Usted está aquí: miércoles 15 de octubre de 2008 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
[email protected][email protected]

■ Empresarios que especulan en vez de trabajar y producir

■ Consumidores pueden cobrar

Ampliar la imagen El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, en imagen de archivo El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, en imagen de archivo Foto: Carlos Cisneros

En números cerrados, la embestida contra el peso le costó al país 9 mil millones de dólares en reservas internacionales o, lo que es lo mismo, todo lo acumulado en este renglón de enero a octubre de este año (6 mil 125 millones), más 2 mil 870 millones de lo atesorado a lo largo de 2007. Si se considera que tal “ingesta” de billetes verdes por los especuladores se dio en sólo tres días, fácilmente se entiende la magnitud del ataque llevado a cabo por “un grupo” de empresas que el gobierno calderonista oficialmente se niega a identificar.

Más allá del riguroso impacto financiero que a la nación le significa el asalto de esa mafia empresarial, la única sanción a ella aplicable es de corte moral (aunque para ella “moral es el árbol que da moras, o vale para una chingada”, como diría el caciquil filósofo potosino Gonzalo N. Santos), porque la especulación no sólo es permitida legalmente, sino una práctica estimulada e incluso aplaudida por el gobierno.

Nueve mil millones de dólares en reservas que la nación bien pudo aplicar para algo mucho más productivo que alimentar la voracidad y resolver las cuitas de ese “grupo” (Carstens dixit) de empresas y empresarios, por mucho que desde el gobierno mismo se diga que “para eso están las reservas” y “para eso hay que utilizarlas”. De entrada, por ejemplo, Elba Esther podría comprar muchísimas más Hummers para sus democráticas “rifas”.

Curado en salud, el Consejo Coordinador Empresarial calificó de “inaceptable” que se acuse de “manera generalizada” a la iniciativa privada “por posibles prácticas especulativas en el mercado de divisas”, por lo que exigió “a las autoridades competentes investigar cada caso y, de ser necesario, aplicar las sanciones respectivas”, es decir ninguna, porque la libertad cambiaria lo permite absolutamente todo.

Cierto es que no puede culparse a la iniciativa privada en su conjunto del asalto a la nación, pero de dientes para afuera el Consejo Coordinador Empresarial es el que habla de generalidades, cuando sabe perfectamente quiénes son los barones y cuáles sus grupos que se fueron sobre las reservas internacionales. El 98 por ciento de las empresas en el país son micro, pequeñas y medianas, de tal suerte que resulta imposible su participación en el atraco. El 2 por ciento restante corresponde a grandes empresas, pero dentro de esta proporción sólo unas cuantas tienen los tamaños, y los amigos necesarios, para orquestar una agresión como la sufrida por las reservas internacionales entre el miércoles y –especialmente– el viernes de la pasada semana.

El Grupo Financiero Ixe ayuda a ubicar a quiénes estarían en condiciones de proceder en tal sentido. En un reporte fechado el 6 de octubre –un par de días antes del asalto–, subraya que al cierre de septiembre el mercado de deuda privada de largo plazo en circulación ascendió a poco más de 522 mil millones de pesos, lo que representó un aumento de 19.8 por ciento con respecto a un año antes. Dicho incremento se explica por los casi 35 mil millones colocados en el tercer trimestre de 2008.

El problema, sin embargo, se concentra en la deuda privada de corto plazo, que en igual fecha ascendió a 77 mil millones de pesos (alrededor de 7 mil millones de dólares), monto 38 por ciento superior con respecto al cierre de septiembre de 2007. El incremento se explica, apunta Ixe, por la entrada de emisores como Soriana, Coppel y Comercial Mexicana, así como por el aumento en circulación de emisores como América Móvil y Carso Global Telecom. Durante el noveno mes de 2008 se emitieron alrededor de 35 mil millones de deuda privada de corto plazo, 59.7 por ciento más que en igual mes de un año atrás.

El 52 por ciento de la deuda privada de corto plazo lo detentan 10 grupos, entre los que destacan en circulación América Móvil (6 mil millones), General Electric Capital (5 mil 709), Crédito Inmobiliario (4 mil 808), Paccar Arrendadora Financiera (4 mil 428) e Hipotecaria Crédito y Casa (3 mil 719).

Aparte de los mencionados, entre los principales emisores de deuda privada de corto plazo existen (nacionales y extranjeras) todo tipo de arrendadoras, hipotecarias y empresas de “servicios financieros”, pero también grandes consorcios que en lugar de dedicarse a producir e incrementar su riqueza por ese medio –entre ellos una compañía editora de periódicos– dedican buena parte de su esfuerzo y recursos a la especulación financiera, bursátil y cambiaria. Las trasnacionales Toyota, Volkswagen y Ford participan en esta actividad, a la par de empresas del “espectáculo”, como Corporación Interamericana de Entretenimiento, tiendas de autoservicio (Soriana, Almacenes Coppel –el de la “cartita” a favor de Calderón en las elecciones de 2006– y Comercial Mexicana), Cementos Mexicanos, la papelera Copemex, Tv Azteca, Coca-Cola FEMSA, BBVA-Bancomer, Banamex, Scotiabank, Grupo Posadas, grupos mineros y panaderos, los gobiernos de varios estados de la República, empresas paraestatales y así por el estilo, en esta gloriosa economía de casino que tan resultona ha sido para los mexicanos.

Y el otro lado de la moneda, el de los inversionistas en deuda privada, lo constituye, en buena media, el ahorro de los trabajadores por medio de las Siefores (21 por ciento del total) y los fondos de pensión (8 por ciento), sin dejar a un lado a las sociedades de inversión, aseguradoras y tesorerías de grupo financieros. Habrá que ver los resultados cuando lleguen los estados de cuenta.

Entonces, que el Consejo Coordinador Empresarial no se angustie por “generalidades”, que no las hay, pues no es complicado, muchos menos para las “autoridades”, conocer qué “grupos” asaltaron las reservas internacionales y con qué porción se quedaron. Sólo falta que el “gobierno” lo haga oficial y divulgue sus nombres (de empresas y empresarios), que sería la única “sanción” legalmente posible para los especuladores. Pero los consumidores sí pueden cobrar la factura, absteniéndose de comprar sus productos o utilizar sus servicios.

Las rebanadas del pastel

Es tradición que el “gobierno” mexicano llegue mucho antes o mucho después que todos, muy temprano o muy tarde, y ahora que todo el mundo estatiza, aquí van que vuelan sobre la privatización del petróleo… Y allí está el machín de Los Pinos, que quedó como el caballo blanco quien, desmentido brutalmente por la realidad, bravuconea: “no nos arredra la situación que afrontamos; sí, ya lo habíamos admitido, tendremos problemas en México, pero saldremos adelante”.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.