Usted está aquí: jueves 18 de diciembre de 2008 Opinión CALC: primer paso de un largo camino

Ángel Guerra Cabrera
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CALC: primer paso de un largo camino

La primigenia cita de los 34 países latinocaribeños, congregados a invitación del presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, por su libérrima voluntad y sin que mediara la convocatoria de ninguna potencia extrarregional, sienta, por eso, un precedente histórico. Es insoslayable la activa presencia de Cuba, calificada de trascendental por la cancillería brasileña. Este hecho, y que se haya reunido por su cuenta, hacen ya, por sí mismos, que la primera Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC) –celebrada el 15 y 16 de diciembre en Costa de Sahuipe, cerca de la nordestina ciudad de Bahía– sea una elocuente señal de los vientos de independencia, soberanía y unidad que soplan al sur del río Bravo.

En el último medio siglo las reuniones plenarias de jefes de Estado o de gobierno de América Latina y el Caribe se habían celebrado en el contexto panamericanista, a la indeseable sombra de Washington y con la omisión de Cuba, o en las Cumbres Iberoamericanas, cuyo propósito no es la integración regional y a las que no asisten los 15 miembros de la Caricom, casi la mitad de los integrantes de la familia nuestroamericana. Y es que sin su concurso sería inconcebible una iniciativa integracionista mayor toda vez que esos países comparten una historia y problemas semejantes a los de sus hermanos colonizados por España y Portugal y desde las revoluciones de independencia han hecho contribuciones decisivas al destino y la faz de América Latina. Debemos rescatar del cajón del olvido el resuelto respaldo del Haití de Dessalines y Petion a la gesta emancipadora bolivariana.

La cita de los gobiernos latinocaribeños en el momento que despunta la múltiple y magna crisis capitalista medio ambiental, energética, alimentaria y financiera, puntos fundamentales de su agenda junto a los desastres naturales y el comercio, le concede también un especial relieve, comprobada la intención del norte revuelto y brutal de hacer pagar a los pobres de la Tierra los altísimos costos del “rescate” de su agonizante economía guerrerista y de consumo a ultranza.

Al escribirse esta nota no había concluido la CALC, pero conocíamos que en sus documentos se plasmaron, como principios de la integración regional, la solidaridad, la cooperación, el respeto al derecho internacional, el trato especial a las economías más vulnerables, el rechazo a medidas coercitivas unilaterales, como el bloqueo a Cuba, y un calendario e instrumentos para continuar sus trabajos, que la consoliden como un ente permanente. Convertir esos principios en práctica cotidiana no será fácil, pero es alentadora su consagración en los documentos fundacionales.

Simplificar la magnitud de una meta como la integración regional sería contraproducente. Ella exige recorrer un arduo trecho desbrozando obstáculos creados a lo largo de siglos de dominación imperial y oligárquica con el propósito de dividir a nuestras naciones. Implica identificar los problemas mutuos e idear soluciones creativas, deponer diferencias, crear y poner a prueba mecanismos de consulta y cooperación, trascender intereses nacionales o de sectores dominantes dentro de los países en aras de la solidaridad regional.

No se trata de copiar a la Unión Europea, que deja al margen la voluntad de sus ciudadanos. La integración latinocaribeña únicamente podrá llegar a su exitosa culminación si es acompañada por los pueblos movilizados. Como han proclamado las organizaciones populares en las cumbres sociales paralelas a la reunión, fue con la movilización que se pudo enterrar el Área de Libre Comercio de las Américas.

Existen ya mecanismos que intentan marchar por esa ruta –como el Mercosur–, valiosos intentos, pero que no han pasado de un mero y poco significativo intercambio económico. Otros, muy avanzados, como el Alba y Petrocaribe, que operan sobre concepciones solidarias ajenas a la ganancia como propósito principal, impulsan el desarrollo integral de las sociedades y han demostrado con sus realizaciones la superioridad de las ideas que los inspiran, se amplían pero agrupan todavía a pocos países. La integración no se alcanzará en una cumbre por importante que sea.

El camino más largo comienza por el primer paso, dijo Raúl Castro en alusión a la reunión, citando un proverbio chino. Ése es un contundente e innegable logro de la primera CALC.

 
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