Usted está aquí: sábado 13 de diciembre de 2008 Opinión Partidocracia II: la restauración

Gustavo Gordillo
http://gustavogordillo.blogspot.com

Partidocracia II: la restauración

La restauración conservadora ha estado en marcha casi como proceso paralelo a la transición democrática. Al tiempo que se avanzaba en ampliar la participación ciudadana o en regular prácticas poco transparentes que trababan la competencia política; se recreaban los mecanismos de control político através de las grandes corporaciones sindicales, profesionales o empresariales, se impulsaba el manejo discrecional de los recursos públicos destinados a combatir la pobreza o se profundizaba el feudalismo administrativo.

Hoy la restauración conservadora se basa en el miedo y la desmemoria.

El miedo. El eje en el cual se sustenta el miedo que invade de distintas maneras la vida en sociedad es la incertidumbre. Lo mismo si se trata de la seguridad pública expuestos como estamos al terrible flagelo del secuestro o la extorsión, que si se trata de los poco favorables pronósticos sobre la situación económica.

Desde luego que no es sólo la de por sí explosiva convergencia de inseguridad pública y crisis económica. Dos factores adicionales se añaden a la carga explosiva. En sentido estricto hemos tenido una década de estancamiento económico y parálisis política. Mas aún, ambas se retroalimentan.

La desmemoria. La propuesta implícita que hace el PRI de encarnar la estabilidad política y la eficiencia gubernativa es un argumento fuerte. Sólo se puede comparar con el desempeño desastroso del sexenio de Fox y con dos años erráticos y tambaleantes del gobierno de Calderón.

Se podría argumentar con razón que más allá de los errores de los gobiernos panistas están el estancamiento económico y la parálisis política de los cuales son responsables conjuntamente las tres formaciones políticas principales. Pero ese no es el cálculo que normalmente hace el votante medio. El ejercicio de confrontar esa propuesta de hoy con las actuaciones del pasado en los gobiernos priístas es aún más complicado, sobre todo porque una parte considerable del electorado que no había nacido o estaba muy joven en momentos traumáticos como 1976, 1982, 1987 y 1994 que no fueron por cierto experiencias modelo ni en eficiencia ni en estabilidad.

La restauración conservadora no es la estrategia de un sólo partido político. Es el producto de una cultura que privilegia el uso de cualquier medio en las disputas políticas. Es el rechazo a la idea central en toda democracia de un piso común de valores que comparten todos los actores políticos.

Es la sustitución de la deliberación por el acuerdo oligárquico. Es una mezcla de re-centralización administrativa de atribuciones, programas, reglas formales y acuerdos informales combinada con formas restrictivas de ejercicio democrático y con un fuerte ingrediente ideológico y propagandístico que privilegia estabilidad por sobre participación ciudadana.

Es interesante por lo anterior resaltar algunos resultados del informe de Latinobarómetro 2008, que mide desde 1995 las opiniones de la ciudadanía en 18 países de América Latina. A la pregunta para quién se gobierna, en México se opina en 79 por ciento para los poderosos. El promedio latinamericano en esta pregunta es de 70 por ciento. A la pregunta si no le importaría un gobierno autoritario siempre que resolviera los problemas económicos 61 por ciento de mexicanos y mexicanas responden por la afirmativa.

El promedio latinoamericano es de 53 por ciento. El 50 por ciento de mexican@s opina que el Congreso está realizando sus tareas bien o muy bien pero sólo 31 por ciento tiene confianza en el Congreso. En cuanto a los partidos políticos 33 por ciento considera que se están desempeñando bien o muy bien mientras que sólo 17 por ciento en México les tiene confianza. El promedio latinoamericano es de 21 por ciento de confianza en los partidos. A la pregunta sobre qué tipo de libertades garantiza la democracia, en América Latina en su conjunto sólo 24 por ciento consideran que la democracia es una protección contra el crimen y que asegura una justa distribución de la riqueza.

 
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