Bloqueo contra una carretera en el Municipio Autónomo de Olga Isabel.  Foto: Víctor Camacho

 

Detrás de cada comunidad zapatista

hay una historia única

Este 17 de noviembre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) cumple un cuarto de siglo de trabajo organizativo, diez años bajo la penumbra de la clandestinidad y quince desde que se dieron a conocer aquella madrugada del primero de enero de 1994.

No son los mismos los zapatistas de entonces y de ahora, como tampoco es el mismo el país que los vio nacer en 1983, el que los recibió en el primer amanecer de 1994, y el que recorrerían de sur a norte en el 2006 y 2007 para seguir luchando por democracia, libertad y justicia para todos los mexicanos (preceptos que no han cambiado).

Mucho se ha escrito sobre los zapatistas en estos quince años. No poco se ha discordado, pero nadie puede escamotearles, aunque se preparen publicaciones contrainsurgentes para denostar su trabajo, el logro de haber conformado otra geografía chiapaneca que contempla decenas de municipalidades autónomas y rebeldes, con gobiernos propios que han mostrado eficacia, honradez, legitimidad y, sobre todo, la posibilidad real de otra manera de gobernar. Para México y para muchas partes del mundo la autonomía zapatista es referente y prueba de que aun con todo en contra los pueblos pueden gobernarse a sí mismos.

El componente indígena de la revuelta es preponderante y quizás por eso su mayor aportación en estos lustros se puede apreciar mejor en las comunidades indígenas y campesinas de México y del resto de América, donde podemos hablar de un antes y un después de 1994.

El concepto de autonomía es algo muy general para los pueblos que construyen su especificidad todos los días. Detrás de cada una de las más de mil comunidades zapatistas hay una historia única e irrepetible. Esta es la historia de Guanal, del municipio autónomo Emiliano Zapata, uno de los más antiguos pueblos zapatistas, uno de los muchos que celebran hoy su 25 aniversario.

El testimonio fue recogido en mayo de 2006.

***

Cuenta Augusto la historia que le contó su abuelito, ya finado: Ellos vivían en la finca El Porvenir, y ahí cruzaron al Chac, donde había la fábrica del trago de esos cabrón de don Ricardo Albores, y hacían azúcar también. En ese tiempo cuando un compa quiere agarrar un litro de trago lo van a ir apuntando en una lista. Tiene una lista el patrón y un puño de jabón también se lo anotan, un vasito de sal también se lo apuntan... en ese tiempo no podías hablar ni nada. Las pobres compañeras… si tu esposa trabaja en la casa grande y quema una tortilla, en la tarde los mandan llamar a los dos, los hincan y ahí viene el vergazo, el chicote…

Cuando salieron les dieron libertad y les dijeron que podían buscar su poblado. Llegaron a Galeana primero y tardaron un tiempo ahí. Ya luego se vinieron para acá, el finado mi abuelito fue de los meros fundadores. Aquí había muchos animales. Guanal era montera antes, o sea que sacaban las maderas, las cortaban y lo mandaban por el río Jataté y lo recogían ahí porque tenían el nombre del patrón, un tal Pedro Vega. Por eso ya no tenemos madera aquí, cedro y otras, porque lo llevaron los patrones.

Fue en el año 1960 que llegamos. Le pusimos Guanal porque había unas palmas que se llaman Guano, había muchas. Le puso el nombre el finado mi papá. Venimos primero a hacer milpa aquí y cuando dio el maíz nos venimos todos. Éramos muchos, pero ahora ya no hay nadie de los primeros, todos murieron ya.

Susana se une al relato colectivo: En ese tiempo, todavía en la finca, los patrones las casan a las mujeres y si no hacen bien su trabajo les pegan. Si le gustan las mujeres al patrón las lleva a su cuarto y el marido se queda mirando, porque es el patrón, qué le van a hacer.

–¿Y usted de niña fue a la escuela?

–No había, no lo conozco, no lo miré. No hay clínica, no había nada.

–¿Y a qué jugaba de niña?

–Jugábamos a moler el lodo, lo molemos, lo torteamos… también hacemos muñeca de palo, envolvemos con ropitas y ya es nuestro hijo.

–Y antes de ser zapatistas…

Habla Erasmo: Nosotros tuvimos que hacer una organización para tener una vida buena. Antes nosotros pertenecíamos a una organización que se llama aric y más antes formamos la Kiptic Ta Lecubtecel y ahí tampoco vimos avance… nosotros nos integramos al ezln en el 83, ahorita tenemos más de veinte años en la organización. Nosotros fuimos de los primeros pueblos zapatistas, cuando fuimos reclutados éramos clandestinos… primero nos dijeron que teníamos que hacer trabajo colectivo...

Interviene Augusto: Llegaron dos compas y nos fueron reclutando por persona, éramos primero como diez personas. Mi esposa hacía la tostada en la noche, el pinole, y nosotros lo llevamos a la montaña. Cargábamos como diez o quince kilos. Salimos a las once de la noche hasta donde están los compañeros porque es su comida. En ese tiempo no todos lo sabían por eso nos íbamos a las once de  la noche o a la hora en que nos ordenaban.

–¿Por qué decidió ser zapatista?

–Porque lo vimos que nos estaba chingando y nos estaba explotando mucho el gobierno, y nos dimos cuenta que era bueno la organización, por la libertad y por eso estamos en esa organización. Yo tengo cincuenta años, casi la mitad en el ezln.

Explica Miguel: La autonomía es que lo que nosotros pensamos nosotros lo hacemos. Nadie nos manda, y nos sentimos tranquilos, ya el gobierno no manda.

–¿Pensaron antes que ustedes mismos se iban a gobernar?

–Pues no, pero la lucha siguió avanzando hasta el momento que estamos aquí. Por eso nosotros nos sentimos orgullosos, y en los otros países así se deben sentir por hacer la autonomía.

Erasmo concluye: Después de más de veinte años, yo siento que estoy un poco mejor, ya en mi trabajo vi los resultados, ya avanzamos un chingo, ya en otros países saben de los zapatistas…  hay compañeros que viven jodidos en las ciudades, nosotros aquí vivimos un poquito tranquilos, tenemos un pedazo de tierra, cosechamos maíz y frijol, pensamos que hay compañeros en las ciudades que no tienen ni eso y por eso hay que organizarnos.

Gloria Muñoz Ramírez

regresa a portada