Usted está aquí: martes 4 de noviembre de 2008 Economía México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
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■ Muy bajo, el rendimiento de estudiantes de AL

A pesar de la reducida calidad educacional en el país, con los consecuentes resultados negativos para los educandos, algunas encuestas arrojan datos sorprendentes sobre el particular: en México, 68 por ciento de los padres de familia se manifiesta “satisfecho” con la enseñanza pública y privada impartida a lo largo y ancho de la República (un porcentaje incluso mayor –un punto– al que la propia encuesta registra en Estados Unidos), no obstante que los estudiantes, sus hijos, se han quedado rezagados de sus pares asiáticos y de los de naciones desarrolladas en las pruebas de rendimiento.

Dicho nivel de “satisfacción” se observa en prácticamente toda América Latina, con una problemática igual de complicada que la mexicana. La respuesta a esta presunta incógnita la ofrece el Banco Interamericano de Desarrollo (BID): “las personas con menores niveles de educación tienden a expresar una mejor opinión en relación con la calidad de los servicios educativos, que aquellas que tienen más años de escolaridad. Los padres de familia, cuando califican la calidad de la educación, valoran aparentemente otros atributos distintos a los logros mismos del aprendizaje –tal como se mide en las pruebas de rendimiento–, como por ejemplo, si la escuela se mantiene limpia o si la disciplina es justa para todos los estudiantes”.

Los anteriores son algunos de los resultados de una encuesta levantada por la empresa Gallup, por encargo del BID, sobre la calidad de vida en América Latina y el Caribe (que incluye educación, salud y mercado laboral, entre otros temas), de la que surge la primera urgente recomendación: la región “ha ingresado a una nueva fase de desarrollo y requiere que los gobiernos mejoren sustantivamente la calidad de la educación y otros servicios públicos para asegurar que los países sean capaces de competir en una economía global”.

El estudio del BID se concentra en identificar la contribución que el desarrollo educativo ha hecho a la calidad de vida en América Latina y el Caribe, adoptando una perspectiva regional de largo plazo. Si bien las tendencias permiten constatar que en todos los países la población está cada vez más incluida en el sistema escolar, la situación en términos de calidad no es tan positiva. “Los datos sugieren que más de la mitad de la población entre 15 y 19 años en Brasil, Argentina, Chile, México, Perú y Uruguay carece de un nivel adecuado de educación y destrezas –evaluado por pruebas que miden aprendizaje efectivo, y no por número de años completados en la escuela– como para obtener un trabajo bien remunerado en una economía global altamente competitiva”.

Varios países de la región reportaron niveles de “satisfacción” similares a las naciones desarrolladas, a pesar de ostentar puntajes significativamente más bajos en las pruebas. Venezuela, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Honduras y República Dominicana, por ejemplo, indicaron niveles de “satisfacción” mayores que en Japón en cuestiones educacionales, a pesar de que sus estudiantes tuvieron un puntaje 35 por ciento menor que el promedio de los estudiantes japoneses, de acuerdo con la encuesta. México está 30 puntos por abajo. Costa Rica, Venezuela y Nicaragua son los países con los mayores niveles de “satisfacción” en la región, con más de 80 por ciento de las personas entrevistadas que dicen estar “a gusto” con el sistema educativo.

Entre los resultados destaca que “la falta de demanda por una mejor educación puede significar que los gobiernos se sientan menos motivados a introducir mejoras, pero a medida que los países de la región mejoran el nivel de los logros educativos de su población las críticas se incrementan porque se presta mayor atención a los servicios que se ofrecen, como lo demuestran los casos de Chile y Brasil. Ambos países mostraron niveles de satisfacción menores a los esperados, a pesar de que sus estudiantes se encuentran entre los de mayor rendimiento en la región”. El descontento, pues, como acicate para obtener mejores resultados.

Aún así, apunta el BID, “la sola información no es la única clave para mejorar la calidad. El sistema educativo y las autoridades responsables de formular políticas necesitan saber cómo canalizar esa frustración para convertirla en políticas efectivas que permitan que la calidad mejore. Es importante aumentar la conciencia de la población sobre la importancia de la buena educación. Al mismo tiempo, los gobiernos deben empezar a preparar los programas y las instituciones que les permitan manejar una ola creciente de críticas dirigidas contra las escuelas y las autoridades, en la medida en que los padres sean más educados”.

La educación ha sido la fuente primaria del crecimiento económico en Asia, pero en América Latina y el Caribe ha desempeñado un papel menor en los últimos 30 años. La mayor parte del crecimiento de la región entre 1972 y 2000 puede atribuirse a un incremento de la fuerza laboral, mientras en el sur y el este asiáticos los principales motores del crecimiento han sido el capital humano y la productividad. “El número de años de escolaridad para un creciente número de niños latinoamericanos no se ha traducido necesariamente en un crecimiento de la productividad, la prosperidad y un fortalecimiento del bienestar. Los resultados sugieren que los latinoamericanos no están cosechando los beneficios de tener más niños matriculados dentro del sistema educativo, ni del incremento en el número de años que su población permanece en la escuela”.

En América Latina y el Caribe los avances han sido insuficientes para mejorar la calidad de la educación. “Los estudiantes de la región están muy por debajo del rendimiento comparativo de sus pares, de acuerdo con las evaluaciones estudiantiles internacionales que se llevaron a cabo en Asia –uno de los principales competidores de la región en asuntos de comercio internacional– y en Europa. El rendimiento promedio de los estudiantes de 15 años de edad en siete países latinoamericanos (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay) que hicieron la prueba del PISA es cerca de un grado menos que el promedio de rendimiento del 25 por ciento más bajo de los estudiantes examinados por la OCDE; entre 20 y 40 por ciento de los estudiantes de esos países tuvieron un puntaje menor que el nivel más bajo de destrezas en la prueba, lo cual significa que carecían de un conocimiento básico de la lectura y la escritura”.

Las rebanadas del pastel

Al frente de Fonatur, con Fox en Los Pinos, John McCarthy presumía que en eso de los negocios a él no le interesaba “de dónde venga el dinero, sea de John Smith o de Juan Pérez”. Y por el expediente publicado ayer por La Jornada queda claro que, en efecto, le importaba un cacahuate, siempre y cuando una parte del negocio y del dinero quedara en sus bolsillos (a costillas de los bienes nacionales, qué mejor)… Vamos, Obama.

 
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