Usted está aquí: martes 23 de diciembre de 2008 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
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■ Fracaso estrepitoso de la política agraria del gobierno federal

■ Viven en la pobreza 97 por ciento de los habitantes del sector rural

Más de 20 mil millones de dólares anuales en importación de alimentos no son precisamente una muestra de que el campo mexicano “cada día es más sólido” y que la política sectorial “es la correcta”. De hecho, no mucho tiempo atrás buena parte de ellos se producían en el país, por agricultores nacionales, y para beneficio interno. Hoy son los grandes centros productores internacionales y las trasnacionales los que abastecen el mercado doméstico, dejando la soberanía alimentaria para la novela rosa del neoliberalismo autóctono.

Como bien lo señala Carlos Manuel Castaños Martínez, ex rector de la Universidad Autónoma Chapingo, “la apuesta del gobierno federal de abandonar el campo bajo el supuesto de que era más barato importar alimentos que producirlos, y paralelamente propiciar la migración a Estados Unidos para que se canalizaran más divisas al país y parte de ellas beneficiaran a las familias más pobres del campo, ha fracasado estrepitosamente”.

También ex delegado de la antigua Secretaría de Agricultura en diferentes entidades de la República y autor de varios libros, siempre ligado a los problemas sociales de los pobres rurales, Castaños Martínez envió un texto a México SA, en el que aporta los siguientes elementos: “se perdió la soberanía y autosuficiencia alimentaria: para 2004, 70 por ciento del arroz, 57 por ciento del trigo, 57.3 por ciento del algodón y 96.4 por ciento de la soya eran de procedencia extranjera; la producción se ha detenido: desde 1980, de los 10 cultivos básicos, granos y oleaginosas, se cosecha un promedio de 30 millones de toneladas; los rendimientos unitarios están estancados: de los 10 cultivos básicos, entre 1995 y 2005 los rendimientos pasaron de 2.66 a 2.8 toneladas por hectárea; baja pronunciada en la producción de alimentos básicos: en 1985, el déficit era de 4.1 millones de toneladas, y en 2007 de 12 millones de toneladas (casi 200 por ciento de incremento); en el caso del maíz, los 22 millones de toneladas de producción nacional (2006) son insuficientes para cubrir la demanda interna; para el mismo año se importaron 7 millones de toneladas de maíz; para 2007 el precio del maíz de importación se incrementó 30 por ciento; por transgénicos están en riesgo las 49 razas de maíz autóctono”.

La situación sectorial actual, subraya, se resume en caída de las exportaciones, disminución de las remesas, retorno de migrantes, drástica baja en el flujo de la inversión extranjera, gasto reducido en infraestructura rural, pobreza rural más aguda que la urbana, el sector rural es el más afectado por el cambio climático (sequías, inundaciones, deslizamientos de tierra), las ciudades no tendrán capacidad para absorber la mano de obra rural disponible. En síntesis, “hace varios sexenios que el campo no es prioridad para el gobierno”.

De allí a la “radiografía de la pobreza rural”: los habitantes de este sector son 24.8 millones, 24.3 por ciento de la población total. En 1981 representaban 40 por ciento. De ese total, 82 por ciento viven en pobreza y 15 por ciento en pobreza extrema; en una década una cuarta parte de la población entre 15 y 24 años que vivía en el medio rural lo abandonó: entre 1988 y 1996 los trabajadores agrícolas perdieron 30 por ciento de su poder adquisitivo, y a la fecha no hay visos de recuperación; por el contrario, sigue a la baja; 12 millones de empleos perdidos en 12 años; a escala mundial, México es el país que más trabajadores migrantes expulsa; existen 3.8 millones de jornaleros agrícolas; se ha reportado la quiebra de las unidades de productores de economía campesina y los de transición, provocando la migración a los centros urbanos, y al exterior, preferentemente a Estados Unidos.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) informa sobre pobreza rural alimentaria: en 2004 había 10.9 millones de pobres, y un año después la cifra se incrementó a 12.5 millones; acerca de la pobreza rural patrimonial: para el mismo periodo, varió de 22.1 millones a 23.8 millones; en torno a la pobreza de capacidades: avanzó de 13.9 a 15.4 millones. Si se comparan en términos porcentuales para 2005, las diferencias entre la pobreza urbana y rural, se encontrará que esta última es más aguda.

En el informe Situación del campo en México; pobreza, marginación, explotación y exclusión de la Facultad de Economía de la UNAM se señalaba que de los aproximadamente 25 millones de personas que conforman el medio rural, 8.5 millones tienen trabajo en actividades agrícolas y ganaderas, casi 9 millones perciben apenas un salario mínimo y más de 10 millones no reciben ningún ingreso, amén que en los últimos seis años la migración se ha incrementado 40 por ciento, que de 1995 a 2006 el número de hogares que reciben remesas pasó de 600 mil a 4.1 millones y que un porcentaje altísimo de quienes viven en el sector rural en poblaciones de mil 500 habitantes o menos no pueden comprar la canasta básica alimentaria. “El Banco Mundial en un documento (México 2006-2012 las bases para el crecimiento equitativo) advierte de un estancamiento en la reducción de la pobreza a nivel nacional y el aumento de la marginación en las zonas rurales. Indicando que existen grupos de interés que prefieren que se mantenga la situación como en la actualidad.”

Por lo anterior, “es indispensable un programa de rescate de los pobres rurales diferente a las tradicionales acciones gubernamentales. El programa que se propone instrumentar se sustentará en la participación desinteresada de profesionistas ligados al sector rural, en conjunción con fraternidades, instituciones educativas y organizaciones de cualquier índole, para interactuar con la sociedad rural en la solución de sus problemas básicos de producción de alimentos, bajo el criterio que los pobres rurales tienen deficiencias crónicas, sociales, económicas y productivas remediables, mediante la interacción de las experiencias de los profesionistas y los conocimientos de los propios campesinos… Es imperioso establecer una nueva relación entre los profesionistas comprometidos y la parte más necesitada de la sociedad rural… En un número importante de quienes conocen lo que sucede en el sector rural hay convencimiento de que no será el gobierno, los políticos o los funcionarios quienes se interesen para que los pobres rurales mejoren sus condiciones de vida; la experiencia así lo ha demostrado… Quienes han sido beneficiados con la educación pública gratuita tienen el compromiso de contribuir al bienestar de la población rural, en razón de que la universidad pública fue creada para promover el desarrollo socioeconómico de los pobres con el compromiso moral adicional de reducir la desigualdad en el sector rural”.

Las rebanadas del pastel

¿Y el gobierno? De cabeza.

 
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