Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 23 de noviembre de 2008 Num: 716

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Andrea Camilleri: actualizando el referente
JORGE ALBERTO GUDIÑO

Siete poemas
LEDO IVO

Del Chavo del Ocho a la efedrina
JUAN MANUEL GARCÍA

Carlos Fuentes: La memoria y el deseo
ANTONIO VALLE

El pensamiento de Hermann Keyserling
ANDREAS KURZ

La filosofía en México ¿para qué?
GABRIEL VARGAS LOZANO

Gays de California, ¡uníos!
ROBERTO GARZA ITURBIDE

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Columnas:
Mujeres Insumisas
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Paso a Retirarme
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La Jornada Virtual
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Ilustración de Juan Gabriel Puga

Gays de California, ¡uníos!

Roberto Garza Iturbide

Los Ángeles, California, sábado 8 de noviembre. La voz de los manifestantes es tan alta que escuchamos la primera consigna unas tres cuadras antes de llegar a la intersección de las calles Sunset Blvd. y Santa Monica Blvd. “Igualdad de derechos,… ¡Ahora!”, corean miles de personas reunidas en ese afamado crucero del distrito Silver Lake, mejor conocido como Sunset Junction, un sitio histórico en la lucha por los derechos de la comunidad gay en California.

Carolina y Elizabeth, quienes me invitaron a esta marcha en calidad de cronista, se toman de la mano y aceleran el paso para incorporarse a la multitud que protesta en contra de la Proposición 8, una reforma constitucional que, tras ser votada a favor el 4 de noviembre, prohíbe los matrimonios entre personas del mismo sexo en el estado, derecho civil que la Suprema Corte de California había reconocido en junio pasado.

Caro y Liz son pareja desde hace varios años y tenían (tienen) planes de contraer matrimonio en enero. “Me siento enojada y muy triste al mismo tiempo”, me dijo Caro esta mañana. “Estábamos tan ilusionadas y ahora no sabemos lo que va a pasar.” Y en realidad nadie sabe lo que va a pasar, ya que la última palabra la tiene la Suprema Corte de California, que se enfrenta a una disyuntiva bastante complicada.

Por un lado, si la Corte reconoce la voluntad de los votantes que por mayoría dieron el sí a la Proposición 8 y modifica la Constitución estatal para que el matrimonio sólo sea legal entre un hombre y una mujer, estaría incurriendo en un acto discriminatorio. Usemos el sentido común: es injusto permitir que una mayoría abuse de su ventaja numérica para suprimir derechos fundamentales a una minoría. Por otro lado, si la Corte ignora –bajo cualquier argumento jurídico– una iniciativa respaldada por el voto popular, cometería un acto antidemocrático.

Sin embargo, según me explicó una abogada de cabello muy corto, la Corte no tiene la facultad de cambiar la Constitución por sí sola. “Para que la Proposición 8 entre en vigor –aclaró–, aunque haya sido votada por la gente en las urnas, primero tiene que ser aprobada por la legislatura estatal con dos tercios de ambas cámaras.” La mujer tiene un buen punto. ¿Acaso no son los legisladores quienes tienen la facultad de modificar la Constitución ?

Sean peras o manzanas, lo cierto y doloroso del asunto es que los gays de California (igual que los de Florida y Arizona) han recibido un nuevo revés de parte de los sectores conservadores, y en particular de los grupos religiosos que los consideran como una bola de “depravados y enfermos.” La Iglesia mormona, por ejemplo, gastó varios millones de dólares en la promoción de la Proposición 8, lo que contribuyó a convertirla en una de las campañas antigay más feroces y caras en la historia de California, con un total de 70 millones de dólares recaudados.

Lorri L. Jean, del LA Gay & Lesbian Center, me informa que un nutrido contingente de manifestantes está plantado en el templo mormón de Santa Monica Blvd. y Overland, y que los cuarteles centrales de la Iglesia mormona en Salt Lake City también están sitiados. “Las creencias religiosas no pueden ser utilizadas para negar los derechos fundamentales de otros”, comenta Lorri.

Mientras Lorri despotrica contra los mormones, las bocinas colocadas en Sunset Junction retumban con la arenga de un orador de ropa ajustada: “El matrimonio no es un privilegio, sino un derecho de todos los ciudadanos”, dice entre ademanes, para luego rematar con voz chillona y los puños en lo alto: “Nadie nos va a arrebatar este derecho fundamental.”

En ese instante, Caro roza mi brazo con su codo y dirige la mirada hacia una pareja que camina rumbo al templete, entre aplausos y hurras de la multitud. “Son Robyn Tyler y Diane Olson, van a hablar.” Esta pareja lésbica fue la principal promotora de la iniciativa ciudadana que en junio llevó a la Corte estatal a reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo. Y también fue la primera en casarse legalmente en California. Hoy, junto con las 18 mil parejas gay que se esposaron entre junio y noviembre, están en un limbo legal.

Tras enterarse de los resultados, Tyler y Olson presentaron un recurso judicial ante la Suprema Corte de California para desafiar la iniciativa. “Hemos llorado mucho en estos días, pero también nos levantamos para seguir luchando. Ganaremos en los tribunales y en las calles. Y si es necesario, presentaremos una iniciativa para revocar ésta ( la Proposición 8) en las elecciones de 2012” , dijo Robyn Tyler en su discurso, poco antes de parafrasear a Martin Luther King: “Los derechos civiles son para todos.”

Robyn Tyler es una veterana que ha combatido mil batallas en favor de los derechos de los homosexuales. En un momento de su intervención, Tyler hace una pausa para observar a la multitud. Al darse cuenta de que hay muchos jóvenes, cambia el rumbo del discurso y les manda un mensaje: “Quiero invitar a todos los jóvenes a que tomen la estafeta en esta lucha por la igualdad. Ustedes son la nueva generación, quienes mantendrán viva esta lucha.” Los aplausos no se dejaron esperar y Tyler aprovechó la apoteosis para animarlos a que sigan manifestándose y, de ser necesario, vayan a Washington DC.

Luego de los discursos, la manifestación avanza por las calles de Silver Lake, mostrando un sinnúmero de pancartas y cantando contra la Proposición 8. “Obama: sí podemos (a menos que seas gay)”, se lee en una cartulina. Esto me hace pensar en la elección presidencial: el martes 4 de noviembre, la mayoría de los californianos votó por Barack Obama y (pero) en la misma papeleta electoral dio su respaldo a una iniciativa a todas luces discriminatoria.

Así de insólito es el comportamiento electoral. ¿Quién los entiende? Con una mano votan por Obama, un afroamericano que se dice liberal, y con la otra respaldan una iniciativa ultraconservadora. ¿Fue una especie de voto dividido? ¿O de plano el 52% de los electores californianos se dejó lavar el cerebro por los mormones y demás grupos religiosos que no toleran a los homosexuales?

Lo bueno es que los tiempos, parafraseando a los modernos profetas de la esperanza, están cambiando (aunque muy lentamente). Ya llegará el día en que los derechos sean de todos. Mientras tanto, que la lucha continúe.