Usted está aquí: sábado 8 de noviembre de 2008 Cultura El jazz es una música democrática donde la comunicación es esencial, dice Vana

■ Ofrecerá mañana un concierto con Paquito D’Rivera en la Sala Nezahualcóyotl

El jazz es una música democrática donde la comunicación es esencial, dice Vana

■ Toda expresión creativa está inmersa en la globalización, indica el pianista y compositor alemán

■ “Me gusta mezclar influencias, pues tengo varios caminos para llegar a lo que deseo”

Ángel Vargas

Ampliar la imagen Werner Vana Gierig y el saxofonista y clarinetista cubano Paquito D’Rivera, músico invitado al recital que el intérprete alemán y su trío efectuarán este domingo  Dirección General de Música UNAM Werner Vana Gierig y el saxofonista y clarinetista cubano Paquito D’Rivera, músico invitado al recital que el intérprete alemán y su trío efectuarán este domingo Dirección General de Música UNAM

Nunca como ahora las fronteras en la música habían estado tan abiertas. Basta observar las influencias o las fusiones que se hacen entre culturas, géneros, ritmos o lenguajes para constatar que el arte sonoro, como ocurre en realidad con toda expresión creativa, está ya plenamente globalizado.

Ésa es la concepción a partir de la cual el pianista y compositor alemán Werner Vana Gierig (Munich, 1967) ha construido su singular estilo en el que elementos clásicos del jazz se enriquecen y fusionan con aspectos sonoros de diversas latitudes –en especial los de origen brasileño– y nuevos lenguajes, y así se crea una propuesta fresca, intensa y alegre.

A un año de su primera presentación en México, el jazzista y su trío regresan para ofrecer este domingo, a las 18 horas, un único concierto en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario.

En él participará como artista invitado uno de los máximos exponentes del género a escala mundial, el saxofonista y clarinetista Paquito D’ Rivera.

El programa tiene como eje una serie de siete u ocho piezas del propio Vana, cuya escritura abarca de 10 años a sólo unos cuantos meses, inclusive dos de ellas serán estrenos nacionales.

Ésta será la tercera vez que el pianista alemán y el músico de origen cubano comparten escenario, aunque la primera en la que este último interpretará obra del primero.

Vía telefónica desde Nueva York, donde reside desde hace más de tres lustros, Werner Vana Gierig sostiene con La Jornada una charla momentos antes de emprender el vuelo hacia la ciudad de México.

El arte, fiel espejo de su tiempo

Según Vana,“la música ha llegado a un momento en el que ya no tiene fronteras y los intérpretes están más abiertos a experiencias más amplias y novedosas”.

Para ejemplificarlo, menciona cómo muchas de las orquestas sinfónicas del mundo se han adentrado en repertorios muy diferentes a los habituales, y así abordan desde pop y rock hasta música tradicional y jazz, en lo que a su parecer representa “una experiencia enriquecedora, atractiva y gozosa”, tanto para los músicos como para los públicos.

Esta apertura, afirma, está estrechamente relacionada con la globalización que define a nuestra época, y recuerda que el arte es siempre fiel espejo de su tiempo.

Al respecto, Vana no tiene objeción en definir que la suya “es una música muy global”, tanto en su manera de entenderla como de concebirla, debido a la diversidad de influencias que la construyen, desde la música brasileña hasta la mediterránea, pasando por la música para cine “y, por supuesto, los grandes clásicos del jazz”.

Abunda: “No me veo sólo en el jazz puro; me gusta mezclar influencias. No hay reglas para escribir o sentir la música, ni un solo sistema; tengo varios caminos para llegar a lo que quiero”.

Para el compositor y pianista resulta muy importante dejar constancia de que si bien su formación familiar y académica se dio en el terreno de la música de concierto y los clásicos –“como ocurre con todo buen alemán”, bromea–, eligió al jazz por sus significados sociales y su espíritu estético.

Se trata de “un género que en principio podría parecer muy individualista, pero que no lo es, porque en él la comunicación resulta indispensable, esencial. El jazz es una música democrática, cada uno tiene su voz, pero al mismo tiempo su responsabilidad; no se puede hablar de cualquier cosa sin escuchar a los otros”, explica.

“Pero lo que más me gusta de él es su naturaleza libre y liberal, en la que todo se puede; pero, insisto, con mucha responsabilidad. Al tocar, uno debe debe tener siempre presente que no es un monólogo; pensarlo y hacerlo así es traicionarlo.”

 
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