Usted está aquí: viernes 7 de noviembre de 2008 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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■ El color azul del dinero

■ Vivir a costa de los demás

Se trata, esta vez, de una historia de dos mujeres, de lo sucio posible que pinta de cuerpo entero a los azules panistas. Es la historia de una comunicadora nacida en el Distrito Federal y una diputada de Acción Nacional por el estado de Yucatán.

Es el relato que hace la comunicadora Norma Patiño Villalobos, quien durante más de un año estuvo al servicio de la diputada panista, mediante un acuerdo nacido de la necesidad de empleo de la ciudadana del Distrito Federal, y el abuso de que fue objeto por parte de la representante popular panista Lizbeth Evelia Medina.

La señora Patiño Villalobos fungió como asesora en comunicación de la mencionada legisladora federal yucateca, quien le impuso como condición, si quería obtener el empleo, que una parte de su salario fuera directo a la cuenta bancaria de la propia diputada, que funge como secretaria de la Comisión de Reforma Agraria de la Cámara de Diputados.

Durante un año la comunicadora fue esquilmada por la panista, y durante ese tiempo guardó cada uno de los recibos de los depósitos que hizo a la cuenta bancaria de la legisladora, de una parte sustancial del salario que se le asignó en la Cámara de Diputados.

El 1O de octubre de 2007, la subdirectora administrativa de honorarios de la LX Legislatura informó al cajero general, Héctor Arguijo, que la comunicadora cumplía “satisfactoriamente con los requisitos para que sea liberado el pago correspondiente al mes de septiembre de 2007.”

En aquel entonces la Secretaría de Servicios Administrativos y Financieros de la Cámara de Diputados pagaba 10 mil 940 pesos a la empleada en el área del grupo parlamentario del Partido Acción Nacional, y desde esa fecha la diputada yucateca recibía un promedio de 3 mil pesos que la señora Patiño depositaba en su cuenta, como consta en los recibos que firmaba la señora Gabriela González García. Copias de esos documentos fueron entregadas a Ciudad Perdida.

Pero pasado un año, sin mayores explicaciones y, desde luego, sin recibir ningún finiquito, la señora Patiño fue despedida por la panista Lizbeth Evelia Medina. La comunicadora asegura que en todo momento cumplió con los trabajos y las órdenes que le daba la representante popular por Yucatán.

Habría que decir que Norma Patiño supuso que al aceptar las condiciones leoninas del acuerdo, el puesto de trabajo tendría una mucho mayor duración; sin embargo, ahora se encuentra sin empleo y sin que nadie quiera enfrentarse a la poderosa diputada.

Las pruebas documentales de esto que parecer ser más que nada un latrocinio, podrían significar no un hecho aislado por parte de la yucateca, sino el modus operandi que se estaría dando en todas las curules azules, para perjudicar a los empleados de esa fracción en la Cámara de Diputados.

Lo que no se entiende es por qué no ha sucedido nada en la cámara. Hasta donde se nos ha platicado son varios los legisladores que se han enterado del asunto, sin que abran la boca para salvar esta irregularidad que, más que preocupar, invita a que desde ya se investigue y castigue, de ser el caso, un acto que apunta a una nueva forma de corrupción insoportable. ¡Vivan los azules!

De pasadita

Más allá de la tragedia humana que significó el avionazo del martes pasado, donde pasajeros y transeúntes murieron, hay en el discurso oficial una intención que parece querer confundir a la gente. Por un lado se habla, desde las opiniones técnicas, de posibles fallas en la aeronave o de errores del piloto, y por el otro, o al mismo tiempo, se involucra al narcotráfico, con la intención, más que clara, de inflar la percepción de hacer de los funcionarios las víctimas de los narcos asesinos. Para los medios mercachifes tan necesitados de héroes para hacer menos difícil el fracaso de la guerra en contra del crimen organizado, el doble discurso les ha caído de perlas para construir, sin una base firme, la figura de la víctima urgente. ¿Por qué tanta prisa?

 
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