Usted está aquí: martes 21 de octubre de 2008 Ciencias Participan científicos mexicanos en la recreación del big bang

■ Asisten a la inauguración oficial del gran colisionador de hadrones, en Ginebra

Participan científicos mexicanos en la recreación del big bang

■ Somos el único país de AL que construyó componentes para los detectores ALICE, destacan investigadores del Cinvestav

■ Entrará en operación en marzo o abril de 2009

Elizabeth Velasco C.

Este martes se inicia en Ginebra un acontecimiento histórico para la ciencia con la inauguración oficial del gran colisionador de hadrones (LHC, por sus siglas en inglés), la máquina más potente del planeta, con la cual se busca descubrir el bosón de Higgs, es decir, las partículas elementales que van más allá de los átomos (protones, neutrones, electronos y otras) y dieron origen al universo, así como dimensiones extras, la materia oscura y mediciones de precisión.

En este proyecto, el más grande del mundo, participan alrededor de 30 científicos mexicanos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del IPN, así como de las universidades Nacional Autónoma de México (UNAM), Autónoma de Puebla, Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, y la Autónoma de Sinaloa, quienes llevan el liderazgo en América Latina en este proyecto, en tanto que han construido los componentes de dos de cuatro detectores que conforman el LHC.

“México es el único país de la región que ha construido componentes para los detectores ALICE (A Large Ion Collider Experiment) y CMS (Compact Moun Solenoid), los cuales arrojarán conocimientos vitales para conocer qué pasa luego de colisionar los núcleos atómicos”, explicó Gerardo Herrera, del departamento de Física del Cinvestav, en videoconferencia desde el Centro Europeo de Energía Nuclear (CERN), ubicado en Ginebra.

En México, desde la sede del Cinvestav, los físicos Luis Manuel Montaño Zetina, Ricardo López Fernandez y Eduard de la Cruz, quienes hicieron contacto con sus colegas ubicados en CERN, destacaron que con el LHC se busca impactar los núcleos atómicos a una velocidad cercana a la de la luz, a fin de que los científicos puedan aclarar interrogantes y proponer nuevas teorías como de qué está hecho el universo, cómo y cuándo se formó, cómo fueron los primeros momentos tras el big bang, y qué es la materia.

El LHC es la máquina más grande del mundo, con 27 kilómetros de longitud en la frontera entre Suiza y Francia, ubicada a casi cien metros debajo del suelo. En ella se podrá crear un haz de partículas que circule a velocidades nunca alcanzadas (11 mil vueltas por segundo), haciéndolas chocar entre sí para aislar los quarks, los componentes más pequeños de la materia y que, según se cree, se liberaron después del big bang, lo cual dio origen al universo.

Herrera detalló que los científicos mexicanos han participado en el proyecto LHC desde hace más de 12 años, y han asumido una participación y responsabilidad mundial al construir dentro de esa gran máquina un instrumento o subsistema mexicano denominado V0A, ubicado en el detector ALICE.

ALICE, uno de los cuatro grandes equipos dentro del LCH (los otros tres aceleradores son el CMS, el ATLAS y el LHCb), será el encargado de verificar y dar la señal de aprobación a los demás subsistemas de ALICE de que una colisión fue satisfactoria, para que se proceda a tomar datos de los resultados.

A su vez, otro instrumento denominado ACORDE, construido en el Cinvestav, tendrá la función de verificar y dar aviso de la existencia o no de rayos cósmicos durante las colisiones, a fin de evitar alguna alteración de datos por factores externos. Cabe destacar que ALICE está constituido por 16 anillos, dos de los cuales construyó México, junto con la participación de unos mil investigadores de más de 30 países.

Efímeros hoyos negros

En los experimentos, que se iniciarán en marzo o abril próximo, en Ginebra, se podrán producir también las condiciones en las cuales se generaron los hoyos negros en el universo, cuya vida será efímera, pues podrían durar 19 segundos como máximo.

“Se trata de traer un pedazo del universo para reproducirlo y verlo en el laboratorio; con ello estudiamos más allá de la vida, de la célula, de los átomos, de las partículas que forman esos átomos; hoy sabemos que hay partículas más elementales, y queremos saber cómo se forman para construir el universo”, explicaron los físicos del Cinvestav.

De los experimentos emprendidos hace más de 15 años ya han surgido las primeras aplicaciones, entre ellas la creación de los teléfonos celulares, así como el desarrollo de detectores de silicio para localizar más oportunamente el cáncer de mamá, así como la ampliación de grandes redes de comunicaciones, para lo cual se usan recursos de cómputo.

 
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