Usted está aquí: domingo 21 de diciembre de 2008 Opinión Sector automotriz: crisis y afectaciones

Editorial

Sector automotriz: crisis y afectaciones

Como consecuencia de la crisis que enfrenta la industria automotriz en Estados Unidos, a raíz del desbarajuste financiero originado hace más de un año en aquel país, las principales empresas estadunidenses de automotores instaladas en México –Ford, Chrysler y General Motors (GM)– han anunciado una serie de medidas orientadas a ajustar su producción a la demanda, que ha caído de manera notable por el desgaste del poder adquisitivo y por la falta de crédito. Tal es el caso de los paros técnicos que se iniciaron este fin de semana en plantas armadoras de vehículos de todo el país, en las que se dará descanso obligatorio a miles de trabajadores.

La situación es preocupante, pues no sólo se verán afectados los empleados de los grandes fabricantes de automotores, sino también el conjunto de los proveedores y las empresas “satélites” de esa industria: ha de mencionarse, como ejemplo, que el paro técnico de la planta de GM en el municipio Villa de Reyes, San Luis Potosí –una de las tres que ese consorcio tiene en México–, provocará la suspensión de actividades en 14 empresas proveedoras instaladas en el parque industrial Logistik, en esa misma entidad.

Las previsiones en torno al sector automotriz en México para el año entrante distan mucho de ser halagüeñas: se estima que en 2009 su producción descenderá en 50 por ciento (La Jornada, 1/12/2008), y esa circunstancia pudiera verse agravada por la apertura a la importación de autos usados provenientes de Estados Unidos y Canadá, prevista en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte para el primero de enero del año próximo. Tal es el panorama que enfrenta una industria que representa una quinta parte del total de las manufacturas y exportaciones mexicanas.

La aprobación, el pasado viernes, de un programa de rescate automotriz en Estados Unidos por 17 mil 400 millones de dólares no acabó por originar el beneplácito ni la certidumbre que se esperaba; por el contrario, entre los integrantes de ese afectado sector prevaleció la opinión de que la ayuda es insuficiente, e incluso el presidente de la empresa alemana Opel, filial de GM, se refirió a ella como “una gota de agua en el desierto”. Lo cierto es que no alcanza a vislumbrarse con claridad si ese plan podrá mejorar las condiciones del sector en México, ni mucho menos si ayudará a las pequeñas y medianas industrias que en este país sobreviven gracias al sector automotriz y que hoy por hoy no tienen trabajo.

En la circunstancia presente, cuando en el escenario económico se han encendido los focos de alarma y cuando se prevé que la tasa de desocupación llegue a su nivel más alto de los últimos cuatro años, mal haría el gobierno federal en mantenerse a la expectativa de lo que realicen las autoridades estadunidenses para paliar la crisis del sector automotriz. Es urgente que se elabore un plan de apoyo a ese importante sector, a fin de impedir que más personas engrosen las filas del desempleo y que la actual crisis económica termine por generar mayor descontento y exasperación social.

Por último, es pertinente señalar que, como en tantos otros ámbitos, es necesaria la implementación de mecanismos de control en el sector automotriz que corrijan las malas prácticas gerenciales en que incurrieron los directivos de las empresas que hoy se encuentran en problemas. En tanto esto no ocurra, no habrá plan de apoyo gubernamental que garantice que escenarios como el actual no se repetirán.

 
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