Usted está aquí: lunes 8 de diciembre de 2008 Opinión Astillero

Astillero

Julio Hernández López
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■ Germán describe a Felipe

■ Pero acusa a los priístas

Ampliar la imagen ENCUENTRO EN TOKIO. Durante una visita de trabajo a Japón, la secretaria de Relaciones Exteriores de México, Patricia Espinosa, se reunió este lunes con el primer ministro de ese país, Taro Aso, en su residencia oficial, en Tokio ENCUENTRO EN TOKIO. Durante una visita de trabajo a Japón, la secretaria de Relaciones Exteriores de México, Patricia Espinosa, se reunió este lunes con el primer ministro de ese país, Taro Aso, en su residencia oficial, en Tokio Foto: Reuters

El comisionado de Los Pinos para asuntos partidistas, Germán Martínez, pidió este sábado a la elite blanquiazul “respaldo” para los proyectos políticos y electorales del calderonismo “en esta hora crítica en el (sic) que nos jugamos el futuro”. Siempre obsesionado con parecer teóricamente profundo y verbalmente ingenioso, el desmerecido dirigente formal del panismo prefirió en esta parte la crudeza, al advertir que se ha “descuidado la construcción, que siempre había sido nuestra, de un federalismo responsable y cooperativo; no hemos sido capaces de armonizar las atribuciones, competencias y recursos de los tres niveles de gobierno, y esa falta genera problemas de gobernabilidad y está poniendo en riesgo a nivel local la fortaleza de nuestra democracia”.

La culpa de tal situación, sin embargo, no correspondería al jefe de Martínez, el licenciado Calderón, presente en esa sesión del consejo nacional panista, sino radica en que las debilidades institucionales, expresadas en las disputas recaudatorias y distributivas del dinero público y en una “fragmentación del poder”, han permitido que “el PRI, varios gobernadores del PRI, las estén usando para chantajear a la Federación, para restaurar privilegios, para mantener el gasto corriente, para conservar la inactividad fiscal sin generar ingresos propios y depender de la Federación para cumplir obligaciones y regresar, en algunos casos, a gobiernos caciquiles”.

Además de constituir una forma de pelea arreglada entre dos (PAN y PRI) para dejar fuera del ring al Perreducho (el PRD de los Chuchos) y a otras expresiones electorales de izquierda, es decir, al lopezobradorismo, el diagnóstico del cachorro felipista es una terrible acusación a quien, encaramado en la cúspide formal del poder institucional, debería frenar e impedir esas desviaciones y retrocesos. Pero el propósito del plúmbeo Germán era descargar una parte de la culpa que retóricamente se adjudicó por los fracasos electorales del saliente año y colocar a su patrón y paisano como inexplicable víctima de los “malosos” tricolores. Contando con la aprobación gestual del antedicho licenciado Calderón desde el podio partidista, Martínez planteó que “el PAN no debe seguir por la ruta de la comodidad compartida con gobernadores que intentan usar los recursos federales para apuntalar proyectos federales”.

El posterior discurso del propio Calderón habría de confirmar que hay una hipocresía electoral en curso, uno de cuyos rasgos más notables es la insistencia felipista en vincular los presuntos logros de su administración con las necesidades electorales de 2009, cuando el PAN-gobierno quisiera conseguir una mayoría de diputados federales que le permita continuar con su ronda de “reformas” hasta ahora impulsadas, entre chantajes, en alianza con el PRI ahora coyunturalmente repudiado. El sábado panista reciente, Calderón dedicó su alocución oficial a explicar que no intervendrá en los procesos electorales, aunque la mayor parte de sus reiterativas parrafadas pretendieron establecer los nexos entre sus logros administrativos presuntamente importantísimos con la visita ciudadana a las urnas el año venidero.

Astillas

La elección de candidato panista a gobernar San Luis Potosí se realizó ayer, pero el desenlace político se tejió un día antes, el sábado de consejo nacional panista en el que, según nota en La Jornada de Andrea Becerril y Roberto Garduño, el secretario de Gobernación se reunió con quien acabaría siendo el aspirante en vías de ser derrotado, el senador Eugenio Govea, quien días atrás había lanzado graves acusaciones a su adversario, Alejandro Zapata Perogordo, de utilizar recursos públicos para la campaña interna. Govea, poco conocido a nivel nacional, pero con trabajo de base en ciertas regiones de la entidad, no presentó formalmente ninguna de sus graves acusaciones –presuntamente constitutivas de delitos– ante ninguna autoridad, ni partidaria ni judicial, mientras Zapata Perogordo cerraba su ciclo de proselitismo lanzando un “no al chantaje” que, aunque no tenía destinatario expreso, parecía una respuesta directa al activismo mediático del mencionado Govea, que el sábado ya no realizó tareas públicas y días atrás había anunciado que este lunes se reintegraría al Senado. La “charla” sabatina del secretario de Gobernación con el presuntamente insurrecto Govea hizo que éste se viera “más tranquilo”, según la nota antes mencionada, además de que “Gómez Mont aprovechó para hablar con el gobernador de la entidad, Marcelo de los Santos, ya que preocupa al gobierno de Calderón que el panismo de San Luis quede dividido”. Zapata Perogordo queda en condiciones de ganar la próxima gubernatura, sobre todo por falta de propuestas opositoras viables, pues el PRI naufraga entre pleitos internos, con un diputado federal jamás visto antes en tareas políticas relevantes en la entidad, Jesús Ramírez Stabros, habilitado por Emilio Gamboa como aspirante a “ganar” presencia en la entidad, y el senador Carlos Jiménez Macías, cuya carrera política ha tenido más piso en la capital del país que en SLP. Del PRD ni siquiera hay indicios de algún interesado que con cierto nombre y capital político pudiera aceptar la candidatura a gobernador… El caso específico de Vicente Fox da pleno sustento a la propuesta que en estos días presentará al Senado el perredista Ricardo Monreal, para que los candidatos a presidir el país sean sometidos a exámenes de salud mental y haya una mínima garantía técnica de que en caso de llegar al máximo cargo nacional lo puedan desempeñar en términos que no sean patológicos. Lo malo es que la política mexicana ha estado llena de ejemplares que ante tales exigencias no habrían tenido oportunidad de presidir al país, gobernar los estados, dirigir municipios y representar formalmente a los ciudadanos en las cámaras legislativas federales y estatales…Y, mientras Carstens sigue manejando tecnicismos catarrientos, ¡hasta mañana, con las autoridades federales dosificando criminalmente los incidentes del caso de Silvia Vargas!

 
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