Usted está aquí: martes 11 de noviembre de 2008 Opinión Expectativas, incertidumbres, realidades

José Blanco

Expectativas, incertidumbres, realidades

Las elecciones estadunidenses son siempre extremadamente emocionales; la racionalidad padece embates especialmente fuertes en estos episodios. La emoción de los electores sociales ha llegado al cielo, pero esta vez converge con la racionalidad: frente al peor gobierno de décadas incontables, Bush debía ser echado a palos de la Casa Blanca. Ello ha ocurrido “con la mejor campaña política de la historia”, según se repite sin cesar en múltiples medios. La paliza le ha dado a Obama una cómoda mayoría en la Cámara de Representantes, mientras que ha ampliado su mayoría en el Senado.

Para todo efecto práctico todo mundo en el planeta quería a Obama, no sólo por el formidable cambio cultural que está detrás de la elección del primer negro como presidente de la mayor potencia de todos los tiempos, sino porque para todo mundo Bush resultaba ya un caradura repulsivo insoportable.

Obama representa sin duda un hito histórico para el mundo; historiadores y sociólogos nos explicarán los antecedentes y el proceso que produjo este hito inmenso. Hay aquí una veta en la historia de la negritud que no será tan difícil reconstruir, configurada no sólo en Estados Unidos. Ahí está el caso insólito de Nelson Mandela, elegido presidente en el país del apartheid. O los casos recientes de Colin Powell, secretario de Estado en el gobierno de Bush, o la halcona Condoleezza Rice que lo sucedió, ambos republicanos. O el caso extremo, opuesto a Condoleezza, Toni Morrison, ganadora del Nobel de Literatura 1993, de quien el jurado explicó al entregarle el premio: “Por una narrativa caracterizada por su fuerza visionaria y su alta calidad poética, que presenta una dimensión esencial de la realidad americana”.

Más allá de la felicidad estadunidense –tan conmovedoramente representada en las lágrimas de Jesse Jackson, Oprah Winfrey y en las de Colin Powell–, una amplia satisfacción se produjo en el mundo.

Puestos los pies en la tierra, irán apareciendo para quienes ven en este hito histórico una página luminosa de esperanza, las mil páginas con mil tonos de gris.

La primera tarea que Obama y su equipo se echarán a cuestas no es la crecientemente grave crisis económica mundial, sino desinflar el globo de las inmensas expectativas que creó como un mago que fácilmente supera en ilusionismo a David Copperfield. Tendrá que sujetar esas imágenes mágicas a metas realistas y posibles. Veremos entonces qué pasa con la sociedad.

No se pierda de vista que esa inmensa felicidad fue para los ganadores activos: al nivel social Estados Unidos está fragmentado. Obama arrasó en el nivel de los votos de los electores, pero a nivel de los votos populares es otra historia.

Con 48 estados escrutados obtuvo 63.8 millones de votos, y John McCain, 56.3 millones. Obama ganó 31 por ciento de los 153 millones de electores populares registrados (que son a su vez 75 por ciento de 204 millones, que es el censo elegible), y el republicano obtuvo 27.6 por ciento.

¿Qué significan estas cifras respecto de las diferencias ideológicas a nivel social? Nadie se ha ocupado de explicarlo.

Barack Obama prometió cobertura médica universal. Lo hace de cara al peor sistema de salud del mundo y con 45 millones de personas sin absolutamente ningún acceso a la seguridad y servicios médicos, y en el contexto de la peor crisis económica desde 1929. No habrá tal cobertura universal.

Gran parte del mundo demanda al nuevo presidente estadunidense fin al bloqueo a Cuba. Pero no es un asunto de su voluntad, sino de un entramado jurídico que llevaría en su caso mucho tiempo desmontar.

General Motors y Ford “quemaron su tesorería” (es decir, se quedaron sin liquidez) en el tercer trimestre y parecen condenados a la quiebra el año próximo si no reciben ayuda.

General Motors, Ford y Chrysler piden ayuda federal por 50 mil millones de dólares con el objeto de evitar un colapso que podría costar hasta dos millones de puestos de trabajo. Pocos sectores de actividad tienen un impacto multiplicador tan positivo o tan negativo como el sector automotriz, según sus tendencias.

Sume a ello el sector de origen de la crisis, el inmobiliario, otro sector fuertemente multiplicador, a la positiva o a la negativa, originado a su vez en la “burbuja financiera” (léase en adelante estúpida irresponsabilidad desregulatoria) que originara el robo en despoblado que significó el surgimiento del mercado subprime.

Con toda nuestra satisfacción por su elección, nadie debería olvidar que Obama se pronunció a favor de fortalecer el muro fronterizo, y de revisar el TLCAN desde una perspectiva proteccionista del mercado gringo. “¿Por qué estamos consumiendo autos asiáticos si nosotros podemos producir nuestros propios automóviles?”, preguntó con gran “sentido común” Obama. Alguien de su plana de lujo de asesores económicos deberá explicarle que el proteccionismo al que han sido tan proclives los demócratas (y lo son aún más en épocas de crisis) vuelve proteccionistas a todos los países desarrollados, con lo que derrumbarían conjuntamente la actividad económica planetaria.

El 15 de noviembre próximo tendrá el G-20 ampliado una reunión de ¡dos horas!, en la que la postura europea es la reforma de la arquitectura del sistema financiero internacional y el establecimiento de una regulación suficiente del mismo. Gran Bretaña no va en este acuerdo. En el mejor de los casos, en dos horas se pondrán de acuerdo en una agenda y un calendario. En tanto, si las potencias no hacen nada drástico, la crisis continuará, con sus efectos corrosivos de la economía real.

 
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