Usted está aquí: martes 11 de noviembre de 2008 Opinión La Muestra

La Muestra

Carlos Bonfil
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■ Entre los muertos

Ampliar la imagen Fotograma del largometraje del macedonio Micho Manchevski Fotograma del largometraje del macedonio Micho Manchevski

Entre los muertos (Senki), tercer largometraje del macedonio Micho Manchevski (Antes de la lluvia, 1994), es ante todo una parábola social que toma como punto de partida la experiencia sobrecogedora de Lázaro Perkov, un médico joven que luego de un grave accidente automovilístico regresa de un largo periodo de coma para sentirse visitado por las personas muertas que en algún momento le ayudaron a regresar a la vida, y a las que hoy él debe conducir a su reposo final. Estos muertos son almas que vagan sin descanso por razones diversas: un suicidio, un fallecimiento infantil sin bautizo, restos sin sepultura de víctimas de la guerra y el exilio.

Para Lázaro, el resucitado y nuevo vidente, el mundo se ha vuelto un territorio extraño, con seres antes familiares que ya son presencias lejanas (la madre, la esposa, el hijo), y seres muertos que cada día adquieren mayor corporeidad e importancia.

A la manera de un thriller, el director muestra al protagonista indagando las claves del enigma. Una anciana se le aparece y le habla en un dialecto incomprensible. Él graba sus palabras, las lleva hasta un filólogo especializado en lenguas antiguas, y el mensaje arroja la sentencia: “Regresa lo que no es tuyo; muestra respeto”. Otro personaje extraño, un vecino, camina pesadamente dejando huellas de sangre a su paso, mientras carga a un niño que llora. Son otros dos fantasmas, sombras errantes, que soportan el peso de alguna falta sin expiación; a ellas se añade una joven con la marca de una soga en el cuello que busca algo de calor y cariño en el médico que a estas alturas vive sumido en la zozobra.

Entre los muertos alude, como Ararat, del canadiense-armenio Atom Egoyan, a la realidad histórica de un genocidio impune y a las secuelas en el ánimo de los descendientes de la tragedia. Lázaro representa la conciencia perturbada y despierta del investigador ante quien llegan desde ultratumba los reportes cifrados de los años de exilio y despojo territorial, los ecos de una Macedonia por largo tiempo invadida y fragmentada, que sólo a partir de 1991 pudo encontrar de nuevo un símil de unidad nacional. Es por ello crucial la presencia fantasmal de una anciana depositaria de la memoria colectiva, y también el proceso de restañar las heridas históricas mediante los tardíos ritos funerarios.

Sin tomar en cuenta estos elementos, la película podría verse como una incursión absurda y disparatada en el horror metafísico. El director Manchevski mantiene en su corta trayectoria una coherencia temática: explora la complejidad del comportamiento humano y los saldos de un drama histórico nacional, y consigue combinarlos con astucia. Entre los muertos invita a la consideración del resto de la obra del director; con ello gana a la vez la cinta y también el espectador.

 
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