Usted está aquí: lunes 15 de diciembre de 2008 Deportes En dramáticos penales Diablos Rojos se ciñe su novena corona

■ Se adueñó del tercer lugar por el total de títulos ganados, detrás de Chivas y América

En dramáticos penales Diablos Rojos se ciñe su novena corona

■ Cruz Azul forzó al alargue tras empatar 2-2 el marcador global

■ Hernán Cristante detuvo el tiro a Alejandro Vela en la muerte súbita

■ Controvertida actuación del silbante Roberto García

Marlene Santos Alejo Enviada

Ampliar la imagen Euforia de Hernán Cristante luego de desviar el penal de Alejandro Vela Euforia de Hernán Cristante luego de desviar el penal de Alejandro Vela Foto: Víctor Camacho

Toluca, 14 de diciembre. En una final trepidante y de gran dramatismo, los Diablos Rojos del Toluca se adueñaron de su noveno cetro, en la muerte súbita, ante un Cruz Azul que nadó a contracorriente, pero sucumbió al alcanzar la orilla, pues tras lograr el empate global 2-2 perdió en los impredecibles penales.

El partido en el estadio Nemesio Diez fue de alta tensión y con un polémico arbitraje, pues los seguidores de La Máquina exigieron un penal contra César Villaluz, quien salió de la cancha conmocionado y directo al hospital, al minuto 72; mientras el público local reclamó la tibieza del silbante hacia Gerardo Torrado –quien pese a su habitual rudeza no recibió cartón rojo– y por el segundo gol que nació de un inexistente córner.

Toluca, el equipo y su afición parecían querer abreviar todo y anticipar los festejos, pues apenas los Cementeros saltaron a la cancha a hacer ejercicios de calentamiento, el público los bañó de insultos: “Son pendejos, son pend…”, y les restregó el marcador del partido de ida: “dos-cero, dos-cero”, con tono burlón.

El arranque

Tras el pitazo inicial los escarlatas parecían contentarse con frenar los embates celestes. En tanto, el técnico visitante, Benjamín Galindo, castigó y dejó en el banquillo a Gerardo Lugo, cuyo error el jueves costó un gol, así como a Jaime Lozano, por la floja marca sobre Paulo da Silva, la cual permitió el otro tanto mexiquense en aquel partido.

Desde el arranque el volante César Villaluz se mostró como uno de los hombres más peligrosos en los avances celestes; sin embargo, el equipo careció de tranquilidad y tino, en su afán por comenzar a acortar distancia en el tablero global.

Los choriceros consiguieron algunos arribos mediante Néstor Calderón, Carlos Esquivel y Héctor Mancilla, que tampoco prosperaron a pesar de los titubeos de Yosgart Gutiérrez. Se fueron al descanso y en el graderío, 80 por ciento pintado de rojo, estallaron de nuevo los cánticos triunfales: “oootra cooopa, queremos otra cooopa”. Parecía cuestión de tiempo; sin embargo, Cruz Azul saltó a la cancha con el orgullo por delante, decidido a vender cara una aventual derrota.

Galindo ingresó a Pablo Zeballos por el improductivo Nicolás Vigneri y al minuto 49 el paraguayo se hizo presente con un servicio de tacón hacia Alejandro Vela, tras arribo por la derecha de Villaluz.

Vela, frente a segundo poste, clavó el esférico para decretar el 1-0.

De inmediato el timonel local, José Manuel de la Torre, llamó a José Manuel Cruzalta y dejó chato su ataque al mandarlo en lugar del delantero Néstor Calderón. Galindo metió enseguida a Lozano y La Máquina se convirtió en un vendaval que atosigó al desconcertado diablo.

Villaluz causó estragos por el carril derecho y el tradicional grito de “sí se puede, sí se puede” se escuchó entonces en las gargantas de las porras cementeras. Un grotesco choque de Cruzalta sobre Villaluz dejó desde el minuto 72 con 10 hombres al Cruz Azul, que ya había agotado sus cambios, lo cual no hizo sino aumentar el ímpetu y el pundonor de los dirigidos por Galindo.

Al minuto 79, tras un inexistente tiro de esquina que García Orozco se sacó de la manga, llegó el segundo gol celeste. Jaime Lozano centró y Julio César Domínguez sorprendió con un cabezazo que el portero Hernán Cristante no pudo contener.

El coro de impulso “¡sí se puede…!” regresó a sus propietarios; la afición escarlata le dio vida mientras Villaluz era sacado por el corredor en una estampa dramática: en camilla, sin zapatos y con aplicación de oxígeno.

Con el empate, ambos cuadros parecían decididos a dar paso a los tiempos extras para replantear la estrategia. Los 90 minutos reglamentarios se agotaron con los ánimos encendidos: el silbatazo sorprendió a Joaquín Beltrán y a Paulo da Silva dándose empellones y con sus técnicos en plan apaciguador.

En los tiempos extras quisieron, pero no pudieron; el fragor de la batalla bajó decibeles, las piernas ya no obedecían y fueron escasas las aproximaciones. Yosgart desvió un remate de Mancilla y luego Torrado cedió córner ante un tiro de Israel López. En el banquillo visitante los nervios estaban desquiciados y Hassán Viades recibió cartón rojo.

Así llegaron las tandas de penales, donde tanto Diablos como Cementeros acertaron en la ronda de cinco tiros, pero en la muerte súbita Hernán Cristante fue el héroe al atajar, con lance a su izquierda, un flojo disparo de Alejandro Vela.

Antes anotaron, por Toluca: Israel López, Sinha, Diego de la Torre, Carlos Esquivel, Héctor Mancilla, Édgar Dueñas y Miguel Almazán; por La Máquina: Jaime Lozano, Miguel Sabah, Gerardo Torrado, Joaquín Beltrán, Pablo Zeballos y Gerardo Lugo.

 
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