Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 2 de noviembre de 2008 Num: 713

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Bolivia: selección de poesía reciente
JUAN CARLOS RAMIRO QUIROGA

Voces de la joven dramaturgia regional
JUAN MANUEL GARCÍA

Narcotráfico: una propuesta
ROBERTO GARZA ITURBIDE

La lidia del pensamiento
JOSÉ BLANCO REGUEIRA

El arte sin riesgo ideológico
ESTEVE PLA CASANOVES entrevista con MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

Leer

Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
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Rogelio Guedea
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Conferencias magistrales

Estoy yendo a todas las conferencias que dan los académicos en la Universidad de Otago, no importa que se trate de áreas alejadas a la mía. Voy, me siento y escucho. Al final, lo de siempre: un brindis para celebrar al conferenciante. Fue en la conferencia sobre religión shinto donde encontré, por primera vez, a ese estudiante de barba larga y ojos estrábicos que, con poco budor, cogía panecillos, calamares y demás tentempiés. Me hice como que no lo observaba y seguí con lo mío. Pero esto se repetiría en la siguiente conferencia y en la siguiente. Al mismo estudiante, que de hecho se dormía a mitad de la exposición, lo encontraba bebiendo y comiendo como un famélico. Fue precisamente en la conferencia sobre energía nuclear que volví a encontrarlo: recargado en la barda, la quijada clavada en el pecho, dormido. Esta vez no podía dejarlo pasar. A la hora del brindis, y cuando estaba apenas seleccionado su pequeño banquete, me acerqué y le dije: ¿y qué tal, mano? Qué tal, contestó. ¿Cómo van las cosas? Bien, dijo. ¿Y te interesó el tema? Pues en realidad viene a comer, contestó. Y luego de una breve pausa, agregó: como tú, ¿no? Como no podía negar su imputación, no tuve más remedio que decirle que me alcanzara aquel trozo de sushi antes de que el gordo de al lado, y cuyo brazo ya empezaba a extenderse poco a poco, lo fuera a devorar.