Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 2 de noviembre de 2008 Num: 713

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Bolivia: selección de poesía reciente
JUAN CARLOS RAMIRO QUIROGA

Voces de la joven dramaturgia regional
JUAN MANUEL GARCÍA

Narcotráfico: una propuesta
ROBERTO GARZA ITURBIDE

La lidia del pensamiento
JOSÉ BLANCO REGUEIRA

El arte sin riesgo ideológico
ESTEVE PLA CASANOVES entrevista con MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

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Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
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Bolivia:
selección de poesía reciente

Juan Carlos Ramiro Quiroga

Del tiempo
Paura Rodríguez Leytón

Lo que pasa
es que no sabemos para qué andamos
pisando hojas
murmurando ojos
gritando gritos callados.

La última transparencia de las velas
ha dejado una huella en tu sombra
tal vez,
sería mejor ser un papel blanco
inconcluso.

Hay más espacio
para unir las flores,
las lomas, el incienso
y todavía
no estamos listos
para bailar
la ronda de las piedras.

Las velas contarán el incendio del agua
que nosotros no entendemos.

¿Cuál es el fuego?
No importa,
A esta hora de los borrones
el humo baila camuflado entre palabra
entre cantos que no atrapo.

Dormí con unos versos en los labios
la noche, los tranvías
el rincón de la almohada
olvidaron las sílabas.

No pediré flores
miraré los muros gastados,
el verde dibujado.

De Ritos de viaje.

Recuadro para un epílogo
Jaime Nisttahuz

Los caminos parecían llenarse de charcos
cuando te alejabas.
Mis zarpazos se perdían entre tus cabellos.
Canciones las calles eran canciones
Las plazas se desplegaban como banderas
cuando reíamos.
Me entregabas tu palabra como un puente.
Y ahora estos gestos de fuego en mis manos.
Y ahora esa mierda en tus zapatos.
Ha comenzado la época de manzanas.
No sé qué papeles manejas.
La ciudad se me ha hecho ajena.
Necesito olvidar
estos gestos destructivos en mis manos.
Por las rendijas se van los días.
Hay un recodo en el tiempo
donde crecen las distancias
y nos hacemos irremediables.

De Recodo en el aire.


Graffitis en Cochabamba y El Alto, Bolivia

Los muros del claustro
(fragmentos)
María Soledad Quiroga

La mañana cruza el patio
lento animal sediento
buscando
un trago de sombra.

En el abrevadero de la luz
la piedra se sumerge
íntegra
un instante de claridad
y otro
acumulan su latido
en el laberinto denso
del tiempo coagulado
antes piedra
ahora ámbar.

La piedra empedernida
la larga piedra que no acaba
aquí el mar es de piedra
silencioso mar que se curva
ondula
se repliega
estalla.

Recorro la piedra
con los dedos
toco sus borde
sus costuras
su superficie límpida de agua
pongo mi lengua sobre la piedra
y recupero la sed
áspera de la marea detenida.

La piedra permanece
lúcida e intacta
sumida en su oleaje de granito
la superficie en calma
no revela la marea
la tensa corriente de sus venas
el relámpago
que aún calla.
En su lenguaje acuoso
la piedra habla
dócil
escucho la corriente tersa
el lazo de luz y silencio
que ata el tiempo.

De Los muros del claustro.

   

Luciérnagas del fondo
(fragmentos)
Vilma Tapia Anaya

III

Pósate en mi mano
gorrión
hazme mansa.

XI

Al subir
me crucé con una mujer
su cabello ardía
blancos gansos la escoltaban

Tardó siglos en hablarme.

XIV

Como en los árboles
lo que no tiene nombre
es posible.

XXVII

Todo el verdor
¿cómo mirarlo?
cierro los ojos.

De Luciérnagas del fondo.


Graffitis en La Paz, Bolivia

El tiempo
Blanca Garnica

I

No deshilar
el mundo
enfada al viento:

Trémulas buganvillas
sueltan
sus velos

Nieve
en la sangre
de los gomeros

Envía mensajes
y parte
la golondrina

Lo molles
se contorsionan
como Las Furias

Tiembla
tullida
la higuera.

II

Se ha desgarrado
el aire:
la luna vela

Restaura
la mañana
sus cristales

Mientras atisba
la memoria
desde los rincones

Con descaro
mira
el tiempo


Interminable
su hilo
sin lanzadera

Más antiguo
que el Cro-magnon
respira.

III

Piedras y voces
¿sueñan
o ruedan?

Los golpes
crean la arena
y una a una
se ensartan

Reparando
los húmeros
los calcañares
los cuerpos

Para caer
con las hojas
a la vista
del tiempo.

De Rasguño del silencio.

Perfiles de la muerte
Gustavo Cárdenas

 

Oh padre, soy aquí la voz más cándida
y sólo sé que la alegría se ha ido,
y que esta cosa, la pena, se insinúa en nuestros corazones
para, lo temo, quedarse eternamente en ellos.

John Keats

I

No es necesario el regreso
hay otros caminos
donde no existen más huellas
que el bostezo de los años.

II

Dormido espejo
devuelve las palabras
intactas
sin el mínimo eco
sin nada.

III

La existencia de las cosas
dependía
apenas
de tu boca.

IV

Carcomidos desiertos
los labios
la sed o el beso
despojados deseos
de la desierta muerte.

V

En el fondo
de la tierra
un colibrí de raíz
liba
los despojos
de mineral recuerdo.

VI

Esperar…
¿Qué?
Acaso
un fugaz milagro:
la sangre convertida en vino

VII

El arte de morirse
no cabe en paletas
ni en sinfonías
menos en palabras
peor, menos.

VIII

Es nomás un oficio tramposo
éste
de seguir muerto
desmarcarse del tiempo
del pecado de todos los días
de la resurrección
y de la vida eterna

IX

No vestir un yelmo
para protegerse
de la excomunión
y el desprecio
y la tortura
y de todos los oscuros
apetitos subterráneos.


Graffiti en El Alto, Bolivia

X

Es un privilegio
por ejemplo
no mojarse
con la lluvia
escuchar apenas
el rumor del agua
sobre el pecho
que promete llegar
y no llega.

XI

La justicia divina
también deambula
entre las fosas
con sus gafas oscuras
su balanza digital
y una espada
de plástico barato.

XII

Escuchar
el crujido
del sol
ese otro acto
de brujería:
el amanecer.

XIII

Horizontal
el encierro
el desorden
de huesos
de cal
y de una copa eterna
llena de vidrio molido.

XIV

Moldes desarticulados
óseos recuerdos:
el movimiento
y las verticales sombras.

XV

Es la ceguera
quien se adueña
de la luz
y los destellos
oscuridad prometida
desde antes.

XVI

Crepúsculo
esdrújulo momento
en el portal
de la llana noche.

XVII

Nada duele más
que lanzarse
del espejo
y no encontrar nada

XVII

Que irse
es nomás
dejar de ser
que las puertas
que los puertos
que los 33000 pies de altura
que los recodos y los charcos
que las mareas altas
son rutas
que tampoco existen
que estas palabras
no dicen
ni nombran.

De Andamios.