Usted está aquí: lunes 1 de diciembre de 2008 Cultura “Nunca he querido ser más de lo que es un obrero”: Alí Chumacero

La vorágine de los libros

■ El poeta, crítico y editor visita la FIL para presentar la compilación Poesía

“Nunca he querido ser más de lo que es un obrero”: Alí Chumacero

■ En el FCE soy un simple corrector de pruebas y no dejaré de serlo por nada, afirmó

■ Este año cumplió 90, por lo que ha recibido varios homenajes: “sólo sirven para vivir agradecido”

Cecilia Durán (La Jornada Jalisco)

Ampliar la imagen Chumacero aseguró ser un hombre feliz, porque ama la vida, y reflexionó: "el hombre serio está a un paso de la muerte. Hay que hacer a un lado la seriedad para decir: ‘señores, aquí está un hombre vivo’" Chumacero aseguró ser un hombre feliz, porque ama la vida, y reflexionó: “el hombre serio está a un paso de la muerte. Hay que hacer a un lado la seriedad para decir: ‘señores, aquí está un hombre vivo’” Foto: Arturo Campos Cedillo

Guadalajara, Jal., 30 de noviembre. “Nunca he querido ser más de lo que es un obrero. Soy un trabajador modesto, nunca he querido ser algo más que eso, y juré serlo desde que empecé a trabajar en una editorial, hace 58 años”, dijo el poeta, crítico literario y editor Alí Chumacero, quien visita la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara para presentar el libro Poesía.

Con la calidez y simpatía que lo distinguen, prefirió hablar, más que del libro, sobre su oficio de editor: “He escrito poco pero he leído mucho. He pasado 58 años en el Fondo de Cultura Económica (FCE) como simple corrector de pruebas. Nunca he cambiado de parecer, sigo trabajando en el FCE con un sueldo de trabajador y nunca he pensado ni pensaré dejarlo por ningún concepto ni por ningún dinero. No creo en el dinero. Quien quiere su oficio puede continuar con él independientemente de las ventajas que ofrece.

“Hay que tener amor por lo que prolonga y define la personalidad del hombre. De esa manera se puede decir que el hombre es lo que hace, que significa lo que significa dentro de la sociedad y que el hombre es hombre precisamente por el oficio que desempeña al lado de los demás.”

Superar las influencias

El poeta refirió que todos los días lee a autores jóvenes, sin embargo, prefirió no especificar nombres, porque “eso crearía, más que amigos, muchachos resentidos y enemigos, y se acordarían fácilmente de mis progenitores”. Además de leerlos, “los aclamo, los asisto y los recibo, les presto libros, los empujo”, pero prefiere abstenerse de darles consejos.

“No quiero que se influyan de, sino que lean aquellos autores que les interesan. No puede haber escritor sin influencia, pero no puede haber escritor que tenga influencia toda la vida. Tiene que superarla y ser él. Algunos tienen mucha capacidad, mucha posibilidad, mucho entusiasmo, y probablemente lleguen a ser buenos escritores”, señaló.

El autor de Páramos de Sueños cumplió 90 años, y numerosas instituciones de la capital del país y de Guadalajara le rindieron homenajes, sobre los cuales dijo con humor: “sirven sólo para cansarlo a uno” y “para vivir agradecido de que lo quieran y para creer que el trabajo que ha realizado en lides literarias y artísticas ha tenido cierto efecto, o por lo menos un reconocimiento que gratifica el espíritu y da una hermosa satisfacción.

“De verdad agradezco muchísimo a todos aquellos municipios, bibliotecas, universidades, personas que se han molestado en agasajarme en mi lucha, que lleva casi un siglo, la cual ha sido fructífera o por lo menos reconocida por aquellas personas para quienes la cultura no es un hecho ajeno, sino una necesidad.

“Agradezco no sólo a Guadalajara, sino a todas las agrupaciones y personas que me han ayudado a sentirme contento por haber elegido una profesión, que ahora sí puedo decir con gusto y con experiencia que no produce nada, sino satisfacciones.”

Hacer a un lado la seriedad

El poeta comentó que a sus 90 años es un hombre feliz porque ama la vida, y por ello vale la pena haber nacido. “Un hombre puede elegir entre estar contento o ser un hombre serio. El hombre serio es el que está a un paso de la muerte. Solamente un cadáver es más serio que un hombre serio, así que la seriedad hay que hacerla un poquito a un lado, a fin de que brote la alegría y pueda uno decir: ‘señores, aquí está un hombre vivo’.”

Añadió que nada lo pone triste, porque todo lo que sucede es producto de la organización de la sociedad. “Yo pienso –no lucho, porque no es mi vocación– que es absolutamente necesario que la sociedad cambie, que no continúe siendo lo que es. Quiero que la sociedad cambie, y yo por ello. No sólo lo voto espiritualmente, sino cuando voy a una casilla de votación.

“Un hombre triste es aquel que se toma en serio, aquel que cree que lo que piensa es la explicación de lo que pasa y no la explicación de un hombre. Pero no puede de ninguna manera ser la explicación de todo. Ser el análisis físico, químico, poético, científico, artístico de lo que sucede en la realidad del mundo. El hombre serio es un hombre que cree, que tiene su verdad y su verdad es la verdad.”

Chumacero dijo que lo pone feliz regresar a Guadalajara, ciudad que “sigue siendo hasta el final una parte importante de mi afecto. Llegué aquí muy niño; aquí estudié, conocí a los autores que muchos de ellos son mis héroes literarios, como Amado Nervo; a pesar de que soy de Nayarit, lo vine a ver naturalmente a Jalisco. Aquí tuve a mis mejores amigos, como Jorge González Durán, Félix Asencio Arce, José Luis Martínez, Agustín Pineda”.

Poesía es el libro que lo trae a la FIL, editado por el FCE; contiene prólogo de José Emilio Pacheco, titulado El jardín de las cenizas. La publicación reúne los tres libros de poesía del autor nayarita.

Pacheco escribió: “Chumacero ha pasado su vida haciendo los libros de los demás, es decir, transformando los originales en piezas tipográficas, pero sólo quiso darnos tres propios: Páramo de sueños (1944), Imágenes desterradas (1947) y Palabras en reposo (1956). En ellos está su obra breve y admirable.

“A uno le hubiera gustado seguir leyendo siempre nuevas páginas de Chumacero. Sin embargo, su decisión no nos privó de su poesía de madurez, ya que fue un poeta cabal desde su aparición en 1940, con Poema de amorosa raíz. En menos de 20 años hizo lo que tenía que hacer, dijo cuanto tenía que decir.”

 
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