Usted está aquí: sábado 29 de noviembre de 2008 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
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■ Bancomext, como La Cigarra

■ Pieza fundamental de la política anticíclica

A estas alturas, el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext) puede hacer suya la canción La Cigarra, bellamente interpretada por la negra más guapa del mundo, Mercedes Sosa: “tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí resucitando, gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal, porque me mató tan mal, y seguí cantando”.

Víctima de cuatro gobiernos al hilo (de Salinas a Calderón), sobreviviente de la permanente agresión de quien, se supone, debería protegerla y estimular su crecimiento (léase la Secretaría de Hacienda), a lo largo de casi 20 años esta institución de la banca de desarrollo, propiedad de la nación, ha estado “a punto” de desaparecer en infinidad de ocasiones como resultado de enormes cargas financieras impuestas por el señor de Los Pinos en turno (generosos créditos a los amigos que nunca se pagaron; asunción de voluminosos pasivos, porque a los cuates del inquilino le fallaron los “negocios”; onerosos “rescates”, nacionales e internacionales, que ya no “cabían” en el Fobaproa, etcétera, etcétera), y el proceso de descuartizamiento al que ha sido sometida.

Abiertamente, el gobierno del “cambio” hizo hasta lo impensable para borrar del mapa al Bancomext, lo que no logró gracias a la oportuna intervención del Legislativo, pero en el intento lo debilitó al extremo, incluso lo sacó del presupuesto federal. Ya con la “continuidad” instalada en Los Pinos, ha sido víctima de despojo, despojo y “usurpación de funciones” con la creación de ese elefante blanco llamado Pro-México, cierre de representaciones y consejerías (en México y el extranjero), “reubicaciones” geográficas (por ejemplo, ahora los empresarios poblanos tienen que viajar a Mérida, Yucatán, para cualquier trámite) y demás barbaridades. A pesar de todo, no pudieron doblegar a la institución.

Y de repente, con el certificado de defunción en la mano, estalla la nueva crisis y el Bancomext surge como pieza fundamental de la “política anticíclica” del gobierno federal, el mismo que no cejó en su empeño de destrozar a esa institución con más de 70 años de experiencia, que sigue cantando.

En este contexto, Ricardo Rafael González Rubí ([email protected]), asesor del sindicato de trabajadores del Bancomext comenta a México SA que si el Programa para Impulsar el Crecimiento Económico y el Empleo (PICE) “se interpretó como una suerte de rectificación forzosa del dogmatismo neoliberal, los nuevos quehaceres asignados a la banca de desarrollo despertaron esperanzas de un pujante resurgimiento de ella, tras un largo y absurdo trasiego hacia la irrelevancia para los fines genuinos del desarrollo. Ante el inminente contagio de la crisis financiera al ámbito productivo y la previsible restricción del crédito, entre otras causas por el traspaso de recursos hacia las matrices de las instituciones extranjeras adueñadas del sistema bancario mexicano, la banca pública debiera recobrar cabal importancia como bien público e instrumento irrenunciable de política económica”.

Aún así, apunta, “recuperar el terreno perdido por la miopía neoliberal no será nada fácil. Basta considerar que el monto total de los apoyos para créditos y garantías previsto en el PICE resultará inferior, en el mejor de los casos, al de la baja registrada al cierre de junio último en la cartera de crédito total del Bancomext y Nafin respecto a un año antes (35 406 millones de pesos menos); si la comparación se hace frente al inicio del gobierno calderonista, dichos apoyos extraordinarios representan 46.7 por ciento de la merma en la cartera. Faltaría un buen trecho que recorrer, en otras palabras, para volver siquiera al punto de partida sexenal”.

Pese a que en el Programa Nacional de Financiamiento del Desarrollo 2008-2012 se fija el objetivo de elevar el crédito de primer piso de la banca de desarrollo a 1.2 por ciento del PIB global, “el PICE lo ignora por completo y subordina la operación de los apoyos financieros a la banca comercial y flamantes intermediarios no bancarios. También inquieta la misión asumida por la banca de desarrollo de acudir presurosa al auxilio, si no rescate, de grandes empresas con apuros en el mercado de valores (Cemex, Alfa, por ejemplo). No hace mucho tiempo se descalificó hasta el cansancio la canalización de crédito del Bancomext que no fuese a las pequeñas y medianas empresas, aun cuando fuera dedicado a fines productivos, pero ahora ni siquiera se vacila en destinar más fondos a subsanar operaciones bursátiles que los asignados al apoyo urgente de las pequeñas y medianas empresas. El respaldo ofrecido con fondos públicos a la renovación de valores, suplanta el aliento a las inversiones productivas por la defensa de solvencias corporativas, no siempre ajena a intereses particulares y compromisos políticos de la alta burocracia. A falta de una estrategia nacional de inversiones enmarcada en una certera política industrial, resulta difícil que el crédito de la banca de desarrollo pueda encauzarse lo suficiente hacia el robustecimiento de las capacidades productivas del país, tal vez el mejor escudo para arrostrar las atroces turbulencias internacionales”.

Las rebanadas del pastel

De la lectoría, con más de Baja California Sur y la “texanización” de la península: “leí atentamente los comentarios del diputado Elías Cárdenas Márquez, de Convergencia. Permíteme discrepar con él. La paradisíaca península de Baja California Sur no corre el riesgo de ser anexada al territorio de nuestro vecino del norte, pues los grandes capitales estadunidenses ya pueden hacer lo que les viene en gana sin necesidad de someterse a las leyes de su país, ofrecer servicios como los que tienen la obligación de ofrecer en su casas o pagar sueldos de primer mundo. Con el gobierno de ‘izquierda’ de Narciso Agúndez la entrega de grandes extensiones a ‘desarrolladores’ ha alcanzado, efectivamente, niveles de escandaloso atraco inmobiliario. El PRD local acusa al senador panista Jaime Coppola de querer privatizar las playas, pero con ellos en el gobierno las playas se han privatizan de facto pues ya no se dejan accesos al público y a lo largo de la línea costera entre San José y La Paz (Cabo Este), las grandes extensiones de tierra adquirida por ‘desarrolladores’ tienden mallas ciclónicas con insultantes letreros como ‘PROHIBIDO EL PASO. NO COMPRE PROBLEMAS. ALEJESE’. Los únicos mexicanos que pueden acceder son el personal de limpieza y vigilancia. La sociedad se ha trasnacionalizado; esto no sería un problema si no estuviera ocurriendo de una manera segregacionista pues en los organigramas los puestos de mando, salvo contadas excepciones, los ejercen extranjeros (estadunidenses en su mayoría) que ni siquiera se toman la molestia de tramitar visas de trabajo. Para ellos, Baja les pertenece. Lo que ocurre aquí es un buen ejemplo del proyecto social de Nueva Izquierda, corriente hegemónica en el PRD local que gobierna. Sin más por el momento, y bajo el inclemente sol de este paradisiaco desierto enajenado” (Víctor Adrián Trujillo, San José del Cabo BCS, [email protected]).

 
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