Usted está aquí: miércoles 3 de diciembre de 2008 Economía México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
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■ El mundo ansía que funcione el “gran motor”

■ Más historias sobre la rapiña de los bancos

El mundo todo se mantiene en vela en espera de que el unipolar cuan destartalado motor que marca ritmo, rumbo y destino de la humanidad eche chispas, comience a ronronear, arranque y, por fin, trasmita la prometida energía para que el resto de autos chatarra que aún circulan por este deshumanizada carretera llamada economía global comience a moverse hacia adelante, así sea a una velocidad más que modesta.

La comunidad de naciones no ve llegar el día en el que el presidente de Estados Unidos –necesariamente será Barack Obama– suba a tribuna y haga el majestuoso, cuan esperado anuncio: el “gran motor del mundo”, la economía estadunidense, finalmente se ha reactivado, y junto a ese hecho histórico el compromiso de ofrecer un futuro venturoso, sólo garantizado por la globalización y el capitalismo salvaje.

Siempre con ánimo coadyuvante, de todo han hecho las economías dependientes –es decir, todas las del planeta– para que la estadunidense salga del hoyo y, por efecto expansivo, ellas también. Meses rezando, rogando, apostando para que ello suceda, animándose entre sí por el eventual registro de que el repunte de tal o cual indicador de la economía “número uno” parece síntoma inequívoco de que la bonanza, de nueva cuenta, en una fecha no muy lejana inundara a este dependiente planeta unipolar. Los sentimientos y presentimientos compartidos se dejan escuchar por todos lados: desde las destrozadas economías africanas, hasta las otrora sólidas y poderosas europeas, asiáticas y americanas; desde el ombligo de los mercados inglés, francés, alemán o japonés, hasta Wall Street; de la Casa Rosada al Palacio de la Zarzuela; del Kremlin a Los Pinos.

Pero las veladoras encendidas, los relicarios, los escapularios, los rosarios y demás adminículos coadyuvantes de nada han servido hasta ahora, porque el dueño de la fiesta y del maná a repartir hizo hasta lo imposible para complicarle el panorama a las naciones que aunque recen y recen no más no salen de la capilla. En sus ocho años en la Casa Blanca, George W. Bush mostró una habilidad sólo comparable con la de su padre, quien siendo presidente (1989-1993) elevó el déficit presupuestal de su país a un nivel nunca antes visto, cercano a los 200 mil millones de dólares. El hijo, más aplicado, superó a su progenitor y triplicó la herencia: actualmente, dicho saldo negativo sobrepasa los 600 mil millones de billetes verdes.

La del aún inquilino de la Casa Blanca no es una habilidad recién descubierta. En enero de 2001, aparte del famoso maletín nuclear y de una economía pujante, de manos de William Clinton recibió un superávit cercano a los 127 mil millones de billetes verdes; un año después –primeros 12 meses de gobierno– el saldo positivo fue transformado por George W. Bush en un aparatoso déficit de 165 mil millones. “Es resultado de los muchos gastos en defensa y armamento tras los atentados del 11 de septiembre de 2001”, se justificaba.

Meses antes de la invasión a Irak, las advertencias fluían por doquier: cuidado con la aventura militar, porque el efecto inmediato –con o sin victoria– se manifestaría en el déficit presupuestal. No hizo caso, y a estas alturas el saldo negativo se multiplicó por tres con respecto al alcanzado por su padre. Se lo dijeron antes del 11 de septiembre; después de esa fatídica fecha; durante sus planes guerreros; a lo largo de la invasión a Irak; después de ella; cuando estalló la “burbuja” hipotecaria: la reactivación económica de Estados Unidos, del mundo todo, está en riesgo; la reactivación económica no se alcanzará con la reducción de impuestos, el relajamiento de la política monetaria, el indiscriminado apoyo a los grandes consorcios y la inexistente regulación, porque todo ello alimenta el desequilibrio, pero no entendió razones. Tronó el “motor”, hundió la economía mundial, reventó el sistema financiero, desinfló el bienestar y desequilibró al planeta, pero todavía dice que no es para tanto.

Ocho largos años de destrozos. Y a estas alturas algunos incautos decidieron apagar las veladoras y guardar escapularios, estampitas, relicarios, rosarios y demás adminículos. Creen que sus rezos finalmente fueron escuchados, que surtieron efecto, que todo está a punto de solucionarse, que ya pueden levantarse del reclinatorio, abandonar la capilla y salir a la calle para comunicar la buena nueva: Bush ya se va, como si eso fuera suficiente.

Las rebanadas del pastel

De la lectoría, sobre los buitres financieros: “hay que cuidarse de la banca no sólo en tarjetas de crédito y chequeras, sino en los cajeros automáticos. Es el caso de Banamex: te hacen el cargo, pero no te dan el dinero. Vivo en Coatepec, Veracruz, y acudí al cajero automático de la gasolinera de entrada al Pueblo Mágico, y todo funcionó con normalidad hasta que después de seleccionar la suma requerida, tras mucho rato, me señaló que la operación no podía ejecutarse en ese momento, y me devolvió mi tarjeta. Llegué a casa, chequé mi saldo y ya estaba descontada la cantidad: 4 mil pesos para todas mis compras navideñas. No soy de aquí y he hecho amistad con una vecina, pues le hablé para llorar mis penas y adivina qué, a ella le sucedió exactamente igual el mes pasado. ¿Será mejor regresar los centavos abajo del colchón? (María del Carmen Martínez Murillo, [email protected]). Sobre el tema: “no es mi intención defender a los bancos en el asunto de las tarjetas de crédito; por experiencia conozco la manera tan rapaz con que actúan. Lo que no entiendo es cómo gente con bastante preparación –así lo deduzco por la forma en que se expresan– es capaz de endeudarse muy alegremente no sólo con una tarjeta de crédito sino con varias y luego muestra asombro y coraje por el proceder de los bancos. ¿No será posible que aprendamos a que si sólo tenemos un peso, pues un peso es lo que podremos gastar? Los mexicanos pasamos por una situación económica muy difícil y muy pronto empeorará. Hagamos lo que esté a nuestro alcance para no volverla imposible” (Miguel Ramírez Jáuregui, [email protected]). Por tratarse de una causa altruista (allegarse recursos para la Casa Hogar Posada del Periodista), se les invita a mover el esqueleto y a escuchar a las mejores bandas en el magno concierto musical (hoy a partir de las 19 horas en el Centro de Espectáculos Zoon, en Río San Ángel 89, colonia San Ángel, a un costado de Plaza Inn, casi esquina con Insurgentes Sur, a media cuadra del Metrobús Altavista) organizado por el Club de Periodistas de México, en coordinación con Televisa Networks y Bandamax. Venta de boletos vía electrónica en ticketmaster.com.mx, Mixup, Discolandia, Mega Comercial Mexicana, Liverpool; Fábricas de Francia y Librerías Gandhi; además, en el lugar del acto (informes en los teléfonos 5512-8661 y 5512-5638)… Y para colmo, se nos fue monseñor.

 
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