Usted está aquí: viernes 12 de diciembre de 2008 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
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■ El fracaso de la “modernización” y “restructuración” del campo

Concluye el primer año de la apertura total del agro mexicano en el marco del TLCAN, y ya se escucha la triunfal voz oficial: “cuando se auguraba que 2008 sería el periodo en el que se le daría la puntilla al campo nacional, los productores agropecuarios y pesqueros no sólo produjeron más alimentos, sino que exportaron más que el año pasado” (Alberto Cárdenas dixit).

Pues bien, casi 16 mil millones de dólares en importación de alimentos (hasta el pasado septiembre, o si se prefiere 30 por ciento más que un año antes) no sustentan precisamente la declaración del titular de la Sagarpa, como tampoco la caída en la exportación de algunos productos agropecuarios, pero el problema más grave, independientemente de la cada día más peligrosa dependencia alimentaria del exterior, es la situación real del campo mexicano, “reestructurado” y “modernizado” desde hace 16 años, por medio de una reforma constitucional que lejos, muy lejos, de alcanzar sus objetivos, sólo empeoró la situación.

El balance proviene de cifras oficiales (el Inegi concretamente) y el responsable de hacerlo es el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria de la Cámara de Diputados (Saldos de las reformas de 1992 al artículo 27 constitucional), organismo que comparó los resultados del VII y el IX Censo Ejidal, tras lo cual concluye que la “restructuración” y “modernización” del campo mexicano ha sido un rotundo fracaso.

Entre sus observaciones destaca: terminó el reparto de tierras bajo la responsabilidad del Estado; sin embargo, se dio un reparto social de tierras, lo que provocó que en tres lustros accedieran a las tierras ejidales y comunales 2.1 millones de nuevos titulares, tanto de manera regular como irregular, lo que trajo como consecuencia que una vez más no sepamos con exactitud quiénes tienen la titularidad de la tierra.

La propiedad de ejidos y comunidades, con sus 105 millones de hectáreas, es la forma de tenencia de la tierra más importante en nuestro país. Cualquier alternativa para desarrollar al campo tiene que considerar prioritaria esta forma de propiedad. Contrario a lo que se proponían las reformas de 1992, el tamaño de la parcela disminuyó de 9.1 a 7.5 hectáreas por sujeto, por lo que en este momento el minifundio es la unidad de producción más difundida en el campo mexicano.

En el periodo analizado disminuyó el grado de tecnificación de los núcleos agrarios. Ahora se tienen menos: bordos para abrevadero, bodegas para almacenamiento, naves para aves y cerdos, baños garrapaticida, y salas de manejo y ordeña. Si bien aumentó en 1.7 millones de hectáreas la superficie irrigada, la de labor y sembrada disminuyó. Ahora que la población demanda más alimentos y se incrementaron los precios de los granos básicos, se siembra menos.

Después de las reformas al marco legal agrario, se incrementó el número de organizaciones de primer grado y disminuyeron las de segundo grado, con lo que se limitan las posibilidades de generar economías de mayor escala. La compraventa de tierras se ha generalizado; en dos de cada tres núcleos agrarios se presenta dicho fenómeno. Si bien predominan las transacciones entre miembros de los ejidos y comunidades, una proporción importante (33 por ciento) se realizan con personas ajenas, lo que contraviene lo señalado en el artículo 80 de la Ley Agraria. Se está haciendo sin cumplir los procedimientos normativos.

Se extendieron dos nuevos fenómenos en el campo mexicano; la feminización con un millón 165 nuevas titulares de tierra, y la migración, donde en cerca de 13 mil núcleos agrarios no hay permanencia de la mayoría de los jóvenes. Si compara el ejido-tipo que resulta de cada censo se tendrían dos comportamientos. Por un lado, en 2007 disminuyó el tamaño de los núcleos agrarios, las superficies de uso común, de tierras laborables, el predio por sujeto agrario, y el número de tractores, trilladoras, bodegas e infraestructura ganadera. Por el otro lado, aumentó la superficie parcelada, los sujetos agrarios, las tierras irrigadas y el número de mujeres con derecho a la tierra. En síntesis, una mayor concentración de sujetos agrarios en menos tierra y con menor nivel tecnológico.

Al construir el índice de infraestructura y equipamiento por núcleo agrario se obtuvieron los siguientes resultados: en 2007 en la mayoría de los renglones el índice es menor; sólo mejoró el número de ejidos y comunidades que registran algún tipo de organización. Actualmente, de acuerdo con la información censal, los ejidos y comunidades se encuentran menos tecnificados y, por lo tanto, enfrentan mayores dificultades para insertarse en la economía global.

Con la suma de los datos que arroja el IX Censo Ejidal y su comparativo con el VII censo, se puede inferir que los propósitos de revertir el minifundio, capitalizar el campo, promover nuevos esquemas de organización y generar certidumbre en la tenencia de la tierra no se alcanzaron.

Al revisar la información de ambos censos se encontró que las tierras que componen los ejidos y comunidades se incrementó muy poco, apenas 1.02 por ciento, al pasar de 103 a 105 millones de hectáreas. Este aumento es producto de las resoluciones de los expedientes en trámite por parte del Tribunal Superior Agrario, conforme al artículo cuarto transitorio. Se cumplió con la disposición de no entregar más tierras por parte del Estado, dando fin al reparto de tierras.

Los datos permiten otras dos conclusiones. la primera, que se reafirma la propiedad de ejidos y comunidades como la forma de tenencia predominante en el país al ocupar poco más de la mitad del territorio, con lo que no se cumple la predicción de que esta forma de propiedad tendería a disminuir su importancia. Por lo tanto, cualquier política de gobierno deberá plantearse la atención de este sector de manera prioritaria, pues en él descansa una parte muy importante de la producción agropecuaria y en sus tierras se localizan importantes recursos naturales necesarios para la viabilidad presente y futura de la nación.

La segunda, que si bien el reparto de tierras oficial se canceló, no sucedió lo mismo con el reparto social de tierras. Ejidatarios y comuneros permitieron el acceso a la tierra a 2.1 millones más de sujetos agrarios. En 16 años accedieron a la tierra 60 por ciento más personas de lo que generaron 70 años de reforma agraria. La mayoría de los nuevos sujetos que accedieron a la tierra lo hicieron bajo la forma de posesionarios. Da para más, y mañana seguimos.

Las rebanadas del pastel

Entre los evasores fiscales anoten a nuestros gloriosos diputados: aprueban los impuestos y para 2008 nos recetaron gasolinazo, IETU y gravamen a depósitos en efectivo, pero cuando a ellos les toca pasar por el SAT simple y sencillamente le pintan un violín… Un abrazo a los lectores; es un premio compartido con todos ustedes.

 
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