén prohibidas o no, y lo seguirán haciendo. El punto es si eliminando la prohibición, como algunos sostienen, se incrementará el número de adictos. Es un tema complejo que requiere de estudios comparativos a nivel internacional y, especialmente, de la eliminación de mitos a partir de evidencias científicas sobre los efectos de las distintas sustancias a nivel orgánico. Hay que recordar lo que ha pasado con las creencias acerca de otras prohibiciones, como la del aborto –cuya eliminación no se traduce en un aumento significativo en el número de casos, sino simplemente permite que éstos ocurran en condiciones sanitarias controladas–. Yo sostengo que en el caso de las drogas prohibir no resuelve nada. Pero, independientemente de lo que cada quien crea, el tema exige una discusión racional, y el Senado debe recurrir a la opinión de los expertos para tomar la decisión que más convenga a México, sin ceder esta vez a las presiones de ningún poder extranjero.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.