Usted está aquí: viernes 31 de octubre de 2008 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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■ El rostro verdadero de Mondragón

■ Razones de sobra para que dimita

Manuel Mondragón y Kalb debe renunciar ya a la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal.

El sustento para tal demanda está en el pensamiento fascistoide del que ahora es jefe de la policía, y que además de dañar profundamente la imagen de tolerancia y rectitud que busca el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, para las fuerzas policiacas, ofende profundamente a una población que lo que menos quiere en un vigilante del orden público, es su vocación por la represión.

Mondragón no hizo el comentario (sacar a patadas a los miembros del Movimiento de los 400 Pueblos de las calles que ocupan para manifestarse) en una reunión privada, ni buscó atenuar su dicho siguiendo las líneas que ha trazado la jefatura de Gobierno. No, lo dijo desde su más profunda convicción.

La franqueza de su declaración la debemos agradecer. Mondragón se quitó la máscara para mostrar el rostro más temido por los habitantes de la ciudad de México, el de represor, y con eso dejó en claro que no es apto para ocupar el cargo que le impuso Marcelo Ebrard.

Mondragón tiene que renunciar, además, porque no entiende cuál es la encomienda de un jefe de la policía preventiva, porque no es capaz de sensibilizarse frente a la demanda de quienes enfrentan situaciones de lucha en contra del poder, porque además, desde su cortedad, discrimina a los que no han tenido los medios para mantener sus cuerpos sin las deformaciones que da la pobreza.

Pero sobre todo tiene que renunciar porque su forma de pensar está del lado de quienes lo escuchaban con atención y hasta con gusto, esos que a final de cuentan tendrían que ubicarse, cuando menos, al lado contrario de lo que supuestamente piensa la jefatura de Gobierno de la ciudad.

Entonces, el jefe de la policía debe renunciar porque es un fraude para la ciudadanía que fue a las urnas a votar por un jefe de Gobierno que tendría que estar acompañado de funcionarios convencidos de que la libertad de manifestación es, hasta ahora, y aunque a Mondragón le pese, una de las formas de lucha civil que oferta la democracia que este gobierno dice defender.

No cabe duda de que Mondragón y Kalb sacaría a los miembros del Movimiento de los 400 Pueblos a patadas y macanazos, por eso no cabe duda de que está mal ubicado, no sólo en la policía sino en el signo de gobierno. Bien valdría que este señor ofreciera sus servicios al gobierno de Oaxaca, o al del estado de México, o al de Jalisco, allí estaría a sus anchas golpeando gente, pero en el Distrito Federal, hasta ahora, eso no está permitido.

Y ahora que no nos salga con que lo que dijo fue un error discursivo con el que trató de ganarse a quienes lo escuchaban, porque para eso estaba allí, para decir lo que ellos querían oír, eso no es disculpa porque lo dijo, lo declaró con absoluta convicción, como ya lo dijimos antes, y sólo le faltó aplaudir las marchas y los mítines de los de blanco, con los que seguramente está de acuerdo.

De cualquier forma sabemos que además del repudio general, nada le habrá de pasar al jefe de la policía, sus palabras quedarán registradas en el anecdotario del horror, hasta que algún día la esquizofrenia fascista le gane y los pobres, los feos, los que no tienen otro camino que tomar las calles ante los oídos sordos del poder, sean desalojados de la vía pública con la punta de la bota del jefe de la policía del gobierno de izquierda que encabeza Marcelo Ebrard.

De pasadita

El primer minuto del próximo 1O de noviembre tendrán que dejar de circular por el Eje Central los camiones de carga, según el acuerdo que firmaron los camioneros con el gobierno de la ciudad. Hasta donde nos dicen, ya existe un operativo para impedir que los que no quieran acatar el acuerdo sean sancionados y obligados a circular por otras calles del DF, lo malo es que no se tiene en claro qué otras vías serán atacadas por esos transportistas, así que aguas con los camioneros.

 
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