Usted está aquí: sábado 25 de octubre de 2008 Cultura Óleo de Rafael puso a prueba la tecnología y y la paciencia humana

■ Restaurado, regresa al público en Florencia

Óleo de Rafael puso a prueba la tecnología y y la paciencia humana

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Ampliar la imagen Secuencia del complicado proceso de restauración de la obra La dama del jilguero, del pintor renacentista, que requirió 10 años de intenso trabajo. Secuencia del complicado proceso de restauración de la obra La dama del jilguero, del pintor renacentista, que requirió 10 años de intenso trabajo. Foto: Reuters

Ampliar la imagen Un experto en bellas artes observa el cuadro mediante rayos X Un experto en bellas artes observa el cuadro mediante rayos X Foto: Reuters

Florencia, 24 de octubre. Luego de 10 años de meticuloso estudio y restauración, que puso a prueba tanto a la tecnología de punta como a la paciencia humana, una de las más grandes obras maestras del Renacimiento italiano regresa al público.

La obra Madonna of the Goldfinch (conocida en español como La dama del jilguero), de Rafael, es una sobreviviente.

El óleo de 107 por 77 centímetros en madera, que muestra a la Madonna junto a dos niños que acarician un jilguero, ha sobrevivido al derrumbe de una casa en 1547 que la dejó a merced del tiempo y los errores de intervenciones anteriores.

El resultado de la restauración es impresionante. Una capa marrón y la suciedad acumuladas por siglos fueron retiradas.

Las mejillas de la Madonna son rosadas. Su vestimenta es de un rojo y un azul profundos y uno casi puede oír el sonido de la cascada de un riachuelo en el fondo de un paisaje de Toscana.

“Este paciente nos dio la mayor cantidad de escalofríos y noches sin dormir”, dijo Marco Ciatti, jefe del departamento de pinturas en el Opificio delle Pietre Dure de Florencia, prestigiado laboratorio estatal de restauración.

“Pasamos dos años enteros estudiándolo antes de decidir si seguir adelante porque con el daño que sufrió en el pasado –claramente visible en los rayos X– un intento de restauración podía salir mal”, explicó.

Casi como en un hospital

Rayos X, escáneres TAC, reflectografías de rayos infrarrojos, lásers, hombres y mujeres en batas blancas, microscopios, guantes de látex: suena como el personal de un hospital y en muchos aspectos lo es.

Pero el Opificio no es una sala de emergencias. Tiene todo excepto la presión del tiempo. Este es un lugar para sanar lentamente.

“En el pasado decidimos no restaurar algo porque los riesgos de dañarlo o alterar el original eran demasiado grandes”, dijo Ciatti, de 53 años.

“Nos vemos a nosotros mismos como a un doctor que trata al paciente como un todo en lugar de concentrarse en una enfermedad específica”, agregó.

Rafael, quien vivió desde 1483 hasta 1520, pintó el panel alrededor del año 1506 –cuando todavía era un adolescente– como un regalo de matrimonio para Lorenzo Nasi, un rico comerciante.

 
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