Usted está aquí: sábado 1 de noviembre de 2008 Opinión Por la soberanía alimentaria

Miguel Concha

Por la soberanía alimentaria

Al igual que la mayor parte de los problemas que hoy aquejan a la humanidad, la crisis alimentaria no ha sido abordada con la seriedad que amerita por quienes detentan el poder en México. Mucho menos se plantean o discuten alternativas de solución. Por el contrario, vemos con preocupación la continuidad de las mismas políticas que nos han sumido en la actual situación, aunadas a esa extraña actitud de negar la realidad que nos aplasta. Por ejemplo, frente al peligro de hambruna que algunos anuncian, el secretario de Agricultura insiste en un campo triunfador, cuando la producción de alimentos es un problema grave en México, que hoy se añade a la crisis mundial, anunciada en nuestro país desde enero de 2007, al duplicarse en unas cuantas semanas el precio de la tortilla.

Ello no obstante, la terrible dependencia alimentaria hace que nuestra alimentación esté sujeta a las vicisitudes de una situación global cada día más incierta, ya que en la actualidad el sustento de los mexicanos depende casi 40 por ciento de las importaciones de maíz, arroz, soya y sorgo principalmente de Estados Unidos. A ello se debe que durante 2007 la campaña Sin maíz no hay país, impulsada por más de 300 organizaciones y personalidades de diversos ámbitos, haya demandado al gobierno una serie de medidas para rescatar al campo. Entre otras, para establecer una relación más justa en un tema tan sensible, exigieron la renegociación del capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio. Con ese propósito, a lo largo de ese año, la campaña realizó ferias y conciertos, impulsó dos grandes marchas y se juntaron más de 500 mil firmas. Con ello lograron poner a “México en la boca de muchos mexicanos”, como decía su lema. Muchas personas, incluso de Guatemala, hicieron además suyo el criterio “Sin maíz no hay país”. A pesar de todo pareció que el principal destinatario, que administra el erario y los rumbos del país, ni siquiera volteó a verlos. Por el contrario, las disposiciones adoptadas han tendido a profundizar el modelo neoliberal, pues la estrategia se ha centrado en fortalecer a las grandes empresas trasnacionales que especulan con nuestros alimentos, y ahora también con nuestros ahorros. Las acciones gubernamentales, en efecto, han posibilitado la compra de alimentos del exterior sin traba alguna, así como el otorgamiento de subsidios para su compra, beneficiando con ello a las grandes importadoras. En claro apoyo a los supermercados y a los industriales, en la misma línea se estableció un acuerdo para estabilizar el precio de la tortilla, y se anunció un listado de productos que mantendrían su precio. La puntilla de la estrategia es ahora la entrega de la biodiversidad de nuestro país, y sobre todo de nuestro maíz, a las empresas biotecnológicas que acaparan las semillas del mundo. Han repetido irresponsablemente que los transgénicos son la solución a la crisis, más allá de que resulta imposible creer que una sola tecnología solucionará una situación tan grave. No podemos tampoco cegarnos ante el hecho de que la biotecnología está en manos de una sola empresa trasnacional, que en Canadá, Argentina y en los mismos Estados Unidos persigue a quienes la utilizan, y puede de manera involuntaria llegar a contaminar los campos por el polen o el uso de semillas genéticamente modificadas. El peligro es entonces que nuestro principal alimento, del cual México es centro de origen, y el cual cultiva el 70 por ciento de los productores mexicanos, se vea apropiado por una empresa, que una vez que alcance su objetivo de legalizarlo, persiga y demande a quienes lo siembran en México. Ante este escenario, los integrantes de la campaña Sin maíz no hay país decidieron que era urgente trazar un plan de acción para dar una respuesta a esta grave situación. Por ello, a lo largo de este año realizaron un sinnúmero de actividades diversas y creativas, con el propósito de llamar a la población a sumarse a la campaña. De estas reuniones, asambleas y acciones salieron múltiples propuestas que se discutieron los pasados jueves y viernes en una asamblea nacional, con el objeto de construir juntos una plataforma estratégica y el escenario del país que queremos. Por la responsabilidad que tenemos ante el mundo de ser el centro de origen y de diversidad genética del maíz, y por ser el principal alimento y cultivo de los mexicanos, la asamblea nacional decidió centrar su plan de acción en protegerlo. Para ello se plantea que el Régimen de Protección Especial del Maíz establezca la moratoria a la siembra de transgénicos, y que frente a la contaminación que se ha presentado en Chihuahua se apliquen las medidas que mandata la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados. Se impulsará igualmente la soberanía alimentaria, como base y columna vertebral de una nueva política para enfrentar la crisis en el corto, mediano y largo plazos. Se revalorizará e impulsará la agricultura campesina y la agricultura sustentable, reconociendo su carácter multifuncional. Se luchará por la prohibición del uso de alimentos para producir agrocombustibles, y contra los monopolios alimentarios y la publicidad engañosa en los alimentos. Finalmente se trabajará para que se establezca en nuestra Constitución el derecho humano a la alimentación.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.