Usted está aquí: lunes 27 de octubre de 2008 Opinión El mundo en aprietos

Gonzalo Martínez Corbalá
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El mundo en aprietos

La crisis económica por la que atraviesa Estados Unidos afecta ya a todo el mundo, y los efectos de la amenaza de recesión en el poderoso vecino del norte, como era de esperarse, ya se están reflejando en México. El gobierno mexicano se apresta a poner en marcha un plan anticrisis que sea capaz de contrarrestar las consecuencias de esta crisis histórica, cuyos efectos hay quienes ya los comparan con los que trajo la Depresión de 1929, que en ese entonces afectó sobre todo a Estados Unidos, aunque un poco a México. Algunos opinan que ésta será más fuerte y todavía más larga que la del 29.

En esta ocasión desafortunadamente las características actuales de nuestra economía se muestran sensibles a los embates de la crisis; está por demás recordar que, teniendo en Estados Unidos a varios millones de compatriotas mexicanos inmigrantes, la falta de empleo allá se refleja, en primer lugar, en la brusca disminución de las remesas que mes a mes enviaban a sus familias en México. Su situación migratoria de inmediato los coloca en riesgo de perder el empleo que con tanto sacrificio y tan dificultosamente tenían en los principales centros de trabajo de las grandes ciudades de Norteamérica. Luego, pues, es preocupante que la presencia siempre gratificante de los mexicanos en su propia tierra fuera, paradójicamente, en lo que a fuentes de trabajo se refiere, una dificultad más de las que encierra nuestra economía, y que podríamos considerar normales en un país que se esfuerza por crecer económicamente, por dar empleo a todos los mexicanos, y sobre todo a quienes se han visto forzados a abandonar a sus familias para ir a buscar trabajo al país vecino de la frontera norte, con todos los riesgos e inconvenientes descomunales que significa para nuestros compatriotas hacer este viaje que en algunos casos llegan incluso a perder la vida en esta desigual batalla.

Pero indudablemente en este amargo trance, diríamos que para todo el mundo es consecuencia de la acción equívoca de intereses ajenos a los nuestros, y que es la hora de prever lo necesario para sostener el ritmo de crecimiento que tuvimos en años pasados, por bajos que hubieran sido.

Justo cuando nos encontrábamos en medio de una lucha feroz por combatir exitosamente los efectos de nuestro propio programa de desarrollo económico, hay que redoblar ahora los esfuerzos, así como aumentar las aportaciones económicas presupuestales para hacer frente a otros problemas inducidos desde más allá de nuestras fronteras. Desgraciadamente por ahora parece que los planes inmediatos de choque en Estados Unidos contra la recesión no han tenido éxito y que el propio presidente de la Reserva Federal estadunidense, Ben Bernanke, se apresta a recortar los tipos de interés en un intento desesperado por reactivar la economía de Estados Unidos, según anuncio reciente del Capitolio.

Bernanke hizo saber a la opinión pública mundial que “la política monetaria no bastará para acabar con la crisis”, urgiendo a su gobierno a que se pruebe un nuevo plan de estímulo fiscal ante la grave amenaza de recesión (El País, 21/10/08.). Todo ello, a pesar de la aprobación que hizo el Congreso estadunidense para liberar fondos fiscales por valor de 170 mil millones de dólares.

Mientras tanto, la crisis se ha extendido inclusive a China, la cuarta economía mundial, pues, según datos propios, su producto interno bruto ha crecido en el tercer trimestre de este año a una tasa de desarrollo menor a la del mismo periodo de 2007, constituyéndose en la tasa anual más baja de tiempos recientes. España se apresta igualmente a tomar medidas aprobadas ya por el gobierno para aliviar los efectos de la crisis financiera, comprando los activos de alta calidad de los bancos hasta por 50 mil millones de euros. Así, el ministro de Industria, Turismo y Comercio, Miguel Sebastián, acude a la ayuda de los países árabes con fondos soberanos para motivarlos a que compren títulos españoles de la deuda pública. Holanda se vio precisada a inyectar 10 mil millones de euros a una empresa de seguros, ING –que también tiene presencia en México–, la cual a la fecha ya ha recuperado terreno en la bolsa de valores española como efecto de la aportación gubernamental holandesa (El País, 21/10/08), y esperando que esta inyección tan cuantiosa logre frenar la deserción de depositantes como ejemplo de una acción exitosa para enfrentar la crisis.

Por si fueran pocos los efectos negativos que se han convertido en graves presiones sobre los pueblos y gobiernos de prácticamente todo el mundo, habrá que considerar la fuerte e histórica baja del petróleo y de otras materias primas de exportación, que a nuestro país está afectando profundamente, así como a los exportadores de petróleo de todo el mundo, incluida nuestra propia industria petrolera nacional, Pemex, en un momento que pasa por una situación difícil financiera y operativamente. En otras palabras, como dice el refrán popular: “Ya éramos muchos y parió la abuela”.

Como puede apreciarse a partir de la información internacional, en otros países se han tomado fuertes medidas para recuperar el terreno al que nos ha llevado esta crisis; es deseable que con sentido de responsabilidad histórica apoyemos los esfuerzos gubernamentales para que nuestra patria salga adelante de la compleja problemática que nos ha sido inducida desde fuera de nuestras fronteras, y que sea controlada y receptiva a las primeras medidas que ya se han tomado.

 
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