Usted está aquí: jueves 18 de diciembre de 2008 Opinión Dar libros de teatro

Olga Harmony/I

Dar libros de teatro

Como cada año, invito al posible lector a regalar con motivo de las fiestas de fin de año un o unos libros de teatro. A pesar de los problemas económicos que todos enfrentamos, la costumbre del intercambio de regalos se mantiene, y es más que posible que algún pariente o amigos teatristas o estudiante de teatro agradezca mucho un volumen que contenga obras dramáticas o textos de reflexión en lugar de cualquier otro obsequio. La idea de que leer teatro no gusta se desvanece ante algunas pruebas, como la Feria de Libros de Teatro que organizó la crítica Alegría Martínez con los auspicios del INBA en el vestíbulo del teatro Julio Castillo, que tuvo gran éxito de ventas.

Quien regala un libro apoya a la industria editorial mexicana y da placer al que lo recibe. Por mi parte, además de promover este bien cultural, para muchos de nosotros imprescindible, con crisis y sin crisis, aprovecho estas líneas para agradecer los que me han sido enviados –o dados en propia mano– durante el año que termina.

Ediciones El Milagro lanzó en 2008 una nueva serie a la que denominó Teatro Emergente porque recoge textos de autores que emergen, justamente, como renovación de nuestra dramaturgia, algunos más conocidos que otros, en ocasiones con obras ya estrenadas y un presente consolidado –que incluye becas y premios–, pero todos como una apuesta al futuro. De insomnio y medianoche, de Edgar Chías, de la que ya me ocupé en estas páginas en su presentación en México, fue estrenada en el Royal Court Theatre del Reino Unido, bajo la dirección de Hettie Mcdonald, lo que supone un hito para cualquier autor mexicano, joven o no. Postales, de Martín López Brie, también ya estrenada, no tuvo la resonancia de la anterior, pero muestra la cultura y el buen lenguaje de un joven autor que después ha merecido varios premios. Autopsia de un copo de nieve, de Luis Santillán, merecedora del Premio INBA- Baja California 2005, ya estrenada bajo la dirección de Richard Viqueira y José Abert Gallardo, es un texto del que ya también escribí en su momento.

Extraños en un diván, de Jaques Bonnavent, estrenada en 2000 bajo la dirección del autor, es una obra que no conocía y que me produjo el placer de encontrarme con un joven dramaturgo muy interesante. Sánchez, de Claudia Ríos, publicada en 2007 por la Editorial Nick Hern Books en inglés, a la espera de su estreno escénico y, curiosamente, junto a las obras de Santillán y Bonnavent –cada una con un planteamiento diferente– trata del abuso de adultos hacia una niña.

Siglo, del bajacaliforniano Hugo Alfredo Hinojosa, que tiene varias publicaciones y becas tanto mexicanas como estadunidenses, reúne tres extraños textos de hechura muy contemporánea, el que da título al volumen y Días felices, con tres instancias; Flores, diversiones, la más convencional, si así puede decirse, en su estructura, y Oasis, además de Iluminaciones (o).

También de El Milagro, en coedición con otras instancias, cuatro volúmenes de su elegante serie tradicional de teatro. Junto a Conaculta, Ñaque o de piojos y actores, que conjunta, además de este texto de José Sanchis Sinisterra –muy conocido entre nosotros por su escenificación dirigida por Alejandro Velis–, Flechas del ángel del olvido y Sangre lunar, nuevas para México, con prólogo de Lidio Sánchez Caro e introducción de Eduardo Pérez Rasilla, que nos documentan acerca de las propuestas teóricas del escritor español. También en coedición con Conaculta, la excelente Muerte parcial de Juan Villoro, de la que me ocupé en su estreno, dirigida por Regina Quiñones. En coedición con la Universidad Autónoma de Nuevo León y Conarte, tres textos de diferentes momentos dramatúrgicos de Jaime Chabaud, desde Perder la cabeza, estrenada en 1995 bajo la dirección de Philippe Amand; su exitoso unipersonal de 2001 Divino Pastor Góngora, dirigida por Miguel Ángel Rivera, hasta la muy reciente Rashid 9/11, estrenada en 2007 con dirección de Raúl Quintanilla, con prólogo de Rodolfo Obregón. También en coedición con la Universidad Autónoma de Nuevo León, tres obras de Eugenia Leñero prologadas por Víctor Hugo Rascón Banda, Lejos del corazón, Aguasangre y Sabor amargo, que muestran la ductilidad de la autora.

 
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