Usted está aquí: miércoles 26 de noviembre de 2008 Mundo Condenan a cinco policías catalanes por el delito de torturas y maltrato

■ Agredieron a un rumano y amenazaron a su esposa embarazada

Condenan a cinco policías catalanes por el delito de torturas y maltrato

Armando G. Tejeda (Corresponsal)

Madrid, 25 de noviembre. Cinco policías de Cataluña –mossos d’esquadra, según la denominación– fueron declarados hoy por la Audiencia Provincial de Barcelona culpables de un delito de torturas y maltrato, en lo que se convertirá en una de las pocas sentencias en las que se condena con pena de cárcel a los agentes policiales.

Los hechos se remontan a julio de 2006, cuando un migrante rumano fue detenido junto con su esposa –embarazada de tres meses–, y entre otras agresiones le fue colocada una pistola en la boca para que confesara un crimen que no cometió.

En Cataluña, región gobernada por un tripartito de izquierdas, el fenómeno de la tortura policial es un hecho bastante frecuente, al igual que en Madrid y Andalucía, donde se concentran la mayoría de las denuncias.

El juez impuso una condena de seis años y siete meses de prisión a tres agentes, a otro una condena de dos años de cárcel y al último una multa de 3 mil 900 euros.

Lucian P., un ciudadano rumano de unos 40 años, salió de su casa para dirigirse al trabajo cuando fue interceptado por cuatro agentes vestidos de civil, quienes sin identificarse lo tiraron al suelo y comenzaron a golpearlo.

Los agentes investigaban un caso de robo con intimidación, al parecer perpetrado por alguien que se parecía físicamente al migrant rumano, por lo que al verlo por la calle simplemente lo comenzaron a golpear sin cesar.

Un agente policial le metió al rumano una pistola en la boca para que firmara la confesión que habían preparado en la que se declaraba culpable de hurto y otros delitos cometidos en la zona.

La actuación delictiva de la policía española no se limitó a Lucian P., ya que cuando éste estaba detenido, los mismos agentes interrogaron con malos modos a su mujer –embarazada de tres meses–, a la que le dijeron que su marido era proxeneta y que tenía que confesar lo que había hecho, y si no “lo matarían y lo tirarían por un barranco”.

El fiscal del Estado, como es habitual en este tipo de denuncias, asumió como propias las tesis de los policías y defendió hasta el último momento la inocencia de los cinco agentes.

 
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