Usted está aquí: viernes 17 de octubre de 2008 Estados Norbert golpeó Álamos con una fuerza no vista en más de un siglo

■ Pobladores dicen que faltó información oportuna; piden a autoridades no retirar ayuda

Norbert golpeó Álamos con una fuerza no vista en más de un siglo

Ulises Gutiérrez Ruelas (Corresponsal)

Ampliar la imagen La casa donde la extinta actriz María Félix nació y vivió sus primeros años(arriba) fue uno de los pocos inmuebles que resultaron indemnes tras el paso del huracán Norbert, gracias a que se encuentra en la zona alta del municipio de Álamos, Sonora La casa donde la extinta actriz María Félix nació y vivió sus primeros años(arriba) fue uno de los pocos inmuebles que resultaron indemnes tras el paso del huracán Norbert, gracias a que se encuentra en la zona alta del municipio de Álamos, Sonora Foto: Ulises Gutiérrez

Ampliar la imagen Los habitantes siguen limpiando viviendas, comercios y calles convertidos en lodazales Los habitantes siguen limpiando viviendas, comercios y calles convertidos en lodazales Foto: Ulises Gutiérrez

Hermosillo, Son., 16 de octubre. Los habitantes más viejos del municipio de Álamos, ubicado en el sureste de Sonora y cuya cabecera es un pueblo de estilo colonial, narran que sus abuelos les contaron que en 1867 un huracán devastó la región.

Ninguno creía que eso pudiera haber sucedido, pero la madrugada del domingo pasado conocieron el poder de la naturaleza, cuando en menos de dos horas cayó una lluvia de 240 milímetros que arrasó con todo.

José Alfonso Valderrama Rodríguez, maestro retirado, relató los momentos en que el agua rompió puertas y ventanas en el llamado “pueblo mágico de Sonora”, asentado en las laderas de la Sierra Madre Occidental.

“Yo estaba dormido. Eran como las 11 y media de la noche del sábado cuando empecé a sentir que estaba rodeado de agua. Fue una cosa increíble. Si me lo hubieran contado no lo habría creído. Cuando me levanté de la cama y di unos pasos el agua ya me había subido al pecho”, narra este habitante del sector centro de Álamos, mientras muestra los daños en su hogar.

La conversación transcurre entre el ruido incesante de helicópteros que no dejan de aterrizar o despegar a unas cuadras, en el parque municipal de beisbol.

Valderrama explicó que esa noche él y su esposa empezaron a caminar y por momentos a flotar hasta llegar al cuarto de una nieta, a la que sacaron.

“Subimos al segundo piso. No hay nada ahí, sólo la escalera que construimos porque teníamos proyectado construir arriba. Esa escalera fue nuestra salvación. Ahí pasamos toda la noche”, recuerda.

Desde el techo pudieron ver cómo los auutomóviles eran arrastrados y flotaban; algunos chocaron con paredes que minutos después se derrumbaron. Oyeron gritos de personas que, en la oscuridad, pedían ayuda.

“¿Qué podíamos hacer por esa gente? Nada. Nosotros estábamos agarrados de un árbol”, recuerda Fernando Araiza López, quien vive a dos cuadras de la plaza principal.

Agrega que entre las personas atrapadas por la inundación había fuereños, ya que es común que los fines de semana lleguen visitantes de municipios vecinos, como Navojoa y Cajeme.

“Se cree que mucha gente que salió de sus casas subió a sus automóviles y desapareció. Hay muchos carros con lodo y arena enterrados en el río. No hemos podido salir a verlos porque no hemos dejado de trabajar en casa, para limpiar todo y volver un poco a la normalidad.”

La inundación causó estragos en todo el poblado, con excepción de dos cuadras alrededor de la plaza principal, el antiguo edificio del ayuntamiento y la parroquia del siglo XVII.

Los lugareños palean de sus casas toneladas de escombros y lodo. El olor a cloro y cal se mezcla con el de suciedad. “Estamos aplicando toda la cal que podemos. Hay mucho temor a una epidemia, porque sabemos que hay animales muertos enterrados. También hay muchos carros semienterrados en las márgenes del río; algunos han contado 80”, dice Isaac Valderrama, residente que tiene un taller en las afueras del pueblo.

La fuerza con que Norbert impactó el domingo se aprecia no sólo en los hogares, sino en vehículos que quedaron reducidos a pequeños bloques de fierros retorcidos.

Los damnificados reconocen que, luego del desastre, autoridades de los tres niveles de gobierno actuaron con rapidez, pero señalan que la información y la prevención fueron insuficientes.

“No sabíamos casi nada. Lo único que oíamos es que el huracán iba a pegar en Huatabampo y Navojoa, junto a la costa. Creo que nadie tenía idea de la fuerza con que podía llegar aquí”, comenta José Alfonso Valderrama.

Los colonos reconocen que el gobernador Eduardo Bours y el presidente Felipe Calderón llegaron unas horas después del desastre, pero piden que no se suspenda la ayuda a los afectados.

“Hay mucha necesidad. Todo lo perdimos. Ojalá de verdad no nos olviden en unos días porque lo que pasó es algo nunca visto, como si hubieran bombardeado el pueblo”, dijo Fernando Araiza.

Hasta ahora el saldo oficial es de cuatro muertos, un desaparecido, mil casas dañadas en el sur del estado y más de mil millones de pesos en pérdidas, principalmente en Álamos.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Sonora informó que, en un recorrido para inspeccionar esta ciudad colonial, se detectaron daños menores por humedad en muros de edificios históricos.

 
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